- China sigue reinventando el comercio para transportar sus mercancías
- Es la primera vez que se completa esta ruta en concreto
- La simbólica unión del país de la Ruta de la Seda y el de la Revolución Industrial

En medio de las disputas comerciales a nivel global que amenazan con fracturar el mundo, hoy se puede decir que China está mucho más cerca de Europa. El portacontenedores chino Istanbul Bridge, ha recorrido la ruta ‘Arctic Express’ ha hecho historia tras llegar a la terminal más grande del Reino Unido, Felixstowe El hito da fe de la importancia que puede alcanzar esta vía ártica para China y sus clientes. El buque, de la categoría Panamax (puede transportar hasta 5.000 contenedores TEU, el tamaño estándar), ha completado un viaje de 7.500 millas náuticas desde China a través de la Ruta Marítima del Norte (NSR por sus siglas en inglés) en tan solo 18 días (frente a los 30 habituales). Temu, AliExpress o Alibaba estarán más cerca del consumidor europeo.
El atraque del Istanbul Bridge en Felixstowe no es solo un hito logístico, sino un símbolo de cómo dos tradiciones históricas del comercio vuelven a encontrarse en pleno siglo XXI. Por un lado, el Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial y patria de Adam Smith, el gran teórico del libre comercio, que defendía que la prosperidad de las naciones descansaba en abrirse al intercambio y en la especialización productiva. Por el otro, China, heredera de la Ruta de la Seda, aquella arteria milenaria que llevó sedas, especias y porcelanas a Occidente y que hoy se reinventa en forma de corredores marítimos y árticos. El barco que une estos dos mundos parece tender un puente entre el pasado y el presente, entre las viejas ideas de la economía clásica y las nuevas estrategias de la globalización.
Más allá de los contenedores que transporta, este viaje encierra una carga simbólica: la unión de dos civilizaciones que han marcado la historia del comercio mundial. El Reino Unido representa la máquina de vapor, las fábricas y la idea de que el mercado libre es motor de progreso. China, en cambio, encarna la visión de rutas infinitas que conectan pueblos y culturas a través del intercambio de bienes y saberes.
En medio de los aranceles y las medidas proteccionistas que llegan desde EEUU, estos avances y la mejora de la tecnología tenderán a hacer el mundo cada vez más pequeño. Lo que la política y los nacionalismos intentan distanciar, la tecnología y el ingenio lo unen. China necesita seguir exportando para mantener bien engrasada su economía y ante los aranceles que llegan de EEUU, Europa se ha convertido en el nuevo destino para ‘depositar’ su mercancía.

De este modo, Pekín sigue buscando vías para ‘inundar’ el mundo con sus mercancías y el transporte es uno de los pilares clave para lograr este objetivo. Cuanto menor sean los tiempos y mayor la variedad de rutas, más fácil, cómodo y, a veces, barato será llevar los bienes producidos en China al resto del mundo. Esta nueva ruta se podría convertir en una auténtica revolución, sobre todo a medida que el cambio climático haga más sencillo el tránsito por las zonas donde el hielo complica la navegación de los buques portacontenedores.
Primer servicio a través de la región polar
La travesía del Istanbul Bridge es el primer servicio de tipo transatlántico a través de la región polar que conecta Asia y Europa y hace escala en varios puertos chinos y europeos. Tras la escala en el puerto de Felixstowe, el portacontenedores continuará rumbo a Róterdam, Hamburgo y Gdansk.
También es la primera vez que un buque portacontenedores viaja desde China al Reino Unido a través del Ártico. Sealegend, la empresa operadora del Istanbul Bridge, denomina al nuevo servicio «China-Europe Arctic Express». La empresa sentó las bases de la ruta con la adquisición del buque portacontenedores de clase Ice-1 el año pasado. Cargado con hasta 4.843 contenedores TEU, el navío partió de Ningbo-Zhoushan el 22 de septiembre. Cruzó la Ruta Marítima del Norte de Rusia en tan solo cinco días a una velocidad promedio de 17 nudos.
Mejora la cadena de suministro
A estas alturas de la temporada de navegación de verano, queda muy poco hielo marino a lo largo de la principal ruta marítima del Ártico. El buque no recibió ninguna escolta rompehielos y navegó de forma independiente a lo largo de toda la ruta. «La ruta ártica mejora considerablemente la velocidad de la cadena de suministro, reduce el inventario comercial requerido en un 40% y disminuye los costos de capital para las empresas», explica Li Xiaobin, de Sealegend, a medios especializados en el sector marítimo.
La hazaña aviva un relato un relato que gana tracción. Se ha vuelto a hablar mucho del Ártico desde que Donald Trump ha vuelto a la presidencia de EEUU. Si en 2019 el presidente de EEUU ya propuso comprar Groenlandia a Dinamarca, ahora ha insistido aún más con el tema aludiendo a la riqueza de la zona en recursos estratégicos y a la necesidad de potenciar la influencia y la seguridad en un emplazamiento en el que Rusia y, cada vez más, China no han dejado de tomar posiciones.
La ‘ayuda’ del calentamiento global
Más allá del componente de las materias primas y de la siempre presente defensa en un mundo cada día más peligroso, lo cierto es que el Ártico se ha convertido en una excepcional ruta para el comercio marítimo según avanza el deshielo provocado por el calentamiento global. «Ahora, el Ártico está más caliente que nunca. Pero no se trata de las riquezas del Ártico, al menos no principalmente. La política exterior de Estados Unidos se centra en China, China y China, al igual que las amenazas de Trump sobre el Ártico.
Durante la última década, Rusia y China han aumentado su colaboración en el Ártico. Es simple matemática. Rusia, que se enfrenta a sanciones occidentales, necesita nuevos socios comerciales, y China quiere acceder al Ártico», exponían hace meses los analistas de Danske Bank en un informe sobre la creciente pugna por el Ártico.
«Silenciosamente, el principal adversario de Estados Unidos se ha infiltrado en su patio trasero septentrional. La amenaza para la seguridad nacional es real, un hecho que EEUU ha ignorado durante demasiado tiempo. Pero también se trata de comercio. A medida que el clima se calienta y el hielo polar se derrite, las rutas marítimas del norte podrían volverse viables para el comercio marítimo. Aquí, Rusia y China tomaron la delantera. Aunque el progreso ha sido más lento de lo que ambos países esperaban, las pruebas y el desarrollo de la Ruta Marítima del Norte continúan, lo que reduce el tiempo de envío desde Europa a Asia en un 35-40%», continúa el informe del servicio de estudios del banco danés.
La ruta NSR es una parte del paso del Noreste (NWP, a su vez por sus siglas en inglés) que se encuentra íntegramente dentro de la zona económica exclusiva de Rusia. Dado que los barcos deben obtener permisos de Rusia, el 98% del flujo de mercancías que transita por esta ruta es entre Rusia y China, principalmente productos a granel como carbón y petróleo. El paso del Noroeste, por su parte, es una ruta que atraviesa las islas del norte de Canadá y conecta los océanos Atlántico y Pacífico. Es 7.000 km más corta que la ruta marítima actual a través del canal de Panamá y podría reducir el tiempo de transporte entre un 35% y un 40%.
El corredor marítimo en cuestión suele estar libre de hielo desde finales de junio hasta mediados de noviembre, pero a medida que el clima se calienta, la temporada se alarga. En comparación con las rutas comerciales actualmente activas, ofrece un ahorro significativo en tiempo y costes de combustible. El tiempo de transporte a través de la NSR es de 33 o 35 días, en comparación con los 45 días del Canal de Suez o los 55 días que se tarda en rodear África, estiman desde Danske Bank.
Mario Becedas. El Economista.