La pandemia viene causando una terrible resaca en la economía. Durante el
cierre de fábricas y ciudades, los principales bancos centrales del mundo,
liderados por el Federal Reserve Bank (Fed) de EEUU y el Banco Central Europeo
(BCE), inyectaron astronómicas cifras en sus países; y, se esperaba que una vez
finiquitada la emergencia, la economía se reactivaría instantáneamente. Ante el
hundimiento de los mercados financieros (Dow Jones – 15.3% y Nasdaq -28.1%),
EEUU se limita a soñar con un aterrizaje suave (soft landing) de 2.3% de
crecimiento del PBI, porque la inflación, al haber subido a 9.1%, obliga a la
Fed a volver a elevar la tasa de interés de referencia (TIR) en 0.75% o más (se
baraja que la TIR podría superar el 4% el 2022), lo que ralentiza el
crecimiento; mientras que Europa reduce la meta de crecimiento (2.6% del PBI) y
el otro gran motor, China, apenas creció en el 1er semestre 2.5% del PBI, siendo
el desempeño del 2do trimestre un magro 0.4 % del PBI por la proliferación de
cuarentenas.
Ante la tormenta en ciernes, el dólar se erige como un refugio para los
inversionistas: el euro se ha puesto a la par con el dólar, la libra esterlina
(£ 0.84) y el yen (¥ 138.53) retrocediendo a niveles no vistos en décadas, por
lo que Xavier Sala i Martín de la Universidad de Columbia, señala: “se espera
que la recesión sea peor en la UE que en EEUU, debido a que depende más de las
importaciones energéticas de Rusia, y además, el BCE no tiene tanta capacidad de
luchar contra la inflación como la Fed por las deudas de Portugal, España,
Italia y Grecia”.
A esa comparación habría que agregar que EEUU se encuentra en una posición
privilegiada y singular, porque es el único país que puede definir su política
monetaria en función de la demanda agregada mundial del dólar, y no solo en
función de la coyuntura de su mercado interno.
Anunciando la tempestad, el Perú el dólar informal rozó los S/ 4 el martes
12, sin embargo, cerró la semana en S/ 3.91 por la venta de dólares para los
pagos de quincena. El BCR salió a realizar maromas por US$ 1,235 millones (venta
cash, swaps y CDRs).
Perú, y Chile por ahora, reciben menos dólares porque el precio internacional
del cobre -principal producto de exportación- se ha desplomado (–33%) desde US$
10,730/tonelada (7/3/22) hasta US$ 7,190 (15/7/22). Goldman Sachs augura que
llegará a US$ 6,700 en octubre, mientras el Bank of America advierte que “si
Europa sufre una escasez de gas, el cobre podría caer hasta US$ 4,500”
(12/7/22).
“Existe una relación inversa entre el precio del cobre y el tipo de cambio”,
recuerda Carlos Parodi de la Universidad del Pacífico. Héctor Osorio de PKF
Chile precisa que “el grado de dependencia del cobre es mayor en Chile (17% del
PBI) que en el Perú (9% del PBI)”. Asimismo: “Perú vive inestabilidad política
como casi un factor omnipresente en su política interna (…). Esto está tan
internalizado en el quehacer de los peruanos, que no altera su capacidad
productiva. En cambio -dijo- en Chile hay una situación de inestabilidad que es
bastante nueva en términos relativos…”.
Es verdad que Chile afronta una crisis política, económica y social
impensable para los sureños hace solo unos pocos años. Pero el Perú entra en
esta crisis económica con un equipo de gobierno donde late la incompetencia a
diferencia de años atrás. A eso hay que sumar el hecho de que la estabilidad
política e institucional no pueden seguir degradándose indefinidamente hasta el
infinito. Debemos reaccionar antes de que el descalabro sea sistémico e
irreversible.