Cual profeta Jonás, el ministro de Economía, Pedro Francke, no tuvo mayor
reparo en adentrarse en las lujosísimas “entrañas” del Bank of América – Merrill
Lynch (BofA) en Manhattan -el martes 21-, para sostener una exclusiva reunión
con fondos que adquieren bonos del Perú, como Pimco, Allianz, Manulife, etc.,
donde profetizó “no veo posibilidad alguna de una Asamblea Constituyente”, al
responder sobre la recolección de firmas para pedir una nueva constitución, por
lo que Vladimir Cerrón tuiteó: “Es natural que desconozca, quien no es del
partido, ni estuvo en campaña, pero la Asamblea Constituyente es una promesa y
una bandera de lucha, ¡no puede ser una estafa al pueblo!”.
Francke añadió, entre tostada y tostada, que “el sistema de pensiones seguirá
siendo privado… aunque él preferiría uno que mezcle los sistemas privado y
público, pero que con el actual Congreso no cree que esto ocurra” y que en la
reforma tributaria para la gran minería, lo asesorarán el FMI y el Banco Mundial
y la ratificación de Julio Velarde y el nombramiento del resto de directores del
BCR “se verá en octubre”.
Los oídos se aguzaron cuando reveló: “el 2022 se necesita un financiamiento
de casi US$ 10,000 millones”, por lo cual se emitirán Bonos Globales en una
“moneda fuerte” por US$ 1,650 millones y además Bonos Soberanos (soles) por el
equivalente a US$ 7,500 millones, “con un adicional de US$ 1,000 millones”,
despertando el interés de los presentes -entre los que destaca Antero Carrillo,
Managing Director del BofA, quien fue el que lo presentó en sociedad con los
empresarios entre la 1ra y 2da vuelta-, precisando: “existe una gran posibilidad
de que el gobierno emita más Bonos Globales en caso de que las condiciones del
mercado local no permitan soportar una emisión en soles de esa magnitud (US$
8,500 millones)”. En rigor, el monto rebasa la meta de deuda fijada en el
proyecto de ley de endeudamiento y todo indica que los bancos “elegidos por el
MEF” (¿BofA?), como creadores de mercado, recomendarán que la emisión sea en
Bonos Globales (dólares o euros) tanto por la devaluación como por la
incertidumbre. A lo que hay que añadir otros bonos por US$ 6,000 millones de
“administración de deuda” para reemplazar los bonos que se vencen el 2022. Es
decir, se avecina una pachanga de títulos de deuda del Perú en Wall Street.
Del flamígero columnista de H13, va quedando un sorbo.
Otro tema polémico es la meta de crecimiento de la inversión privada (IP) de
5.5% en el 2022, que es requisito sine qua non para que el PBI se situé en 4.8%
en el 2022, según pronostica el MEF en el MMM, que con harto floro y poca carne
menciona: “grandes obras de infraestructura (¿?), proyectos mineros y
recuperación de la inversión: inmobiliaria, retail, manufactura etc.”, no
obstante, el Consejo Fiscal duda que la IP supere el 5%, citando el promedio
anual 2015-2019 que fue pobrísimo: -0.2%. Terciando, el BCR acaba de augurar que
esta IP será de 0% (recortando el PBI 2022 a 3.4%-18/9/21). Más pesimista,
Credicorp sostiene que “si no se recuperan las expectativas, la inversión
privada caería -7%”. Solo la inversión privada salvará al Perú. ¿Quo vadis,
Pedro?