SOBRE LA VACANCIA PRESIDENCIAL por: Luis Hernández P.
Este lunes por la noche, en medio de tanto agobio, el
Perú que busca ser libre pudo respirar con alivio.Por fin, la vacancia del ciudadano que venía ejerciendo como presidente
de la república se había producido de acuerdo con lo que manda nuestro marco
constitucional, al cual los especialistas en derecho han hecho ya más de una
referencia.La vacancia se había
producido más allá de la actitud escéptica de quienes no tenían muchas
expectativas en el parlamento, ya que, en una anterior oportunidad, un
considerable número de sus integrantes habían optado por rechazar cualquier
posibilidad al respecto y podían volver a proceder en ese mismo
sentido.
No cabe duda que se trata de un acontecimiento digno de
ser destacado como un triunfo pro institucional.Porque luego de todo lo que hemos
venido observando, a lo largo de estos años, se podrían estar abriendo las
puertas a la posibilidad de una vida política serena y, fundamentalmente, basada
en un equilibrio de poderes, equilibrio que resulta imprescindible y que debe
estar basado en el contrapeso entre el campo legislativo y el
ejecutivo.
Sin embargo, ante lo sucedido, vamos por partes y con
mucha calma.Y digo esto porque,
en medio del alivio y la satisfacción que yo hago míos y comparto, me parece que
no debemos ni podemos perder de vista el hecho de que en nuestro país nos queda
un largo camino por recorrer y mucho pan que rebanar ya sea en la esfera
económica, como en la social, la política y cultural.En efecto, no le quitemos el ojo al hecho de que, entre nosotros, es
necesario realizar un gran esfuerzo para lograr el desarrollo y consolidación de
nuestra sociedad.
La vacancia presidencial ya se dio, pero tengamos muy en
claro que eso no es suficiente para la recuperación de nuestro país.¿Puede haber otro tipo de obstáculo al respecto?Sí.El obstáculo está
representado por un cuerpo político burocrático, que fue trepando a los
diferentes niveles y estructuras de nuestro estado desde 1968, bajo la sombra
revolucionaria del golpe militar de entonces. Durante décadas, de una u otra forma,
ese cuerpo ha venido aprovechándose de los recursos del Perú y de los peruanos,
para satisfacer, ¿y también proteger?, oscuros y mezquinos intereses
mercantilistas.Hablando de ese
cuerpo, recordemos porque nada nos puede obligar a olvidar, recordemos que este
ha sido capaz de darle la espalda a los miembros más necesitados de nuestra
sociedad, cuando ellos más urgían de ayuda, frente a situaciones tan crueles
como la recientemente causada en el marco del Coronavirus.En tal sentido, no hace mucho, ese cuerpo revolucionario, socialista,
supuestamente correcto en lo político, sin una sola mancha en lo moral, (cuerpo
que solo puede operar en los bajos y tenebrosos fondos de nuestro pequeño
“estado profundo””) parecía estar más preocupado por combatir al patriarcado,
obedeciendo así a la imposición extranjera de agendas imperialistas, en vez de
darle una asistencia efectiva a quienes lo único que pedían era oxígeno; sí,
oxígeno, oxígeno y no el suministro de algún tipo de ideología perversa que, por
lo nefasto de su naturaleza, termina ahogando al espíritu
humano.
Ahora, luego de la vacancia presidencial, lo que resulta
indispensable es transformar todas las estructuras que se requiera en nuestro
estado.Ello, para evitar que ese
cuerpo siniestro antes mencionado continúe influyendo en la cabeza política, tal
como lo ha venido haciendo, promoviendo un doble discurso y una narrativa de
tipo ideológica, cuyo fin último es contribuir a la desorientación y el
sometimiento de los miembros de nuestra sociedad, lo cual es una condición
indispensable, para entregarlos como esclavos al servicio del proyecto
totalitario que hoy aparece como una real amenaza para el
mundo.
Nos encontramos en un momento de nuestra historia que se
presenta muy complicado, debido a las múltiples variantes y factores que en este
intervienen.Se trata de un
momento frente al cual no bastan las palabras de entusiasmo, las arengas, como
tampoco los sueños baratos y ni siquiera las buenas intenciones que fácilmente
se pueden soltar de la boca para afuera.Recordemos que, como dice aquel refrán, “de buenas intenciones están
empedradas las puertas del infierno”.
Hoy, nuestro país requiere de un tratamiento político
sustentado en un sentido de procedimiento táctico y estratégico, que debe
aplicarse tanto en el ámbito nacional como el internacional.Y para ello, en un sentido metafórico, pensando ya en las próximas
elecciones presidenciales, necesitamos elegir una cabeza política que tenga la
suficiente capacidad como para actuar al igual que un ajedrecista que se ubica
frente a un tablero, en el que los competidores mueven sus fichas en un modo muy
complejo, a partir de objetivos muy puntuales, propios y específicos.Sin embargo, a la par de aquella cabeza
eficiente en política, necesitamos contar con un organismo estatal limpio y
sano.Porque, en medio de las
trabas y obstáculos que se encuentran en un estado enfermo, poco o nada puede
hacer la mente del más brillante de los políticos, por mucho que este
quisiera.Esperemos que un
episodio como el de la vacancia no se vuelva a repetir, pero para ello, veamos
bien por quién votamos.