A estas alturas, nos queda claro que el nombre del año 2020 en
el horóscopo chino cae como anillo al dedo: “el año de la rata”, ya que la
pandemia desnudó la mediocridad de la gestión del expresidente Martín Vizcarra,
por lo que el PBI del Perú se desplomó en -12%.
En el mes de abril, nuestro PBI tuvo una caída de -40%, la
mayor registrada en la historia del INEI, y la mayor del mundo, debido a la
cuarentena “medieval” que impuso Vizcarra, tanto que en el segundo trimestre
(abril-junio), la producción bajó en -29.8%, guarismo que es un récord negativo
en las cuentas nacionales. Inexplicablemente se paralizó al país, hasta la
minería, a diferencia de lo que sucedió en Chile, sin que la novel ministra de
Economía “Toni” Alva impusiera la cordura.
Según el BCR, en el 2020 la debacle fue general: consumo
privado (-9.8%), inversión privada (-20%), Inversión pública (-18%),
exportaciones (-18.8%) e importaciones (-16.5%), exportaciones (-15%). El único
rubro que se recuperó apenas fue el consumo público (5.4%).
No obstante, el Índice de Performance Macroeconómico de la
Cámara de Comercio de Lima coloca al Perú en quinto lugar en Sudamérica en el
2020, siendo sólo superado por Paraguay, Ecuador, Chile y Bolivia, gracias a que
la inflación se mantuvo en 2% y que a fin de año se recuperó el déficit de la
cuenta corriente de la balanza de pagos. Quizá por ello, el ministro de Economía
Waldo Mendoza y el BCR auguran el “gran salto” en el 2021, por “un repunte más
fuerte de la demanda interna, que impulsaría el sector servicios, comercio
(18.4%), construcción (17.4%), manufactura (16.9%) y minería (14.4%).
Mientras tanto, el empleo, que es el indicador más relevante
para la próxima campaña electoral, sigue de capa caída. El último registro
nacional del INEI registra que la población ocupada ha caído en 3.1 millones -al
comparar los resultados del trimestre móvil octubre-noviembre-diciembre (2019)
versus junio-agosto-septiembre (2020)- donde se aprecia que la población ocupada
ha bajado de 17.4 millones a 14.3 millones. Curiosa esta pérdida de empleos de
3.1 millones porque casi coincide, en el mismo informe, con la caída del empleo
adecuado (en el que se trabaja por lo menos una jornada de 35 horas semanales)
que cayó 3.4 millones -pasando de 8.5 millones en diciembre del 2019 a 5.1
millones en septiembre del 2020-, monto similar, pero mayor (¿?). En esta
lamentable pérdida de empleo se aprecia que la mayoría de este desventurado
contingente laboral son mujeres: por cada hombre desempleado se suman dos
mujeres.
En cuanto a la edad de los desempleados la peor parte recae en
el segmento de 45 años a más, y sobre todo en las personas que no cuentan con
estudios de educación superior. En este universo, las empresas que tienen menos
de 10 trabajadores son las que más han despedido personal y la mayor pérdida de
empleo se ubica en la costa central del país.
Otro herido grave en esta recesión es el ingreso promedio
mensual que retornó a los niveles que existían hace siete años en términos
reales, porque a la cifra S/1,464 mensual (septiembre de 2020), hay que restarle
la inflación acumulada del último lustro (10%), con lo que el ingreso promedio
mensual nos retorna al 2013.