20 segundos, señor moderador - por: Luis Hernández
Nos encontramos en los tramos finales del presente proceso electoral, y
claro que El debate entre los postulantes al sillón presidencial resulta más que
necesario.No me cabe la menor
duda de eso, porque Es mediante la confrontación que los votantes podemos
comprobar cuán sólidas pueden ser las ideas y propuestas de quienes buscan la
oportunidad de ser elegidos para gobernarnos.Pero, convencido como estoy de la
necesidad e importancia del debate, quiero decir que este no puede parecerse a
una especie de conversación entre un grupo de patas que se encuentran en la
esquina de alguna empresa constructora del barrio, se toman el pelo, se mandan
indirectas, intercambian puyas, golpes de carate, uno que otro arañazo, algún
empujón, y luego, como si nada, se van.No. Y un debate tampoco
puede dar la impresión de ser un concursito de conocimientos, en el que hay que
contestar rapidito nomás.No vaya a
ser que, por el sillón presidencial como premio, surja la pregunta: ¿Cuál es la
pila, chocherita? Así mismo,
conviene señalar que un debate no es sinónimo de una entrevista colectiva, en la
que los postulantes tienen que responder a preguntas de los
moderadores.
¿Alguna vez hubo debate en el Perú?Por supuesto; más de uno hubo.¡Y qué debates aquellos!Hasta hoy los recuerdo.Los
protagonistas se enfrentaban en forma directa. Los moderadores solo marcaban las pautas
y ponían orden de ser necesario.Los tiempos eran lo suficientemente extensos, como para que cada uno de
los participantes pueda explayarse en su exposición. Y
también había un tiempo adecuado para replicar al contrincante, lo cual le ponía
más sazón, sabrosura y picante a la polémica.
Los más grandes debates que han tenido lugar entre nosotros se han
caracterizado por darse entre solo dos protagonistas.Al no haber más participantes, la confrontación de las ideas, si es que
las tenían, y el enfrentamiento de las personalidades de ambos, era más
percibidle y le permitía al lector consciente hacerse una idea de por quién iba
a votar.Así, por ejemplo, fue
mediante el debate realizado en el marco del proceso electoral municipal del año
1966, entre el doctor Luis Bedoya Reyes y el ingeniero Jorge Grieve, que los
habitantes de Lima optaron por la reelección de Bedoya como alcalde de la
ciudad, para un segundo periodo.
En el año 1977, cuando la dictadura revolucionaria decidió convocar a
una asamblea constituyente, se volvió a dar otro debate que también ha quedado
en el recuerdo.En ese caso,
Bedoya fue uno de los protagonistas frente al doctor Héctor cornejo Chávez.No está demás mencionar también el
debate que hubo en 1990 entre el candidato presidencial Mario Vargas Llosa y el
también candidato Alberto Fujimori, quien entonces contaba con el apoyo y
adicción de los comunistas; en la segunda vuelta, sobre todo.Pero ya en tiempos más recientes, si de debates se trata, justo es hacer
referencia al encuentro que se dio entre la candidata a la alcaldía de Lima,
Lourdes Flores Nano, y su oponente Susana Villarán.
Yo comprendo que en una primera vuelta electoral hay varios candidatos,
que quieren discutir sus planes y programas, y no me opongo a que la discusión
entre estos se produzca.Sin
embargo, pienso que lo que debe darse es una serie de debates ordenados,
adecuadamente moderados, protagonizados por dos candidatos cada vez.Eso, por ejemplo, permitiría que los electores puedan ver con claridad la
diferencia que hay entre las dos posiciones trascendentales, que hoy están en
competencia.Por una parte, me
refiero a la posición globalista, digamos imperialista, que hoy se quiere
imponer en nuestro país, mediante la ideología de género, a través del
despropósito estatista de destruir nuestra dinámica económica, más la
despreocupación y el desprecio por la salud y la seguridad de nuestra sociedad,
en medio de la magnitud de la pandemia en la que nos encontramos.Y Por otro lado estoy señalando a la corriente patriótica, que promueve
la defensa de la salud, el crecimiento y el desarrollo integral del Perú,
partiendo de sus instituciones fundamentales como la familia.El encuentro abierto, frontal, sin medias tintas entre ambas posiciones,
es necesario para que nuestro país tenga las cosas en claro y sepa a qué
atenerse a la hora de votar.