De inmediato, los elegidos, sin mayor dilación, deben abordar
tres temas: primero, presentar un plan para acabar con la pandemia; segundo, un
programa para reconstruir el país y, tercero, fortalecer la confianza que
requiere para gobernar la presidencia de la República.
Decía Bruno Seminario que no se puede hablar de un programa de
reactivación económica si no se termina con liquidar la pandemia, y, sobre todo
restarle toda posibilidad a una tercera ola.
No sólo reforzando la vacunación sino con el seguimiento al
virus mediante masivas pruebas moleculares. Disminuir la letalidad aumentando la
atención en las postas, e incrementar la provisión de oxígeno y el número de
camas hospitalarias y camas UCI, que es el mejor homenaje que podemos realizar a
la memoria de nuestras 200 mil víctimas.
Segundo, la reconstrucción del país. No hay que olvidar que los
2.5 millones de nuevos desempleados y quizá sus familiares acaban de acudir a
las ánforas con desesperación.
Hay que empezar a reconstruir las cuentas públicas. Gracias a
la providencia, Dios parece peruano, porque cada tanto que nos ocurre una
calamidad aparece un milagro, como la espectacular subida del precio
internacional del cobre que ha caído como maná del cielo a los ingresos
fiscales.
Es necesario ir morigerando el endeudamiento fácil de los
últimos cinco años, que ha llevado el nivel de endeudamiento de 22% del PBI a
36%. Una fiesta de despilfarro.
Si bien es importante aumentar y reforzar los programas
sociales con duplicar a S/ 500 Pensión 65, elevar a S/ 300 la pensión bimensual
de Juntos y el anunciado Bono Oxígeno de S/ 10 mil por cada familia de una
víctima de la covid-19, más importante aún es vigilar la calidad del gasto.
Pero, donde se espera que se aproveche la luna de miel –si es
que el nuevo gobierno la tiene- es con iniciar una verdadera cruzada en
infraestructura: empezando destrabe de Majes y Chavimochic, la aceleración de la
Línea 2 y la nueva Carretera Central, así como poner en marcha los medianos
proyectos regionales. Se necesita una verdadera revolución con color de
cemento.
Y por último, pero no por eso menos importante: hay que
reforzar la confianza en la figura presidencial. No sólo para construir una
mayoría relativa sólida en el Congreso sino para calmar a mercados como el
cambiario, porque si bien el dólar está subiendo en todo el mundo, el tipo de
cambio ha trepado, durante las últimas semanas en 7%, tanto que en las
ventanillas de los bancos se ha colocado en S/ 3.90, y podría despertar a la
fatídica inflación.
Hemos marchado y gritado durante varios meses. No necesitamos
“gabinetes de lujo”, tan sólo ponernos a trabajar con humildad y sin
triunfalismos, mejorando la eficiencia estatal, para incentivar el retorno de la
inversión privada y poder volver a la senda del crecimiento.