Ricardo Hausmann: “Para que un país crezca, lo más importante es que sepa copiar”
El director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad
de Harvard desmontó en el Coloquio de IDEA la teoría que aconseja la
especialización y la innovación como mecanismo de desarrollo. La teoría
económica convencional sostiene que el camino hacia el crecimiento debe pasar
por una integración plena en el sistema mundial. A medida que un país se
especializa en sus ventajas comparativas, las ganancias de productividad que
obtiene se van derramando al conjunto de la economía, lo que resulta, al final
de cuentas, en una mejora del nivel de vida de la población. Estas ideas,
recogidas por Adam Smith y David Ricardo en los siglos XVIII y XIX, aún hoy
constituyen la columna vertebral de la teoría económica. En “La Libertad de
Elegir”, Milton Friedman explica que el momento de máximo crecimiento de los
Estados Unidos ocurrió durante el siglo XIX, cuando sus industriales gozaron de
la más amplia libertad de mercado.
En esta edición del 47° Coloquio de IDEA, un panel estuvo dedicado a debatir
sobre la riqueza de las naciones. Allí estuvieron Roberto Lavagna, y el ex
Ministro de Hacienda de Chile, Andrés Velasco. Pero quien se llevó las palmas
fue Ricardo Hausmann, ex Ministro de Planificación de Venezuela y actual
Director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de
Harvard. Su exposición, la más aplaudida por los ochocientos empresarios
presentes en ese momento en el auditorio, presentó un enfoque opuesto al que
sostiene la economía tradicional de las ventajas comparativas.
En lugar de especializarse, sostiene Hausmann, los países deben
diversificarse. La clave del crecimiento es la diversificación de la estructura
productiva. Armado de una batería de gráficos, estadísticas y series de tiempo,
además de un envidiable talento de orador, intentó demostrar que los países más
avanzados son aquellos que producen una mayor variedad de productos. Esto es,
producir todo cuanto sea posible con los recursos y el conocimiento propio. Para
empezar, es importante imitar los inventos de otros países. No es necesario
haber sido el invento de un producto para venderlo rentablemente, como bien sabe
China que le va mejor como factoría de lo que inventan otros que cuando ella
misma inventaba la imprenta o la pólvora, mucho antes que Occidente. A través de
la imitación, un país puede ir incorporando conocimiento cada vez más diverso en
su tejido productivo. Y esto lleva directo al crecimiento.
A muchos de los presentes, la teoría de Hausmann pareció un guiño a la
política comercial del gobierno, basada en las restricciones a la importación
para proteger la producción y el empleo doméstico. Lo que Hausmann no mencionó,
sin embargo, es que el proteccionismo y la diversificación productiva generan
ineficiencias. No es un camino nuevo para la Argentina. Es un vía que el país ya
probó en los '60 y que derivó en los famosos ciclos de “stop and go”, donde a
una fase de expansión le seguía una megadevaluación causada por el
estrangulamiento externo.
La respuesta (previsiblemente) no llegará en el marco de este Coloquio.
Aunque sigue sorprendiendo que en los últimos cuatro Coloquios hubo un panel
sobre “la riqueza de las naciones”. Cambiaron los nombres y los rostros, pero el
fondo de la cuestión es el mismo. Al final de cuentas, seguimos empantanados en
el debate acerca de cuál es el camino hacia el crecimiento.
Esto es lo preocupante en un Coloquio de IDEA donde, por momentos, las ideas
parecen siempre las mismas. Federico Ast Profesor de Economía,
UBA Clarín.