Como si fuera ayer recordamos que la dupla Pedro Francke y Humberto
Campodónico se presentó en sociedad (Citibank y BofA) “como los guardianes de la
estabilidad económica” (El País). Dios es peruano porreaba la barra brava, que
extrapolaba para la dupla los goles de Jefferson Farfán y Paolo Guerrero. Sin
embargo, con escasos minutos con la blanquirroja, ambos desfallecen
políticamente moribundos, con el corazón atravesado por sendos “decretos de
urgencia”. En el caso de Francke: el DU 102-2021 por S/ 520 millones que asigna
sin licitación, 133 contratos entre los amigos del “gabinete en la sombra” de
Pedro Castillo y en el caso Campodónico: el reciente DU 023-2022 por S/ 4,000
millones (US$ 1,000 millones) de aporte a Petroperú, para intentar salir a
cualquier precio del irresponsable desabastecimiento de combustibles.
Con voz trémula, el expresidente de Petroperú confiesa: “No logramos
dimensionar… la profundidad de la crisis…No tenemos una bola de cristal… En los
50 años de Petroperú, no habíamos visto una crisis de iliquidez… Por eso Fitch
nos quitó el grado de inversión y profundizó los problemas” (RPP 27/10/22). En
realidad, en 50 años, Petroperú no había exhibido un pasivo de US$7.500 millones
como ahora (EEFF 1er semestre). Esta crisis, en plena temporada de Halloween, no
deja margen para no rememorar la célebre novela de Mary Shelley, en la que el
estudiante de medicina Víctor Frankenstein, da vida a una criatura de 15 metros
que se torna incontrolable, persiguiéndolo sin tregua hasta morir en el intento.
Humberto Campodónico, como el napolitano, creyó que de la nada podía crear dar
vida a un oneroso ente: una refinería último modelo. Descartando opciones más
sensatas como: un programa para disminuir el azufre de los combustibles,
como el de la Refinería La Pampilla (US$ 700 millones) sumando la
modernización de la antigua refinería (que ampliaría en 46% la producción), a un
costo de US$ 1.711 (Campodónico 24/5/12).
Con ello, el ex jefe de Petroperú ,al embarcarse una nueva refinería
que costaría el doble, US$3.450 millones (CADE 2012), irresponsablemente
abrió las puertas del infierno. Y ahora, luego de una década de retrasos en los
que no descarta más de una trapacería -que aún la Contraloría no tiene intención
de revelar- tiene un costo real que sobrepasa fácilmente los US$6.000 millones,
lo que ha generado un gigantesco endeudamiento. Con lo que el drama ha terminado
como en la novela: el engendro llevó a la muerte (política) de su creador.
No queda claro, sin embargo, el último capítulo de la tragedia, que se gestó
con el retraso en la contratación de PriceWaterhouse (PwC) para auditar los
Estados Financieros del 2021. La Contraloría, Petroperú (gestión de Hugo Chávez)
y PwC cruzan argumentos. Lo cierto es que la Contraloría tardó cinco meses en la
convocatoria, y la satanizada “confidencialidad por dos años de los acuerdos
comerciales” – que es lo que se estila en el mercado- fue finalmente retirada;
sin embargo, la auditora desistió.
El retorno de Campodónico, envuelto en el aura de salvador, se dio luego
del escándalo presidencial de la frustrada compra de biodiesel, pero, la
primera rebaja de la calificación de los bonos Petroperú de BBB- a BB+
(15/3/22), se veía venir, porque Fitch había degradado en dos oportunidades
los Bonos del Perú en el 2021, gracias al ascenso de Pedro Castillo. No
obstante, la luz roja sorprendió el lunes 6 septiembre a Campodónico en el MEF,
tomado de la mano con el ministro Kurt Burneo, en plena preparación
del aguinaldo, cuando Fitch rebajó a bonos basura los bonos de la petrolera
debido a que se había quedado sin caja para operar.
El exviceministro de Hacienda, Luis Arias Minaya señala: “el monto total del
forado conocido hasta la fecha es de US$2.250 millones (1% del PBI). Es un hueco
que tiene el flujo de caja…. Petroperú ha quebrado”, aludiendo a los aportes del
Tesoro en el 2021, agregando “parte del problema es que no sabemos el tamaño
real del forado”.
Iluso, el padre de la criatura promete que el soplo de la vida le llegará
antes de las navidades (15/12/22). Es verdad, que operando al tope ,la nueva
refinería podría procesar 34 millones de barriles anuales de combustibles, que
en el mejor de los casos, podría aumentar los ingresos en US$ 500 millones.
Pero, para una empresa que factura US$6.000 millones y que registra utilidades
de apenas US$106 millones (2021), no es suficiente. Nadie espera para un Ferrari
con los ingresos que le reporte hacer taxi.