El último salvataje de Petroperú por $ 1.300 millones (de los US$ 2.500
millones que solicitaban) ha provocado que una bandada de opinólogos -varios
exministros y consultores imbricados con la Nueva Refinería de Talara (NRT)- a
cantar en coro: quiebra, sin reparar en la subsidiaridad que cumple al abastecer
los mercados allende la selva y los andes.
Con 11 lustros a cuestas, la petrolera estatal registró una pérdida de US$823
millones, trance que lleva al ministro de Energía, Rómulo Mucho, a declarar: “no
es un problema de solvencia sino de liquidez” tabla para náufrago, que ha tomado
el padrastro de la criatura Humberto Campodónico (el padre es Ollanta), cuyos
costos con los contratistas -que no son los únicos- ascienden a US$6.500
millones, sin que el locuaz Contralor Nelson Schack -al que se recuerda
sumamente puntilloso con el uso de la gasolina en los autos de Petroperú-
finalmente presente el informe final de las millonarias inversiones en la NRT
(que prometió a voz en cuello en el 2021).
Sin embargo, una empresa refinadora -con un margen optimista de refinación de
10%- que abastece el 30% del mercado (antes abastecía el 50%), que facturó el
2003: US$4.009 millones arrastrando deudas por US$8.339 millones, engendra una
“bola de nieve” imposible de manejar -alrededor de US$ 500 millones anuales de
intereses- a los que hay que sumar “gastos de capital (Capex) por US$ 400-450
millones, principalmente para el mantenimiento de la NRT”
(Stándar&Poor´s).
Para reducir la “bola” el ministro de Economía, José Arista, eligió un
directorio poblado de financistas, que engalanarían algún banco, que preside el
economista Carlos Linares – gerente de Finanzas de Petroperú 2016-19, que
recibió el premio anual Latin Finance, alzándolo con una sonrisa a flor de
labios, al haberla endeudado con una emisión de bonos por US$ 2.000 millones
(3/10/18). Siendo loable la intención, tiene como límites los que fija el
mercado financiero, sin embargo, la tarea urgente es reconquistar la posición en
el mercado de combustibles, que alguna vez bordeó el 50%, para lo que requería
algunos directores (o mejor el presidente) con experiencia en el negocio de los
hidrocarburos.
Agrava la situación de Petroperú el carecer de una cadena de grifos, que en
realidad son los que se llevan la parte del león. De S/7, que es el actual
precio internacional del galón de petróleo, los grifos llegan a vender en
algunos barrios de Lima el galón de Premiun a S/ 22. Disgregando los S/15 de
diferencia se tiene: flete S/2, impuestos S/4, los grifos como Repsol, Primax y
AVA se llevan S/6 o más y Petroperú a lo sumo la mitad.
Ciertamente, es hora de bajar gastos como los de personal. El buen “Pericles”
dio la hora con la alusión: “se paga escolaridad a hijos hasta que cumplen 29
años”, sin que el sindicato haya dicho esta boca es mía. Pero, nunca hay que
mencionar a la soga en la casa del ahorcado. En el 2021 la empresa contaba con
2.600 trabajadores y ahora bordea los 3.000. Ergo, 400 trabajadores que se
enrolaron en el gobierno de los pobres, y, de los cuales el 75% (300
trabajadores) se sumaron en la gestión de su jefa Dina Boluarte. Lo que
indicaría que con la salida de los recomendados del exministro Oscar Vera y
adelantando.