• Los comicios deberán celebrarse en un plazo de 60 días
• Los dos principales desafíos son el comercio y la tensión con Pionyang

La crisis política en Corea del Sur cierra un nuevo capítulo. El Tribunal Constitucional ha ratificado por unanimidad la destitución política de Yoon Suk-yeol, presidente del país asiático, por declarar la ley marcial el pasado 3 de diciembre y asaltar la Asamblea Nacional. Con la salida definitiva del jefe del Estado, Corea del Sur debe convocar elecciones presidenciales en un plazo de 60 días. El nuevo Gobierno deberá lidiar con una constelación de problemas internos y externos: una guerra comercial, el aumento de las tensiones con Corea del Norte, el aumento de la desigualdad y la regulación fiscal de los grandes conglomerados empresariales.

La mayor crisis desde la dictadura

El 3 de diciembre Yoon decretó la ley marcial inesperadamente y ordenó a las Fuerzas Armadas asaltar el Parlamento de Corea antes de que este se reuniera en sesión de emergencia y levantara el estado de excepción. El presidente coreano arguyó sin pruebas que la principal formación de la oposición, el Partido Democrático de Corea (PDK), estaba infestada de espías norcoreanos y chinos. Sin embargo, detrás del arriesgado movimiento parece haber razones más cotidianas: la debilidad política de su Gobierno y su formación, el Partido del Poder Popular (PPP), en la aprobación presupuestaria; así como las investigaciones que rodeaban a su familia.

Tras varias horas de tensión en las que Yoon suspendió la mayoría de las libertades y derechos civiles, incluida la libertad de prensa, y una movilización no vista en décadas, la Asamblea Nacional ordenó suspender la ley marcial y el presidente cedió ante la presión ciudadana. La conmoción y el aumento de la polarización política sacudieron a la economía en los días siguientes. No obstante, tanto el Banco de Corea como el Ministerio de Finanzas aseguraron que contendrían la situación.

Días más tarde, el 14 de diciembre, después de un primer intento fallido, la oposición junto con varios diputados del PPP destituyeron a Yoon como presidente de Corea y ordenaron su detención. La Constitución coreana obliga a que el Tribunal Constitucional ratifique o rechace el juicio político sentenciado por el Parlamento; confirmación que llegó ayer y que avoca al país a elecciones antes del 3 de junio.

En los cuatro meses que han distado entre la declaración de la ley marcial y la sentencia constitucional, la situación política se ha deteriorado a gran velocidad en la potencia asiática. El primer ministro, Han Duck-soo, que asumió provisionalmente las competencias del jefe del Estado, fue destituido a finales de diciembre y luego puesto de nuevo en el cargo por el Constitucional el mes pasado. Mientras, los seguidores de Yoon, cada vez más numerosos, han incrementado las protestas y la propagación de que hay una conspiración comunista en el país. Entre medias, el presupuesto coreano sigue congelado.

Elecciones inciertas

Con el PPP sin nadie al frente, todas las miradas se dirigen al Partido Democrático de Corea y a su líder, Lee Jae-myung. Aunque los sondeos ponen a Lee en cabeza, la diferencia es estrecha entre ambas formaciones, en un período marcado por una alta polarización de la sociedad surcoreana. En el plano económico, los dos partidos muestran diferencias reseñables. «En cuanto a los planes de gasto, la principal diferencia entre los planes de ambos partidos es su preferencia por la asistencia social universal frente a la específica», indica un análisis de Min Joo Kong, economista senior de ING en Asia.

El PDK apuesta por un plan fiscal expansivo, tanto en inversión como en consumo, con un presupuesto destinado a estas partidas de 35 billones wones (22.000 millones de euros), mientras que el PPP quiere contención del gasto y unas cuentas de alrededor de 15 billones. «Aun así, esperamos que los programas relacionados con las transferencias de efectivo representen una parte significativa del presupuesto en ambos casos, ya que su aplicación puede ser bastante rápida y políticamente fácil de comprar», señala Min.

Riesgos externos e internos

El nuevo Gobierno de Corea del Sur tendrá una larga lista de desafíos que gestionar. En el plano interno, destaca el débil consumo; el papel preponderante de los grandes conglomerados surcoreanos, al que cada vez más voces piden poner en corto, y los altos niveles de desigualdad, que permanecen estancados desde la pandemia.

En cuanto a las relaciones exteriores, los aranceles norteamericanos representan un grave riesgo para las exportaciones surcoreanas. En ese sentido, varios analistas destacan el carisma de Lee, más proclive a un acercamiento diplomático con Corea del Norte y Japón, lo que puede alinearse con los intereses de la Casa Blanca en el Pacífico. La reciente alianza económica aprobada entre Seúl, Tokio y Pekín parecen ir en consonancia con una estrategia más pragmática por parte de la nación coreana.

eleconomista.es