Si bien no pudimos subir al pódium en la Copa América de Fútbol, ahora,
gracias al “efecto Castillo”, estamos ganando la “Copa América” de la
devaluación 2021, con 14.13 %, dejando a Argentina con la medalla de plata:
14.11% y a Colombia con la de bronce:12.11%, gracias a que el dólar se ha
llegado a ofrecer en los bancos a S/ 4.11, mientras que en diciembre del 2020 se
vendía a S/ 3.60. A este ritmo, la “devaluación anualizada” (julio 2020-junio
2021) por el momento bordearía el 17%, pero, el JP Morgan indica que el billete
verde alcanzaría los S/ 6.50 en un gobierno radical. Ergo, 90% de
devaluación.
Con la divisa en las nubes la inflación se dispara: carnes 19.83% (INEI),
porque el precio del pollo eviscerado subió 33.8% pasando de S/ 7.10 a S/ 10 el
kilo. El rubro de aceites 19.10%, debido a que Alicorp “se ha puesto las pilas”,
pero, las alcalinas: el aceite Cocinero de S/ pasó de 6.39 a S/ 12.20 y el
Primor de S/ 8 a S/ 12.40. Combustibles 22.18%, donde el balón de gas de 10 kg
Solgas y Lima Gas lo venden en S/ 57, mientras se abastecen a S/ 26.90
(Osinergmin).
A fines de junio, la “inflación anualizada” era de 3.25%, según la variación
del Índice de Precios al Consumidor de Lima Metropolitana de una canasta de
consumo (2009), pero, el directorio del BCR que preside Julio Velarde (8/7/2021)
nos devolvió la calma al anunciar: “la inflación retornará al rango meta -entre
1% y 3%- en los próximos doce meses debido a la reversión del efecto de factores
transitorios sobre la tasa de inflación (tipo de cambio, precios internacionales
de combustibles y granos)”. Según el BCR “por cada 1% de alza en el tipo de
cambio, la inflación aumenta entre 0.1% y 0.2% al cabo de un año”, o sea, esta
devaluación (17%) podría empujar la inflación “recién en el 2022” a un rango
entre 1.7% y 3.4%.
Un detalle no menor es que “el Perú ocupa casi el último puesto con la
canasta de consumo más antigua (2009) en una muestra de 20 países cuyos bancos
centrales fijan metas de inflación (sólo superado por Turquía)” (Reporte de
Inflación Junio 2018), cuando el propio manual señala que se tiene que
actualizar con una encuesta de consumo cada cinco años- “porque se modifican las
preferencias de los consumidores y cambia la estructura porcentual de sus
gastos”. Dicho de otra manera: la “canasta limeña” con la que hace compras y
calcula la inflación el señor Velarde, tiene 12 años de antigüedad.
Curiosamente, en los únicos tres índices que se han actualizado al 2013
(INEI), la “inflación anualizada a junio” es el triple que la inflación limeña
con la que nos tranquiliza el BCR. Veamos: Inflación al por mayor 9.26%,
Inflación por maquinaria y equipo 10.13% Inflación por materiales de
construcción 10.97%. Resulta a todas luces injusto, que la baja inflación de
Lima -con canasta desfasada- se utilice para reajustar la Remuneración Mínima
Vital, calcular la tasa de pobreza, entre otros valores, mientras que los
índices de reajuste que utilizan los empresarios son mayores. Así las cosas,
el BCR vive sonriendo como el Gato de Cheshire de Alicia en el País de las
Maravillas.