- El Iris sigue a otra decena de buques con gas del Arctic LNG 2 ruso
- China ‘blinda’ el puerto de Beihai para recibir solo buques de Moscú
- Así es más fácil repeler posibles sanciones secundarias de Washington

28/10/2025 – 8:33
A veces, una sola instantánea describe a la perfección un acontecimiento de gran relevancia geopolítica. En esta ocasión, la imagen es poderosa. La semana pasada, un gran buque metanero del tamaño de tres campos de fútbol y repleto de gas natural licuado (GNL) extraído por Rusia en el Ártico atracaba en un puerto chino mientras EEUU hacía una demostración de fuerza sancionando a dos destacadas compañías petroleras de Moscú (Lukoil y Rosneft). En el juego del gato y el ratón en el que se ha convertido el suministro energético ruso a sus socios y las sanciones occidentales, el régimen de Vladímir Putin parece encontrar siempre una salida. Esta vez, la artimaña ha sido cortesía de China, cliente de excepción.
Esta llegada del buque metanero Iris -unos impresionantes 293 metros de eslora (longitud de proa a popa) y unos 46 de manga (ancho)- a la terminal portuaria china de Beihai, en la provincia de Guangxi, en el extremo sur del país, no es ni mucho menos anecdótica. Desde agosto, Rusia ha logrado enviar a este puerto 11 buques cisterna llenos de gas desde la planta Arctic LNG 2, según datos de seguimiento de buques. A través de la información que aportan los satélites obtenidas por Bloomberg, se sabe al menos tres buques más que transportan GNL ruso hacia esta terminal.
La planta Arctic LNG 2 es una de las infraestructuras estrella de Moscú. Estimado en 25.000 millones de dólares, este proyecto situado en la península de Guida (en la falda norte rusa), se concibió para alcanzar una capacidad de producción de 19,8 millones de toneladas de GNL al año. Un pasaporte para disparar los ingresos energéticos de Moscú que le han permitido mantener el esfuerzo bélico en Ucrania y una jugosa oferta con descuento para una China deseosa de acaparar materias primas en un mundo cada día más caro y peligroso.
El origen de este gas es relevante en la medida en la que EEUU -en 2023, con la Administración Biden– ‘forró’ de sanciones todo alrededor de esta planta rusa para dejarla prácticamente inutilizada. Durante meses, barcos de la ‘flota fantasma’ rusa con cargamentos de gas en dirección a China dieron vueltas de forma errática por el mar o se quedaron inactivos en puertos rusos al no atreverse Pekín a recibir estos cargamentos. Algo cambió este verano, cuando el metanero Arctic Mulan, de bandera rusa, atracó cargado de GNL a finales de agosto en Beihai. Los expertos sitúan el punto de inflexión entre la fallida reunión de Donald Trump y Putin en Alaska el 15 de agosto y la visita del mandatario ruso a Pekín unas semanas más tarde.
El ardid para que estos buques lleguen a China pese al circuito de sanciones de EEUU no deja de sorprender en la medida en la que Moscú y Pekín agudizan el ingenio para capear estas barreras, pero esforzándose lo mínimo en disimular su comercio. De hecho, estos buques navegan con el sistema de navegación (AIS por sus siglas en inglés) encendidos, evitando ocultar su ubicación como sí hace por ejemplo la ‘flota fantasma’ de petroleros de Irán. El propio gobierno chino ha reiterado que «se opone sistemáticamente a sanciones unilaterales sin base en el derecho internacional». Mientras otros compradores rehúyen por miedo a riesgos legales o logísticos, Pekín aprovecha la oportunidad para consolidar su acceso a energía barata y reforzar su alianza con Moscú.
Un puerto solo para el ‘amigo ruso’
Según explica el Wall Street Journal (WSJ) en un reportaje de investigación, en este particular, la artimaña es tan simple como ‘blindar’ el puerto de Beihai, ciudad famosa por sus pintorescas playas que antaño fue una parada clave en la antigua Ruta Marítima de la Seda, para que solo entren estos barcos rusos. Para comprar y recibir este gas sin correr el riesgo de sufrir sanciones secundarias por parte de EEUU, China ha convertido el puerto de Beihai en su punto de entrada de facto: ningún otro buque metanero ha atracado allí desde que la terminal comenzó a aceptar gas procedente de Rusia.
El operador de la terminal, la empresa estatal China Oil & Gas Pipeline Network, posee principalmente activos en China, con una exposición limitada a un sistema financiero internacional dominado por el dólar, explica al WSJ Martin Senior, analista del proveedor de datos Argus. Eso hace que el puerto y su propietario estén mucho menos expuestos a sanciones secundarias por parte de Washington. De momento, EEUU no ha sancionado a la instalación china. Sin embargo, Reino Unido ya impuso sanciones a la terminal a principios de este mes, calificándola de «entidad involucrada en el apoyo al sector energético ruso».
Para las autoridades chinas, el atractivo de esta maniobra es doble: asegurar gas barato con descuento frente a otros proveedores regionales, como se refería anteriormente, y enviar un mensaje de desafío en plena guerra comercial con EEUU. Además, sus empresas han suministrado a Rusia componentes que Occidente ya no le vende, como turbinas, y han permitido mantener vivo el proyecto Arctic LNG pese a las limitaciones técnicas. Como señala Alexander Gabuev, del Carnegie Russia Eurasia Center, este comercio «beneficia tanto a la economía china como a la maquinaria de guerra rusa».
China es el principal comprador de GNL de Rusia en Asia, con unas importaciones de 4,1 millones de toneladas entre enero y agosto, incluidas 300.000 toneladas procedentes de la nueva planta Arctic LNG 2, según los cálculos realizados por la agencia Reuters. No obstante, China no es el único: le siguen Japón (3,7 millones de toneladas), Corea del Sur (1,4 millones de toneladas), Vietnam (613.000 toneladas) y Taiwán (200.000 toneladas).
Pese a esta demanda, el futuro del suministro ruso de GNL no está exento de obstáculos: Rusia necesita más buques metaneros y carece de turbinas de alta eficiencia, lo que limita su capacidad exportadora. Además, la experiencia de Arctic LNG 2 sugiere que, en un mercado más pequeño como el del gas licuado, desmotivar a compradores puede resultar más sencillo que en el vasto mercado del petróleo (hablando pronto y mal: merece menos la pena jugársela por un GNL más barato que por un crudo más barato. Por el momento, la cooperación con China demuestra que las sanciones energéticas contra Rusia encuentran un límite claro cuando Pekín decide mantener abiertas sus rutas comerciales.
Un Ártico cada vez más ‘caliente’
Lo sucedido en torno a la exportación de gas licuado desde la planta Arctic LNG 2 es solo un titular más de una zona que, pese a su frío extremo, se está convirtiendo en una de las más calientes del mundo. La importancia estratégica del (todavía) gélido océano que corona el globo terráqueo se ha multiplicado en los últimos tiempos. Por pura cuestión geográfica, Rusia ha sido la potencia que más influjo ha tenido sobre una zona cuya superficie helada durante gran parte del año convertía en poco práctica. Sin embargo, el progresivo deshielo de la región por causa del cambio climático ha traído aparejadas unas derivadas en la seguridad mundial y el comercio global que, existencia de siempre ‘golosas’ materias primas al margen, han alterado el tablero. China está aprovechando su amistad con Rusia para conseguir influencia en la zona mientras EEUU está teniendo un duro ‘despertar’ geoestratégico.
Aprovechando precisamente los efectos del calentamiento global (menos meses con el agua helada), China está explorando la ruta ártica como corredor comercial con gran parte del mundo, ahorrando días de viajes respecto a otras travesías marítimas. Hace solo unos días trascendió que el portacontenedores chino Istanbul Bridge ha hecho historia tras llegar a la terminal más grande del Reino Unido, Felixstowe, después de inaugurar su travesía ‘Arctic Express’. El hito da fe de la importancia que puede alcanzar esta vía ártica para China y sus clientes. El buque, de la categoría Panamax (puede transportar hasta 5.000 contenedores TEU, el tamaño estándar), completó un viaje de 7.500 millas náuticas desde China a través de la Ruta Marítima del Norte (NSR por sus siglas en inglés) en tan solo 18 días (frente a los 30 habituales). El titular estaba claro: Temu, AliExpress o Alibaba estarán más cerca del consumidor europeo.
En materia de defensa, las noticias que han ido llegando en los últimos tiempos han supuesto todo un ‘jarro de agua’ helada (nunca mejor dicho) para EEUU. Diferentes informaciones han apuntado a una cooperación militar ruso-china en el Ártico que se ha ido intensificando: patrullas marítimas conjuntas, ejercicios navales, vigilancia aérea, y mayores capacidades de ambos en condiciones polares. En julio de 2024, aviones de bombardeo estratégicos rusos y chinos realizaron un patrullaje conjunto sobre el mar de Chukchi /Bering, frente a Alaska.
Mario Becedas y Vicente Nieves. El Economista.




