• El Banco Nacional de Suiza apunta al metal precioso en un estudio
• Las exportaciones de oro a EEUU distorsionan la balanza comercial
• El superávit surgido justificaría el arancel del 32% impuesto por Trump

Cuando Donald Trump, abrigo negro en ristre, sacó el pasado miércoles su pizarrín detallando los aranceles con los que va a castigar a medio mundo, las autoridades suizas no creían lo que veían. El inesperado tarifazo no solo era de un elevado 32%, sino que encima se situaba por encima del 20% decretado contra una Unión Europa a la que el presidente de EEUU ha sacudido mucho más en sus acusaciones. Esta sorpresa mayúscula se debió a que Suiza se sentía relativamente inmune a esta andanada comercial. Desde el Banco Nacional de Suiza (BNS) se han apresurado a dar una posible explicación: las compras de oro desde EEUU, espoleadas en los últimos tiempos precisamente por la incertidumbre por el ‘huracán’ Trump, han distorsionado sobremanera la balanza comercial entre ambos países, dando al inquilino de la Casa Blanca el mejor argumento para percutir con esta inusitada fuerza.

Desde Berna se creían a salvo de esta oleada de aranceles en la medida en la que la que la pequeña nación alpina, famosa por su histórica neutralidad política y por su enfoque más ligero hacia la regulación, había eliminado recientemente los aranceles industriales sobre todas las importaciones, incluyendo los productos estadounidenses, y además ha mantenido ciertas distancias con la UE cuando el choque transatlántico en materia comercial se ha recrudecido.

Por eso, cuando el mundo entero conoció la fatídica pizarra, el gobierno suizo calificó de «incomprensible» el arancel. Sin embargo, el 64% que la tabla de Trump recogía como gravamen comercial helvético implícito contra EEUU dejaba a las claras que el castigo ‘debía ser’ contundente. El objetivo de la administración Trump es equilibrar déficits comerciales enormes y los 38.500 millones de dólares que EEUU tenía con Suiza en 2024 suponen un monto considerable.

Haciendo un rápido repaso a las principales exportaciones suizas a EEUU, los productos farmacéuticos (aglutinan casi la mitad de las mismas) y, en menor medida, el oro son los dos grandes ‘reyes’. Con el sector farmacéutico, de momento, a salvo de la onda arancelaria, todas las miradas se han tornado hacia el oro.

Menos de una semana después de este shock, el BNS ha publicado un estudio en el que señala que las cuantiosas exportaciones de oro de Suiza a EEUU no deberían tenerse en cuenta al analizar la relación comercial entre ambas economías. «El rol de refugio seguro de la demanda mundial de oro distorsiona los indicadores clave del sector exterior suizo«, escribe Laurence Wicht, economista del banco central. «Los cambios impulsados por el oro en los indicadores del sector exterior suizo requieren por tanto una interpretación cuidadosa, ya que reflejan factores globales, no cambios en los fundamentos económicos suizos», añade.

En vísperas del anuncio de aranceles globales de Trump la semana pasada, la preocupación de que los lingotes pudieran verse afectados provocó una avalancha de importaciones en EEUU. La necesidad allí de lingotes de 100 onzas y la importancia de Suiza como centro de refinado hicieron que el país se convirtiera en un punto de parada para refundir el oro trasladado de Londres a Nueva York. Sus ventas del metal al otro lado del Atlántico «se dispararon en la friolera de 414 toneladas» entre diciembre y febrero, recoge Wicht en el trabajo del BNS, recogido por Bloomberg. Estas mismas compras masivas distorsionaron también el indicador de ‘PIB en tiempo real’ de la Fed de Atlanta con una lectura muy negativa que asustó inicialmente a Wall Street al cargar exageradamente las importaciones de EEUU, que lastran el cálculo del producto interior bruto.

El estudio del banco central suizo constata que los datos ajustados excluyendo el oro hacen que el superávit comercial suizo con EEUU sea notoriamente menor. «Contrastar las medidas oficiales y las ajustadas sugiere que los movimientos repentinos en la balanza comercial deben examinarse cuidadosamente», insiste Wicht. «A veces, estos movimientos reflejan cambios específicos en la balanza comercial del oro que se deben a motivos financieros independientes, más que a cambios en los vínculos y las políticas económicas fundamentales», razona el economista.

«El superávit de la exportación de bienes de Suiza no se debe a prácticas comerciales desleales. Suiza abolió todos los aranceles industriales a partir del 1 de enero de 2024. Esto significa que el 99 % de los bienes procedentes de Estados Unidos pueden importarse a Suiza libres de impuestos. Suiza no otorga subsidios industriales que distorsionen el mercado», justifica el gobierno en un comunicado su ‘inmaculada’ política comercial con EEUU.

Sangre fría desde Berna

Aunque la indignación es palpable y es probable que la economía se resienta, el gobierno suizo ha hecho gala de sangre fría y no ha mostrado intención de tomar represalias por ahora. «EEUU se ha basado en sus propios cálculos, que Suiza no comprende», declaró el pasado jueves a la prensa la presidenta suiza, Karin Keller-Sutter, agregando que no tomarán represalias con aranceles propios y que buscarán dialogar con Washington con la esperanza de reducir estos gravámenes.

Los analistas consultados por el Ejecutivo creen que una tanda de contramedidas no harían sino perjudicar más a la economía del país alpino. «Los aranceles anunciados por el gobierno estadounidense el 2 de abril aumentan la probabilidad de un desempeño económico inferior al previsto en marzo. Esto se debe no solo a los aranceles a las exportaciones suizas, sino también al impacto previsto en la evolución económica mundial», refleja el comunicado del gobierno suizo.

La secretaria de Estado de Economía de Suiza, Helene Budliger, ha viajado a Washington con el fin de presentar la posición de su país respecto a los aranceles. Budliger, que ya había viajado a EEUU en recientes semanas debido a las crecientes tensiones comerciales, partió este domingo y en principio permanecerá en Washington hasta el miércoles. «El objetivo de la diplomacia comercial suiza es explicar la situación a los socios americanos y disipar eventuales malentendidos», indicó una nota oficial del Ministerio de Economía helvético.

«El arancel es completamente arbitrario, precisamente porque nuestros impuestos a las importaciones, incluidas las estadounidenses, son cero», se lamenta en unas declaraciones a The New York Times Jean-Philippe Kohl, subdirector de Swissmem, que representa a 1400 fabricantes suizos de tecnología. «En base a esto, los argumentos de Donald Trump carecen de sentido».

Suiza ocupa el sexto lugar entre los inversores extranjeros en EEUU y el primero en inversión en investigación y desarrollo, principalmente debido a las inversiones de gigantes del citado sector farmacéutico helvético como Roche y Novartis. De hecho, las empresas suizas generan medio millón de empleos en EEUU. En contraste a esta carta de presentación, los productores locales ven ahora cómo estos elevados aranceles afectarán exportaciones clave como maquinaria, relojes y productos agrícolas (cápsulas de café, bebidas energéticas, queso, chocolate).

eleconomista.es