Por qué es crucial impulsar el PIB tendencial de Chile
El Gobierno debe tomarse en serio el crucial desafío de impulsar medidas
que aumenten el potencial de crecimiento de nuestro país. Nutrir, sacar adelante
y concretar la agenda para la productividad presentada, combatir el empleo
informal, destapar trabas regulatorias que dificultan tanto el emprendimiento
como la concreción de grandes proyectos de inversión, avanzar hacia una mayor
flexibilidad del mercado laboral, fomentar el ahorro y la profundización de
nuestro mercado de capitales, y volver a recuperar la certidumbre institucional,
son todas medidas que nos permitirán avanzar en esta decisiva tarea. Es
justamente en la capacidad de elevar nuestro crecimiento tendencial donde
realmente se juegan las posibilidades de desarrollo de Chile y de sus futuras
generaciones. Las perspectivas de crecimiento para este año habían revelado
un leve mejoramiento frente a lo esperado hasta hace poco. El Imacec de enero
sorprendió al mercado positivamente, mostrando un crecimiento de 0,4% respecto a
igual mes del año anterior. Y aunque luego el Informe de Cuentas Nacionales haya
corregido a la baja la estimación a 0,1%, aun así el dato contrastó fuertemente
con lo esperado por la Encuesta de Expectativas Económicas, que indicaba una
contracción de -1,5%. De esta forma, no pocos analistas han indicado que la
contracción esperada para 2023 (de -0,7%, según el último Informe de Finanzas
Públicas del cuarto trimestre de 2022) podría ser menor de la esperada e,
incluso, hay voces que no descartan del todo terminar con crecimiento positivo.
Sin embargo, más allá de observar cuánto vamos a crecer este año, lo realmente
importante para la economía chilena son sus perspectivas de crecimiento
tendencial. Lamentablemente, las perspectivas en este ámbito no son nada
alentadoras, y ello podría ser un elemento crucial que termine por privar al
país de saltar hacia una etapa de desarrollo superior en el mediano plazo.
El crecimiento tendencial, a diferencia de las cifras de crecimiento efectivo
del PIB, da cuenta de la capacidad de crecimiento de una economía en ausencia de
shocks transitorios de productividad y cuando los insumos se usan en su
capacidad normal. Es decir, el crecimiento tendencial busca capturar la
capacidad de crecimiento de mediano y largo plazo. Observar este indicador es
extremadamente relevante, dado que incluso en presencia de eventos transitorios
que afecten las cifras de crecimiento de un año en particular (pandemia,
conflictos bélicos o una crisis social, por ejemplo), el potencial de
crecimiento de largo plazo es lo que determinará qué tipo de país será Chile en
veinte o treinta años más. De esta forma, las posibilidades de bienestar de las
futuras generaciones están más determinadas por la evolución del PIB tendencial
que por cuánto logre reactivarse la economía al cierre de este año.
La mala noticia es que en el último tiempo el crecimiento tendencial de Chile
se ha deteriorado fuertemente. Las estimaciones del Comité Consultivo del PIB
tendencial del año 2021 muestran que, si durante la década de los noventa el PIB
tendencial de Chile se ubicaba en torno a un 6,5%, en la década siguiente este
se redujo a 4,2%, y entre 2011 y 2020 ha vuelto a descender hasta llegar a un
promedio de 2,9%. Hacia adelante, las estimaciones de PIB tendencial no minero
de 2022 apuntan a un crecimiento de apenas 2,3% anual en promedio entre
2022-2027. Así las cosas, la capacidad de crecimiento de la economía chilena ha
perdido cerca de 4 puntos de crecimiento tendencial en poco menos de tres
décadas.
Los efectos de esta pérdida de PIB tendencial son múltiples y devastadores.
En primer lugar, un menor PIB tendencial repercute en menores posibilidades de
bienestar para la gran mayoría de las personas de nuestro país. Una menor
capacidad de crecimiento implica menor dinamismo de la economía en el mediano
plazo y, por tanto, menor actividad y perspectivas de mejoramiento de los
salarios.
En segundo lugar, un menor PIB tendencial deja en la práctica un menor
espacio para financiar gasto público, dado que el presupuesto anual se determina
utilizando como parámetro estructural el PIB tendencial de la economía. Así, un
menor PIB tendencial implica tener una menor capacidad de generación de ingresos
fiscales permanentes para financiar la política social a través de programas y
políticas públicas también permanentes.
Finalmente, un menor PIB tendencial, dado que es un indicador sobre la
capacidad de crecimiento de una economía en el mediano plazo, termina por
determinar cuáles son las posibilidades de bienestar y desarrollo de un país
completo. Por ejemplo, si Chile no se hubiese desacelerado y hubiese mantenido
un crecimiento de su PIB per cápita de un 4% anual a partir de 2001, al año 2019
habría logrado un PIB per cápita de USD 31.418, cifra sustantivamente mayor que
los USD 23.908 que se registraron en 2019 (PIB per cápita medido a paridad de
poder de compra y en dólares internacionales de 2017, reportado por el World
Economic Outlook Database de octubre de 2022).
En perspectiva internacional, aquel nivel de PIB per cápita nos hubiese
acercado a países como Portugal, el cual a 2019 registró un PIB per cápita de
USD 34.989. Así, las diferencias en las tasas de crecimiento, aunque puedan
parecer insignificantes en el día a día, tienen un gran impacto en las
posibilidades de bienestar de un país cuando se evidencia su efecto acumulativo
en grandes periodos.
Por ello, vale la pena también analizar las reformas estructurales que están
siendo discutidas en el Congreso, dado que tanto la reforma tributaria (por
ahora rechazada) como la de pensiones, introducirán cambios que podrían afectar
–ya sea positiva o negativamente– la capacidad de crecimiento de largo plazo de
la economía chilena. Por el lado tributario, elementos presentes en la reforma
propuesta, como el impuesto a la riqueza o patrimonio, atentaban directamente
con desencadenar potentes fugas de capitales ante la posibilidad de su
implementación, además de desincentivar fuertemente el ahorro. Por el lado
previsional, existen potenciales riesgos sobre el empleo informal y la
profundidad del mercado de capitales, ambos elementos que merecen ser estudiados
con cautela. Fundamental será entonces que las reformas en discusión logren
equilibrar virtuosamente no solo las aspiraciones recaudatorias y los ajustes en
materia de pensiones, sino también el necesario impulso a la capacidad de
crecimiento de nuestro país.
En definitiva, el Gobierno debe tomarse en serio el crucial desafío de
impulsar medidas que aumenten el potencial de crecimiento de nuestro país.
Nutrir, sacar adelante y concretar la agenda para la productividad presentada
por el Gobierno, combatir el empleo informal, destapar trabas regulatorias que
dificultan tanto el emprendimiento como la concreción de grandes proyectos de
inversión, avanzar hacia una mayor flexibilidad del mercado laboral, fomentar el
ahorro y la profundización de nuestro mercado de capitales, y volver a recuperar
la certidumbre institucional y el control de la violencia, son todas medidas que
nos permitirán avanzar en esta decisiva tarea. Es justamente en la capacidad de
elevar nuestro crecimiento tendencial donde realmente se juegan las
posibilidades de desarrollo de Chile y de sus futuras generaciones. Patricio
Órdenes 27 marzo, 2023