Sean Combs ha sido declarado culpable de dos de los cinco delitos que se le imputaban y se librará, por ahora, de pasar el resto de su vida en prisión. En el juicio por el que el rapero lleva siendo juzgado desde el pasado 5 de mayo, el jurado ha decidido que es culpable de dos cargos de los que se le acusa, los de transporte para ejercer la prostitución. Sin embargo, las cuatro mujeres y ocho hombres del jurado han considerado que el músico no lideró una organización criminal para abusar de mujeres ni tampoco lo ha encontrado culpable por los otros dos cargos por tráfico sexual. De todos modos, el también llamado Puff Daddy o Diddy todavía tiene pendientes unas 150 demandas por abuso, acoso y violación.
El jurado ya anunció el martes 1 de julio que había llegado a una conclusión acerca de cuatro de los cinco delitos de los que se acusaba al rapero, pero que no habían tomado una decisión acerca de del de crimen organizado. Cuando acudieron a la sala, el juez Arun Subramanian les pidió que continuaran con sus deliberaciones.
El martes, Subramanian llegó a llamar a los miembros del jurado a la sala para rechazar que dieran un veredicto parcial e instarles a continuar pensando. Además, les recordó que su decisión debe ser unánime, pero que “no están obligados a renunciar a sus convicciones honestas sobre el efecto o el peso de las pruebas con el mero propósito de emitir un veredicto o únicamente por la opinión de otros miembros del jurado”. El juez jugaba con material delicado, puesto que los delitos eran muy graves: el de transporte, el relativamente menor, implica 10 años de cárcel; el de tráfico sexual, 20; y el de crimen organizado podía haberle supuesto pasar el resto de su vida en la cárcel. Por el momento, se ha librado de lo peor.
El rapero y empresario, de 55 años, cuya madre y varios de sus hijos estaban presentes en la sala, se había declarado no culpable. Su reacción al conocer el veredicto ha sido girarse hacia los suyos y poner las manos en el cielo, en forma de oración, y después alzar el puño derecho, para posteriormente llevarse las manos a la cara. La familia ha llegado a aplaudir a su equipo legal. Sus abogados, encabezados por el mediático Marc Agnifilo, también han recibido sonrisas de su parte. Para Combs y para ellos, aunque haya dos delitos que supongan hasta 20 años de cárcel, esto es una victoria, y una sorpresa, sobre todo el hecho de que no haya sido condenado a los otros dos delitos que se le esperaban, los de tráfico sexual. Han pedido que quede libre —lleva en prisión desde septiembre de 2024, cuando fue detenido— y entregar su pasaporte, así como fijar una fianza de un millón de dólares. La fiscalía se niega.
El último cargo, el de asociación ilícita, siempre ha sido el más complejo de todo el proceso. Puede acarrear, además, prisión de por vida. De ahí las dudas del jurado, que pidió volver a revisar el testimonio de Casandra Ventura, expareja de Combs, y en concreto el incidente ocurrido en 2016 en el Hotel Intercontinental de Los Ángeles (California), donde el rapero arrastró a la cantante por el pasillo de vuelta a su habitación, mientras ella intentaba huir. La cuestión es que ese delito requiere de muchos requisitos para cumplirse, puesto que debe quedar probado que Combs encabezaba una red delictiva. Para ello, tendría que demostrarse que el músico se puso de acuerdo —de manera verbal o escrita, expresa o implícita— con al menos una persona más de esa red, que debe ser su socio o empleado, para cometer al menos dos crímenes de una lista de 35, entre los que se encuentran los de secuestro, incendio, tráfico de personas, posesión y distribución de sustancias, labores forzosas, extorsión… Eso tendría que haber ocurrido en menos de 10 años, y las actividades ilícitas debían afectar a diversos Estados de EE UU o al extranjero, es decir, no solo a un Estado.
El juicio ha estado basado en dos casos, y de ambos se ha probado únicamente el de transporte para ejercer la prostitución, pero no el de tráfico sexual, de lo que fue acusado tras su detención, en septiembre. De ambos casos, el primero fue el más mediático de todos, y parte de la primera denuncia que recibió Combs, en noviembre de 2023: la de Ventura, cantante y actriz conocida como Cassie, con quien mantuvo una relación desde mediados de los 2000 y hasta aproximadamente 2018. Ella ha contado las vejaciones, agresiones físicas y verbales, relaciones sexuales forzosas y amenazas por las que le hizo pasar Combs durante años. El segundo testimonio ha sido el de una mujer anónima, que bajo el pseudónimo de Jane ha contado también los mismos horrores por los que pasó Ventura, pero más recientes, puesto que su relación se alargó hasta 2024. Ella también ha hablado de esos famosos freak-offs, las orgías con prostitutos que duraban días por las que Combs le hacía pasar.
La naturaleza de la relación entre Combs y sus parejas ha sido central en el juicio. Agnofilo y el resto de sus abogados —aunque alguno decidió salir corriendo antes de que todo arrancara— han tratado de hacer ver que todo era consentido, que Combs era una persona liberal, con pequeños problemas, pero liberal: desde el consumo de sustancia hasta nada menos que la violencia machista que practicaba contra sus novias, alguno que consideran menor. Pero en ningún caso, han mantenido, practicar orgías o intercambios de pareja le convertían, según ellos, en un criminal.
Pero desde el principio la fiscalía sabía por dónde irían los tiros, y se adelantó: “Este caso no trata sobre las preferencias sexuales privadas de un famoso”, afirmaron en el primer día de la vista. Tanto Combs como sus novias serían “infieles, celosos”, afirmaron, pero “solo uno tenía poder”: “Él tenía el poder de arruinar su vida”. La imagen de un músico prestigioso, rico, pero a la vez humano, rodeado de su madre y sus hijos, como ha tratado de vender la defensa, nunca ha sido suficiente para frenar la lluvia de acusaciones que han ido cayendo, de manera implacable, sobre Combs.
Ventura lo demostró rápidamente en su mediático testimonio. Lo hizo, embarazada de nueve meses, en un durísimo testimonio que se alargó durante la primera semana y que conmocionó a todos los que la escucharon, especialmente al jurado y a los presentes en la sala; tanto, que las hijas adolescentes del rapero decidieron marcharse de la misma. Desde que empezó a salir al estrado y durante esas cuatro largas jornadas, contó cómo él la obligaba a practicar orgías, manipulándola y amenazándola, así como las palizas y las violaciones que sufría, a las que ella era incapaz de responder, porque sabía que la violencia iría a más y ella lo pagaría. “Temí por mi carrera, temí por mi familia. Es horrible, es repugnante; nadie debería hacerle eso a nadie”, afirmó. Decidió tomar drogas para rebajar la experiencia, para adormilarse, como “escape”, afirmó. Si ella mostraba interés en otras personas, romántico o no, él la amenazaba, la pegaba, la insultaba. Llegó a asegurarle que haría saltar por los aires el coche de un rapero, novio de Cassie entonces. El Porsche del novio en cuestión acabó en llamas. Ha reconocido, incluso, que pensó en quitarse la vida; “En ese punto, ya no quería seguir viva. No podía soportar más el dolor en el que estaba, así que intenté salir de casa y meterme entre el tráfico, pero mi marido no me dejó”. Con sus palabras, logró poner el caso del revés y encaminarlo hacia el veredicto final.
Todavía faltan por cerrar flecos en el caso de Combs o, más bien, en sus muchos casos. Queda por conocer la pena que le impondrá el juez, que le puede hacer pasar muchos años en la cárcel. Pero también tiene asuntos pendientes. Hay cientos de denuncias de hombres y mujeres que, en su mayoría, le acusan de haber sido violados bajo la influencia de drogas suministradas tanto por él como sus colegas mientras ellos no eran conscientes. Por tanto, aun queda un largo periplo de juicios para el otrora todopoderoso Combs, el ganador de tres Grammy, el rico empresario con casi mil millones de dólares. Tendrá que ir preparando la fortuna para los siguientes abogados.
María Porcel, El País




