El caso PPK: acosado y acusado con medias verdades
Desde su salida de Palacio, el expresidente Kuczynski viene soportando un
vendaval fiscal, que ha llegado al extremo de acusarlo de haber lavado dinero
desde los 28 años.
Otro de los casos emblemáticos de la “politización de la justicia” (lawfare)
es el caso del expresidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK), que luego de su
renuncia a la presidencia (20/3/18) perdió el favor de la “leal” caviarada, en
particular del sector judicial, simbolizado en el Equipo Especial Lava Jato, que
lo acosa sin tregua ni respiro, tanto que su asesora en media training, Rosa
María Palacios (otrora exegeta de la dupla de fiscales Rafael Vela y José
Domingo Pérez), ha puesto el grito en el cielo, mientras que el otro asesor,
Gustavo Gorriti (factotum del dúo fiscal, según Jaime Villanueva) mira
convenientemente al costado.
La caza fiscal fue feroz. Al día siguiente de su salida de Palacio fue
allanado con mandato de prisión preliminar (10/4/19) y luego, fue sometido a 36
meses detención domiciliaria del (sin visitas de amigos), ante la silente
complacencia de su “Martincito” querido. Cuenta Villanueva: “Antes de que se
produzca la vacancia de PPK, Pablo Sánchez (Fiscal de la Nación) a través de su
asesor Alejandro Silva (hoy asesor de Jorge Salas Arenas en la JNE), que tenía
un estrecho vínculo con el congresista César Villanueva, el que coordinó para
que Martín Vizcarra sea presidente; coordinando con Pablo para que archive el
Caso Chinchero y que Vizcarra no tenga ningún problema” (Willax 8/2/24).
La banda de a tres: organización criminal
Los hechos que le imputa el fiscal José Domingo Pérez son: 1) organización
criminal; 2) lavado de activos provenientes de: Transportadora de Gas del Perú
(TGP); 3) de Terniun y Ternium Investment; 4) Odebrecht-Proyecto Trasvase Olmos;
5) Odebrecht-IIRSA Sur tramos 2 y 3; 6) Proyecto Vías Nuevas de Lima, y 7) Grupo
Rohatyn. Un rosario, que visto al detalle resulta más ruido que
nueces.Veamos.
Paradójicamente, con el primer cargo que le endilgan, la de formar parte de
una organización criminal, le ha servido a la fiscalía para extender el plazo de
investigación hasta seis años. Curiosamente, fue Marisol Pérez Tello, su
ministra de Justicia –siempre muy atenta a los cantos de sirena de la caviarada-
quien impulsó el Decreto Legislativo 1307 de criminalidad organizada (30/12/16)
que duplicó el plazo de investigación fiscal: la preliminar y la preparatoria de
18 a 36 meses. En total, 72 meses (6 años).
Resulta pertinente la opinión del penalista José Ugaz: “… A cualquiera se le
puede acusar de organización criminal. Recuerde el caso de PPK… formada por el
chofer, la secretaria y el candidato. Eso evidentemente no puede ser una
organización criminal en ninguna parte del mundo. Este estiramiento que permite
la ley se ha convertido en muchos casos, en una mala práctica” (29/3/23).
De banquero a lavador de activos
El otrora “superhéroe de Marvel” al presentar hace 10 meses la acusación
contra PPK, tal como estila, plagada de abusos y errores, incluyó el delito de
lavado de activos como sombrilla para los demás hechos que esgrime, “lavado”,
según su tesis, que PPK habría desarrollado desde los 28 años (1966), cuando
ingresó como gerente al Banco Central de Reserva (BCR), hasta el 2015, que
comprende los nueve años en que se desempeñó como CEO del First Boston
(1983-1992).
Así como el delito de organización criminal se ha convertido en una mala
práctica de la fiscalía, similar “estiramiento” sucede con el lavado de activos,
porque a decir del Equipo Lava Jato los aportes de campaña entregados por
empresas y empresarios, así como los pagos no contabilizados son dineros sucios,
como si los hubiera entregado John Gotti o Caracol. En realidad, la moda tiene
mucho que ver con el reemplazo del fiscal Anticorrupción Hamilton Castro como
jefe del Equipo Especial, por el fiscal de lavado de activos Rafael Vela
(27/7/18), que ha impuesto este evidente sesgo, y ahora, al 99.99% de los
investigados les han “clavado” el San Benito de lavadores de dinero.
O dicho de otra manera, el fiscal Pérez con la sutileza que le ha descubierto
Gustavo Gorriti, ha percibido que PPK era un crónico y pertinaz lavador de
activos desde su juventud, sin pausa ni respiro, con más trucos que David
Copperfield, porque en su década al frente de un prestigioso banco en los
EE.UU., no logró ser descubierto, ni por el FBI, ni por el IRS (la Sunat de
EE.UU.), ni por la SEC (Comisión de Valores) ni por cierto, por sus colegas en
Wall Street. Este olfato de sabueso del fiscal Pérez debería merecer la Marca
Perú para considerarlo como producto de exportación a Quantico (FBI) o a Langley
(CIA) en Virginia.