En el Perú Nos vamos a la segunda vuelta del proceso electoral, para
elegir al presidente, y entonces los comunistas se acercan a los diferentes
grupos sociales, hablándoles cositas lindas, cautivadoras, en algunos casos
emotivas, con lágrimas de llapa.En cuanto a los jóvenes, les recitan, les cantan, los cortejan y los
adulan, enfrentándolos a los viejos, diciéndoles que esos viejos ya fueron.Sin embargo, mucho ojo en este punto,
porque si de viejos se trata, los comunistas ocupan algunos de los lugares más
preponderantes en el álbum de la historia de los dos siglos ya pasados, y para
su propio pesar, borrar sus figuras de aquel álbum les resulta
imposible.
En su manifiesto, Marx dice que hasta ahora los movimientos han sido
hechos por minorías, al servicio de minorías, y resulta que los comunistas se
han dado maña para arrimarse y ser parte de esas minorías.Es por eso que hoy los vemos en el rol de grandes funcionarios de las
instituciones del imperialismo global, imperialismo que en el Perú tiene a los
del partido morado, como sus aplicados empleaditos domésticos.
En la práctica, los comunistas son la vejez vestida de novedad, el
atraso disfrazado de progreso, el hambre proclamado como abundancia, el golpe
arropado de democracia.Los
comunistas encarnan lo falso como si lo falso fuese cierto.Son los heraldos de un visceral odio que ellos venden como si ese odio
fuese amor.Promueven lo más
intolerante de lo intolerable bajo la etiqueta de tolerancia.Representan lo más retrógrado en cuanto a ideas, programas y planes
políticos que, habiendo ya fracasado, ellos pretenden presentar como
alternativas modernas, viables y efectivas, para ganar las simpatías de los
jóvenes votantes y de ese modo llegar al gobierno.
Los comunistas saben más por viejos que por comunistas, y es por eso
que han sido capaces de encaramarse en el poder, aunque no los hayan elegido,
haciendo gala de una gran habilidad para maniobrar en el terreno político, tal
como lo demostraron el pasado mes de noviembre, en medio de la crisis política
que nos tocó enfrentar en el Perú.Ya en el siglo 19, cuando vieron que la lucha de clases no iba a ser el
motor de la historia, tal como su amado Marx lo planteaba, ellos se encargaron
de robarle a la historia su motor.Es decir que se apropiaron de la lucha de clases, la cual pasó a ser un
rubro de servicio político que los comunistas ofrecían a quienes pudiesen estar
interesados en contratarlos, como proveedores de agitación y violencia
revolucionaria.Al respecto, sería
interesante ver de dónde salió la platita para costear la revolución soviética
de 1917.
Los comunistas Son los maestros de la paradoja, del doble lenguaje, del
doble pensamiento, de la narrativa sucia, de la versión prostituida de los
hechos, de la instigación más maquiavélica que se pudiese imaginar.Poseen una gran experiencia para revirar el sentido original de las
cosas.Son muy hábiles a la hora
de presentar lo que no es como si fuese.Así, hacen aparecer a los más desalmados asesinos como si fuesen héroes y
a los héroes como algo peor que asesinos.De ahí su amor al tal Guevara, al miserable Guzmán y a toda la recua de
criminales que ellos idolatran.
Felizmente, en el Perú hay jóvenes que no están dispuestos a dejarse
engatusar, y a esos jóvenes me gustaría invitarlos a investigar.Los exhorto a que investiguen, para que se den cuenta de todo lo negativo
que los comunistas llevan en su pesado morral.Aquí no se trata de insultar a los
comunistas, porque eso los pondría como víctimas y les daría motivos para que
empiecen a lloriquear.¡Eso es lo
que ellos buscan y quieren con afán!De lo que se trata es de ponerlos al descubierto, despojándolos de todo
ese ropaje de nueva “santidad” que ellos mismos se han puesto.Lo que menos quieren los comunistas es que se les desnude, y lo que hay
que hacer es investigar para calatearlos en cuanto a sus andanzas, sus fechorías
históricas y sus vínculos financieros, porque los comunistas no mueven ni un
solo dedo si no es por plata.
En un sentido metafórico, los comunistas se parecen a un viejo leñador
que andaba por el campo buscando a un joven, para que le haga el favor de
afilarle su hacha.Cuando el joven
apareció por el camino, el viejo lo llamó y le dijo: “¿Ves ese bosque que está
al frente?Bueno, si tú afilas mi
hacha, yo compartiré la mitad del bosque contigo”.Mientras el joven hacía el trabajo, el viejo le sobaba la espalda, le
recitaba lindos poemas, incluyendo los versos más no sé qué de esta noche,
algún versito del tal Vallejo, y le recordaba que gracias a su colaboración iba
a salir de pobre, que ya no iba a necesitar trabajar para algún patrón.Entusiasmado, ilusionado, más que
emocionado, el joven hizo su tarea y…
Una vez que tuvo el hacha en sus manos, el viejo se marchó sin decir
nada.Se dirigió al bosque y
empezó a derribar los árboles.El
joven le recordó la promesa que le había hecho, pero el viejo ni lo
escuchó.Entonces, el joven alzó
la voz, y el viejo lo miró en una forma severa, como advirtiéndole.Cansado, el joven se quiso revelar, pero entonces el viejo, en vez de
darle a los árboles, le empezó a dar a él con su hacha para eliminarlo y no
tener ni un solo oponente.
Hoy, frente al riesgo en el que nos encontramos, y por una cuestión de
patria y de conciencia, no permitamos que los comunistas se apoderen del
Perú.Nuestro país no tiene por
qué entregar su presente ni hipotecar su destino a una minoría totalitaria que
busca convertir a los miembros de nuestra sociedad en sus
esclavos.