Desde el Faro
Por: Rafael Hidalgo
No deja de llamar la atención que difiera en resonancia, el conteo de los puestos de trabajo a nivel nacional -que trimestralmente realiza el Instituto Nacional de Estadística (INEI)- de los auspiciosos resultados del crecimiento mensual del empleo en Lima Metropolitana o del empleo formal que registra la SUNAT (planilla de las empresas), que periódicamente son presentados con bombos y platillos por el Instituto Peruano de Economía (IPE), cuando no, con emotivas loas por parte del presidente del BCR, Julio Velarde. Lo cierto es que aún no se recuperan más de 300 mil empleos del total que existían (17.7 millones) antes de la recesión económica (1/10/22-31/12/23) que engendraron “la plancha”: Pedro Castillo y Dina Boluarte, por los cuales votaron más de 8.8 millones, en una suerte de masivo suicidio económico, singular en nuestra historia (Informe del período abril-mayo-junio 2025 INEI).
En este contingente laboral de angustiados que se han quedado sin trabajo, se aprecia que el segmento del “empleo juvenil” (de 14 a 24 años según la OIT) en gran porcentaje explica esta caída; sin embargo, cuando se compara el segundo trimestre del 2025 versus el segundo trimestre del 2024, en la población ocupada por “autoidentificación étnica” (que se publica desde el 2025), se aprecia que la mayor desocupación la experimentan los peruanos de origen nativo “quechua, aimara, nativo o de indígena de la Amazonía” -8% y (afroperuano -0.3%), a diferencia del crecimiento del empleo entre mestizos 5.4% y blancos 6% (Cuadro N.º 1.11).
Asimismo, en cuanto al nivel de ingresos: si bien han aumentado en más de 300 mil el número de aquellos privilegiados que gozan de un “empleo adecuado”, porque perciben por encima del sueldo mínimo y cuentan con un horario regular (pasando de 9.2 millones a 9.5 millones), en cambio, los sobrevivientes del “subempleo” -o sea, los que ganan por debajo del sueldo mínimo con un horario irregular- han disminuido en más de 613 mil (de 8.6 millones a 7.9 millones). La calle, como “suena” el flow de Daddy Yankee, “Está Dura, Dura, Dura… medio escandalosa”. Todo ello en un escenario en que nuestra Población en Edad de Trabajar (PET), crece y crece. El incremento en lo que va del gobierno del Lápiz -julio del 2021-junio del 2022, supera los 1.4 millones (pasando de 25.2 millones a 26.6 millones), de los cuales votarían alrededor de 25 millones.
No obstante, esta creciente presión social por laborar, de alguna manera, se ha visto amenguada porque han partido del país, sin visos de retorno, más de 650 mil peruanos.
Por otro lado, algunos suertudos de la población ocupada, uno de cada cinco trabajadores (21.8%), es decir, 3.8 millones, ostentan una segunda chamba por “la necesidad de complementar ingresos insuficientes tanto en el mercado laboral formal como informal”, el 82% con una “ocupación secundaria fija”, y cerca de 645 mil a través de “cachuelos” según un estudio realizado sobre la base de la Encuesta Nacional de Hogares 2024 (Cámara de Comercio de Lima).
Otro de los escasos aspectos positivos de este panorama laboral es que en este período, el empleo formal ha crecido en más de 5% (pasando de 23.9% a 29.3%) mientras la cruz de la informalidad retrocedió en igual medida (de 76.1% a 70.7%). Las mayores tasas de empleo informal se presentan en: Juliaca 82.5% y Pucallpa 73.3% y las menores en Moquegua 54.4% y Lima Metropolitana con 56.1%.
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