El crecimiento económico del 2021 debe experimentar un sustantivo rebote
estadístico, debido a que su comparación con el año anterior es bastante
ventajosa, ya que como sabemos el 2020 registra una caída de -12% del PBI.
El pronóstico del Banco Mundial es que el PBI del Perú en el 2021 crecerá
7.6% (Perspectivas Económicas 05/01/21), cifra menor al augurio del BCR que
aventura un super rebote de 11.5% (Reporte de Inflación 18/12/2020).
No obstante, el ministro de Economía, Waldo Mendoza, ha comprado a fardo
cerrado el reporte del instituto emisor señalando que “posiblemente se recuperen
mucho más aquellos sectores que se contrajeron fuertemente… comercio, turismo e
industria, asegurarán el crecimiento económico del próximo año. También la
construcción deberá crecer alrededor del 22% …y será un motor del crecimiento
económico. La minería que el 2020 cayó (-15% ene-oct), pero ahí tenemos una
capacidad productiva impresionante para que se recupere” (31/12/20).
En cambio, el optimismo del Banco Central se sustenta en que “la producción
se recuperaría apoyado en el efecto positivo de las medidas de estímulo sobre el
gasto privado, la reanudación de proyectos de inversión, la recuperación de la
confianza y las mejores condiciones del mercado laboral y de la demanda global”
y el reporte alumbra un rosario de esperanzas: el consumo privado crecería en
8.8%, el consumo público subiría 5.7%, la inversión privada se dispararía en
17.5%, la inversión pública treparía 14%, las exportaciones crecerían 15.3% y
las importaciones 10.1%.
No obstante, tanto Calderón de la Barca que desde el Siglo XVII versaba
previsor: “y los sueños, sueños son”, como el BCR casi al final del reporte
recalca: “este escenario supone la ausencia de una segunda ola de contagios por
COVID-19 de impacto significativo en el país (que ya se empieza a padecer) y la
disponibilidad de una vacuna en 2021 (que en boca del presidente Sagasti, suena
a cuento chino)”.
El Banco Mundial por su parte también advierte que no todo será viento en
popa como versa el ministro Mendoza: “el ritmo de actividad podría disminuir por
varios factores, entre ellos, la imposibilidad de contener la pandemia,
problemas relacionados con la deuda y el financiamiento externo, el
resurgimiento de tensiones sociales, daños económicos ocasionados por la
pandemia cuya gravedad no se previó, y perturbaciones relacionadas con el cambio
climático y los desastres naturales” (05/01/21).
Lo cierto es que en el primer semestre del 2021 vienen tres tornados que
podrían cruzarse y generar una gran depresión: el primero, la segunda ola del
COVID-19 (con el agregado de la cepa británica) que nos vuelve a encontrar sin
disponibilidad de camas UCI y sin oxígeno; el segundo, la falta de vacunas a
discreción, y finalmente, la inestabilidad que causa el carnaval electoral sin
líderes y sin partidos que inevitablemente nos llevarán a un segundo PPKausismo:
gobierno débil sin mayoría parlamentaria, con fuerte apoyo de la prensa
presupuestívora, una formidable barra de waripoleras y nuevamente encuestas
infladas favorables al gobierno a discreción.