Nuestra mente está siempre expuesta a
las consecuencias emocionales de las circunstancias y situaciones que se
producen en el medio social.En
otras palabras, los acontecimientos de nuestra realidad repercuten en el ámbito
de nuestra salud mental.Por lo
tanto, y partiendo de lo antes dicho, necesitamos hacer un breve examen de la
actual situación en la que nos encontramos.
Estamos en medio de una hecatombe.El calificativo de tragedia se queda
corto frente a lo que estamos padeciendo en medio del Coronavirus.Por cierto, en solo unos meses, la base
económica de nuestra sociedad se ha hundido en un sótano que parecería no tener
fondo, y el marco de nuestras relaciones sociales se ha quedado suspendido,
colgando de los hilos de una pavorosa inmoralidad, la cual podría desembocar en
un desplome de nuestras instituciones
vitales.
En los diversos niveles y capas de
nuestra sociedad se viene encubando un malestar de tipo emocional, que resulta
más que preocupante, y en este punto quiero hacer un especial hincapié: no hay
un solo sector o clase social que esté libre de padecer frente a la presente
situación.Sin embargo, cabe
señalar que el caso es singularmente delicado en los sectores que viven en
condiciones de un hacinamiento típico de un estado de barbarie, sin agua pese a
que hay que lavarse las manos, sin dinero para enfrentar la pandemia, y sin
muchas veces contar con las posibilidades de agenciarse ese dinero que tanta
falta hace.
Sé muy bien que los problemas
relacionados con nuestra salud mental no son nada nuevos.Pero también entiendo que lo grave de la
situación en la que hoy estamos tiene que haber repotenciado la dimensión de
tales problemas, y es por eso que considero fundamental abordar el tema,
poniendo en este la atención que realmente se
merece.
La sociedad peruana está pidiendo chepa
en cuanto a nuestra salud mental.No quisiera ni imaginarme la de dramas que se deben estar viviendo a
diario.Me parecería estar oyendo a
pequeños niños que lloran de hambre, y a padres que en silencio gritan de
impotencia al no tener qué darles de comer.
Tengamos presente que no podremos hacer
proyecciones hacia ningún futuro, mientras no consigamos equilibrar
emocionalmente a los integrantes de las nuevas generaciones; generaciones que
hoy no saben qué les podrá esperar mañana, más aún luego de haber escuchado
decir que al final todos vamos a ser infectados con el tal Covid
19.
¿Necesitamos consolidar nuestra base
económica?¡Por supuesto que
sí!Y lógicamente, para eso debemos
sentar las condiciones de un equilibrio en el terreno del contrapeso entre los
poderes políticos.Sin embargo,
antes de ello, y como requisito fundamental, tenemos que apuntar hacia una meta
muy cara: un óptimo nivel de salud mental.
No pretendo idealizar este tema, ni
busco plantear alguna utopía al respecto, pero sí considero trascendente poner
sobre el tapete los asuntos relacionados con la salud mental en este caso.¿Por qué?Porque aún cuando no soy médico no me
resulta difícil comprender que sin un adecuado nivel de salud no hay ninguna
posibilidad de un real desarrollo social.
Resulta obvio que la educación y el trabajo
son indispensables.Sin embargo, es
también evidente que una sociedad enferma, como en el caso de la nuestra,
requiere de un estado de salud satisfactorio, para así poder educarse y
trabajar, con proyección al desarrollo.