El gran aliado de China también le pone aranceles: la ‘invasión’ de coches baratos desde Pekín ya desborda a Rusia
- China ha copado un mercado ruso expedito tras irse Occidente
- Moscú quiere inversiones chinas en vez de exportaciones masivas
- Putin sube la tasa de reciclaje, que actúa como arancel, para estos coches

La frase que muchos inversores americanos están empezando a usar (what a time to be alive: menuda época para estar vivo) cobra sentido con cada noticia más sorprendente que la anterior en un mundo cada día más volátil. El último titular ha dejado perplejos a muchos: ni Europa, ni EEUU, sino Rusia se ha visto en la tesitura de imponer aranceles a su gran aliada, China, ante la avalancha de coches baratos que está recibiendo desde Pekín. Si en Washington existe una permanente tensión con el gigante asiático y en Bruselas se busca poner coto a una ‘invasión’ de vehículos bonitos y baratos que llegan por mar en colosales buques, la decisión de Moscú provoca estupor en la medida en la que Pekín ha sido su gran apoyo internacional desde que sus militares entraron en Ucrania.
La actual coyuntura surge de un momento de necesidad mutua. Rusia necesitaba proveedores tras el rechazo internacional por su invasión de Ucrania. China necesitaba clientes ante el cada vez mayor recelo de Occidente a sus masivas exportaciones. El resultado ha sido una dependencia que ha desbordado a las autoridades rusas.
Antes de la guerra, Rusia se encontraba entre los diez principales mercados automovilísticos del mundo, con 1,5 millones de vehículos de pasajeros vendidos en 2021, justo detrás de Francia y el Reino Unido, con 1,6 millones cada uno. Ese año, aproximadamente el 70% de los vehículos producidos en Rusia procedían de marcas occidentales, una cifra que ascendía al 92% si se incluyen las empresas conjuntas entre empresas occidentales y rusas. En Moscú, los consumidores adinerados compraban modelos de lujo de Mercedes-Benz, mientras que en las provincias orientales de Rusia, las marcas coreanas y japonesas como Toyota eran la opción preferida. El fabricante de automóviles francés Renault, en asociación con Avtovaz (productor del Lada), dependió de Rusia para el 18% de sus ventas globales en 2021, según refleja un informe del pasado diciembre de Rhodium Group.
Sin embargo, tras la invasión rusa, los fabricantes de automóviles internacionales abandonaron el mercado ruso ante la creciente presión política y pública y las sanciones que afectaban a los componentes de doble uso, como los semiconductores. La mayoría de los fabricantes de equipos originales que se marcharon vendieron sus activos a entidades locales por precios simbólicos, abandonando así de hecho una posición que antes les había resultado lucrativa. Otros liquidaron por completo sus operaciones en Rusia. Ahí es donde China vio un gran nicho.
Un solo dato es de por sí bastante revelador: según la Asociación China de Turismos (CPCA por sus siglas en inglés), el año pasado las exportaciones chinas de vehículos a Rusia fueron siete veces superiores a las de 2022. Rusia compró más de un millón de vehículos chinos el año pasado, absorbiendo cerca del 30% de las exportaciones de coches de gasolina de su vecino. Según la CPCA, las marcas chinas se hicieron con el 63% del mercado ruso, mientras que la cuota de mercado de las marcas locales se redujo al 29%.
La empresa estatal Chery fue el principal fabricante de automóviles chino en Rusia, donde vendió 430.000 vehículos en los primeros tres trimestres de 2024, lo que equivale al 28% de sus ventas totales por volumen, según datos de la CPCA. Los ingresos de Chery en Rusia se han disparado casi un 800% entre 2021 y 2023, mientras que los fabricantes de equipos originales de otros países fuera de Rusia han visto caer sus ingresos en más de un 90%.

El auge también ha servido como salida para los coches de segunda mano y vehículos de gasolina, que los fabricantes chinos tienen dificultades para vender en su país debido al aumento de la popularidad de los vehículos eléctricos. Sin ir más lejos, los vehículos de gasolina representaron el 97% de los enviados a Rusia el año pasado.
Funcionarios locales en Suifenhe han revelado que las exportaciones de coches de segunda mano aumentaron un 612% en 2024. Este aumento se debió a nuevas políticas chinas que facilitan la exportación de coches usados y a un programa de «dinero por chatarra», diseñado para estimular el consumo interno e incentivar a muchos conductores a vender sus viejos vehículos de gasolina.
«Las marcas internacionales en Rusia han sido completamente sustituidas por coches chinos», certifica Cui Dongshu, secretario general de la CPCA. Gregor Sebastian, analista de automoción de Rhodium Group, constata que Rusia comparte la preocupación de otros países por «una afluencia de vehículos chinos baratos que socave la fabricación nacional».
«Rusia quiere vehículos chinos, pero ahora insiste en que los fabricantes de automóviles los produzcan en Rusia. Esta reacción muestra que incluso el aliado geopolítico más cercano de China es reacio a convertirse en un vertedero para el exceso de capacidad china«, resume Sebastian desde Rhodium Group.
La ‘traición’ rusa
En mayo de 2024, el presidente Vladimir Putin pidió una mayor cooperación con China en la producción de automóviles, una señal de que Moscú estaba interesado en que los fabricantes de automóviles chinos invirtieran en lugar de seguir exportando. Mientras tanto, el director ejecutivo de Avtovaz, Maxim Sokolov, advirtió que la afluencia de automóviles chinos representa «una amenaza real para la existencia sostenible de las industrias automovilísticas y de componentes nacionales».
Se trata de una nueva realidad que ha hecho a las autoridades rusas reaccionar. En enero, Moscú elevó las «tasas de reciclaje», que funcionan como aranceles, a 6.677.000 rublos (7.500 dólares) para la mayoría de los turismos, más del doble que el pasado septiembre. Las tasas aumentarán entre un 10% y un 20% anual hasta 2030. Oficialmente, este impuesto ‘a la chatarra’ tenía por objeto cubrir el coste del reciclaje y la eliminación de los vehículos al final de su vida útil, reduciendo al mismo tiempo el impacto sobre el medio ambiente. Sin embargo, en la práctica ha servido como herramienta para proteger a los fabricantes nacionales y alentar a los fabricantes de automóviles extranjeros a establecer producción local en Rusia.
A medidas como estas se le suma un mayor celo regulatorio. Recientemente, una investigación rusa concluyó que tres grandes fabricantes chinos de camiones incumplían las normas de seguridad y prohibió la venta de un modelo en el país. Las autoridades han señalado que podrían poner en marcha nuevos controles de conformidad y ensayo para los vehículos importados.
China, por su parte, empieza a estar en una especie de ‘jaula’. En un principio, si los aranceles de EEUU se incrementaban, el plan de Pekín pasaba por ‘inundar’ Europa con sus bienes (coches incluidos). Sin embargo, Bruselas se ha puesto manos a la obra y también ha elevado los aranceles a los vehículos del gigante asiático, dificultando y mucho la exportación. Los fabricantes chinos veían en un Rusia una solución parcial (la economía rusa no tiene parangón con la UE o EEUU), pero estos aranceles complican aún más la situación. ¿Qué puede hacer China? ¿Exportar sus coches a otro planeta? La situación es complicada, puesto que una opción pasaría por rebajar precios para atenuar el golpe de los aranceles, pero en un país en el que los costes laborales ya no son lo que eran resulta complicado reducir aún más los márgenes.
«Hay mucha preocupación, muchas quejas sobre los aranceles y lo que significarán para nosotros», asegura un comerciante chino en la ciudad de 100.000 habitantes, donde los coches listos para ser enviados se acumulan en largas filas en las calles heladas. «Europa y América los sancionaron, así que recurrieron a nosotros». Ahora, los chinos podrían sentirse traicionados, después de esta medida sobre un país que se ha convertido en el gran aliado de Rusia en la escena internacional.
Chery vuelve a ser el mejor ejemplo. La firma está planeando hacer una Oferta Pública de Venta (OPV) en Hong Kong, y según afirma en los documentos que ha ido publicando «generó ingresos considerables por ventas a Rusia», pero también ha revelado planes para reducir su presencia en ese mercado con el fin de «mitigar los riesgos de sanciones». Chery ha rechazado cómo este cambio afectaría sus cifras de ventas, según revelan desde el Financial Times.
El Economista