Decía Eduardo Galeano: “El poder es como un violín, se toma con la izquierda
y se toca con la derecha”, frase que retrata a Alberto Fujimori, elegido con los
votos del APRA y el marxismo criollo. Tomó la receta del shock de su adversario
Mario Vargas Llosa, liquidando la hiperinflación que bordeaba el 2.000%
(8/8/90), para luego embarcarse en el Consenso de Washington, por sugerencia del
exministro de Economía del segundo gobierno de Belaúnde, Carlos Rodríguez Pastor
Mendoza (1934-95), quien recomendó para tal cometido al economista Carlos
Boloña. El paquete de reformas, ideado por el FMI, el Banco Mundial y el
Departamento del Tesoro de los EE. UU., consistía en: disciplina fiscal, ampliar
la base tributaria, eliminación de subsidios, tipos de cambio competitivos,
tasas de interés de mercado, liberalización del comercio, liberalización de las
barreras a la inversión extranjera directa, privatización de las empresas
estatales, abolición de regulaciones que restrinjan la competencia y seguridad
jurídica para los derechos de propiedad, cuyo piloto fue implementado con éxito
por los Chicago Boys en Chile. No fue casualidad que los chilenos Hernán Büchi
(macroeconomía), José Piñera (AFPs), José Yuraszeck (privatización) fueran los
“caseritos” del MEF.
La gestión de Boloña lanzó tres olas: la primera, que abrió el mercado (61
Decretos Supremos marzo-abril 1991); la segunda, de la privatización (117
Decretos Legislativos con facultades del Congreso mayo-noviembre 1991) y la
tercera ola, después del golpe del 5/4/92, que aparejó el nuevo sistema privado
de pensiones (745 decretos-ley entre mayo y diciembre de 1992). Curiosamente,
los que critican con fiereza el cierre del Congreso del 5 de abril, unos se
hacen los “suecos” con la disolución del Legislativo perpetrada por Martín
Vizcarra el 30/9/19 y otros, con el fallido golpe de Castillo del 7/12/22,
empleando el mismo argumento del “Chino”: “el pueblo lo pedía”.
Las reformas redujeron a 15% el arancel a las importaciones del 81% de las
partidas arancelarias, la apertura de capitales (ingreso y salida del país),
liberalización financiera (la SBS como regulador), flexibilización laboral,
libre repatriación de utilidades y la creación de la COPRI para la
privatización, reclutando un think tank compuesto por: Jorge Peñaranda, Vicente
Silva, Luis Valdivieso, “Mayu” Hume, Octavio Chirinos, entre otros. Estas
reformas fueron plasmadas en la Constitución de 1993, quedando en el pasivo de
la agenda económica la ampliación de la base tributaria y las reformas del
sistema educativo y de salud. Otra tarea singular fue la reinserción en el
sistema financiero internacional, comenzando por el Club de París (deudas a
países), porque nos habían declarado “inelegibles” para recibir préstamos del
exterior, debido a la política del tope del 10% de las exportaciones para el
pago de la deuda externa del primer gobierno de Alan García. Fue “música para
los oídos” del director del FMI, Michel Camdessus, y luego vino el Plan Brady
para la deuda con los bancos.
Fujimori empezó su gobierno con una caída del PBI de -5% en 1990, pero luego
empezó a crecer alcanzando un máximo de 12.3% en 1994, cuando la construcción
subió 31.1% (llegando a inaugurar tres colegios por día), la pesca 28.9% (se
capturó la cifra récord de 9.8 millones de toneladas), comercio 18.5% y
manufactura 14.8% (Memoria BCR). La reactivación se iniciaba…