Los inversores empiezan a huir y los rendimientos de los bonos se disparan en horas
- Ya no lo ven como refugio ante el miedo a la recesión global
- Los fondos de cobertura se lanzan a deshacer posiciones
- El T-Note se hunde y su rendimiento se dispara tocando el 4,4%
La venganza de los inversores extranjeros: el mundo está a punto de abandonar a EEUU y su deuda es un ‘barril de pólvora’ muy peligroso. La venganza de los inversores extranjeros: el mundo está a punto de abandonar a EEUU y su deuda es un ‘barril de pólvora’ muy peligroso
El mercado de bonos del Tesoro de EEUU ha entrado directamente en barrena. Como venían advirtiendo los analistas estos días, los inversores están dejando de ver a la todavía primera potencia del planeta como un refugio seguro y eso está teniendo sus primeras consecuencias. Después de disparar Donald Trump su gran salva arancelaria la semana pasada, los inversores compraron en un primer momento bonos del Tesoro, tradicional sinónimo de seguridad, ante la incertidumbre generada y los rendimientos bajaron (en los bonos, si el precio sube, la rentabilidad exigida cae). En otras ocasiones, esta ha sido la mecánica cuando han aparecido vientos de recesión. Sin embargo, según la semana ha echado andar y la volatilidad se ha seguido apoderando de los parqués, los rendimientos del Tesoro no solo han vuelto a los niveles previos al ‘arancelazo’, sino que han protagonizado una espectacular escalada en cuestión de horas. Algo se está rompiendo ‘por dentro’ en EEUU.
El caso más observado es el del bono americano a 10 años, la considerada nota de referencia. Muy habituado al rango del 4% en los últimos tiempos, su rendimiento llegó a caer al 3,9% a finales de la semana pasada ante el miedo a una recesión global provocada por la guerra comercial lanzada por Trump. Sin embargo, algunos estrategas empezaron a llamar la atención sobre el hecho de que los rendimientos tenían que haber caído más siguiendo la lógica habitual. Enseguida la nota regresó al 4% y desde este lunes ha dado un salto angustiante. Si en el primer día de la semana, el T-Note ya recuperó el 4,2%, esta madrugada el rendimiento ha escalado incluso por encima del 4,45%. Un movimiento vertiginoso en una métrica que se suele mover más lentamente. Más grave aún es que este brinco ha llegado cuando Trump ha recrudecido el castigo arancelerario contra China (una mega-tasa del 104%) y Pekín ha replicado este mismo miércoles con un 84% ‘bajo el brazo’.
El vuelco experimentado en el bono a 10 años también se ha registrado en otras notas. El rendimiento de los bonos del Tesoro a 30 años -ahora mismo rondando el 4,8%- se ha disparado en las últimas horas rozando el 5% y alcanzando un nivel no visto desde noviembre de 2023, lo que eleva su alza esta semana a más de medio punto porcentual. Como suele ocurrir, el contagio al resto del mundo (pocos pueden ser ajenos a los mayores costes de la financiación en EEUU) no ha tardado en llegar. El bund alemán a 10 años se despertaba el lunes bajo el 2,5% y este martes por la tarde ya se arrimaba al 2,7%. Los rendimientos de referencia en Australia, Nueva Zelanda y Japón también han repuntado en las últimas horas.
Desde los medios financieros anglosajonas apuntan a un catalizador surgido ayer en medio de los temores generalizados. La caída en la deuda pública estadounidense fue a más después de que una subasta del Tesoro a corto plazo (notas a tres años) de 58.000 millones de dólares atrajera una débil demanda.
Pero esta débil demanda trasluce lo que se ha venido barruntando en las últimas sesiones: los inversores están dejando de confiar en EEUU. Los analistas estaban poniendo el acento en que hay una gran cantidad de tenencias del Tesoro en manos extranjeras (casi un 25% en un mercado que asciende a 28 billones de dólares). Sobre todo, se estaba haciendo énfasis en la gran cantidad de deuda aglutinada por Japón y China y los riesgos de que pulsaran el botón de vender ante el duro castigo comercial, especialmente contra Pekín. Incluso un escenario no tanto de ventas pero sí de un cierto recule en las compras de cara a nuevas emisiones preocupaba ya a los expertos. Ya este mismo lunes, algunos medios financieros estadounidenses recogían el rumor de que China habría vendido estos días 50.000 millones de dólares en notas del Tesoro en medio de las tensiones iniciales por el despliegue arancelario.
De momento, según informa Bloomberg, están siendo los fondos de cobertura los principales protagonistas de esta estampida al haberse precipitado a deshacer operaciones y escapar hacia instrumentos más cercanos al efectivo. Una oleada de ventas que recuerda a la que se produjo en 2020, cuando se deshizo una apuesta muy apalancada de los fondos de cobertura denominada basis trade, que aprovecha las diferencias entre los precios al contado y los futuros del Tesoro. Eso provocó que el mayor mercado de deuda del mundo se paralizara entonces.
«El efecto de impacto de los aranceles fue el descuento para una recesión y más recortes de tipos, y esa combinación se consideró una buena razón para comprar bonos. Aún lo es, y podría seguir siéndolo en los próximos meses. Pero la narrativa más preocupante de los últimos tiempos es la noción de lo que llamamos un riesgo de «vender America Inc.«. Es difícil calibrarlo y, por cierto, no tiene por qué ser una venta por parte de extranjeros, también puede ser de nacionales», escribían precisamente anoche Padhraic Garvey y Benjamin Schroeder, estrategas de renta fija de ING.
No es fácil trazar un horizonte inmediato, pero las sensaciones van a peor. «Si entráramos en recesión, los rendimientos podrían volver a bajar. Pero el aquí y ahora está pintando los bonos del Tesoro como un producto contaminado, y eso no es territorio cómodo. Especialmente para la administración Trump, que había defendido anteriores caídas en los rendimientos del Tesoro como algo a lo que aferrarse como una compensación positiva de la narrativa de los aranceles que estaba perjudicando a los activos de riesgo. Pues parece que ya no. Los bonos del Tesoro están demostrando ser un negocio doloroso también», constatan los estrategas del banco ‘naranja’.
«El fracaso de los bonos del Tesoro de EEUU a largo plazo en tiempos de estrés es evidente», escribe Eugene Leow, estratega de renta fija de DBS Bank, en una nota a los clientes. «Sospechamos que una combinación de dislocación del mercado e inversores deseosos de buscar alternativas a los bonos del Tesoro pueden ser las razones clave por las que no están rindiendo». «Esta es una liquidación de bonos del Tesoro», señala Calvin Yeoh, gestor de cartera del fondo de cobertura Blue Edge Advisors. «Es como esculpir hielo en un incendio forestal: lo que parecía bueno hace un segundo, ahora ha desaparecido»
«Las dos mayores economías del mundo se están enfrentando y la escala de las posibles repercusiones globales es enorme. Los bonos del Tesoro, que en su día fueron el refugio más seguro del mundo, están ahora bajo la presión de las preocupaciones fiscales de EEUU y los riesgos de que los extranjeros se deshagan de ellos en represalia por los aranceles. El dólar está perdiendo su apoyo basado en la rentabilidad. Y la renta variable está atrapada en el medio a medida que aumentan los rendimientos reales y se profundizan las preocupaciones sobre el crecimiento mundial», expone sin tapujos Charu Chanan, estratega de Saxo Bank. «Esto podría acelerar una búsqueda de diversificación más allá de los EEUU, con refugios seguros como el yen, el franco suizo y el oro como las alternativas probables por ahora», agrega. Durante años, analiza con perspectiva histórica Paul Donovan, economista jefe en UBS, «EEUU persuadió a los extranjeros para que intercambiaran promesas del gobierno estadounidense por bienes y servicios valiosos. Ese intercambio está amenazado».
Un éxodo ya no tan silencioso
De forma más dramática lo advertía ya la semana pasada Marko Papic, estratega jefe en BCA Research: «Una recesión que se supone que es principalmente positiva para los bonos del Tesoro a largo plazo no está ayudando a bajar los rendimientos de los bonos». «La limitación más importante para el presidente Trump es el mercado de bonos, que sencillamente no ha repuntado tanto como cabría esperar dadas las crecientes probabilidades de recesión», añadía.
El economista de BCA Research insistía en que hay ‘algo más’ en todo esto. Un «éxodo» (ya no tan) silencioso acelerado a golpe de titular. «La historia de 2025 no es la guerra comercial. Es que los inversores globales están utilizando el catalizador y el flujo de noticias de la guerra comercial para aligerar su exposición a los activos estadounidenses. El ruido de la guerra comercial está sirviendo de tapadera para un éxodo absoluto de EEUU», escribía Papic. «El mensaje que nos envían los mercados hoy es que el mundo está a punto de abandonar EEUU. No que esté a punto de una recesión común y corriente», rubricaba.
Para Papic, el principal culpable de este éxodo es el drástico cambio en las perspectivas de impulso fiscal de EEUU. El país acumula una gran carga de deuda y de déficit, limitando mucho las posibilidades de seguir gastando para mantener el potente crecimiento de los últimos años. La incertidumbre generada por Trump y las disputas de política interna agravan la situación. «Si los rendimientos de los bonos se ven espoleados por una prima a plazo (lo que se paga de más por la incertidumbre que acarrea pedir prestado a mayor plazo) de Trump, los conservadores de la Cámara de Representantes no responderán con un mayor gasto fiscal, lo que frenaría el motor del crecimiento de la economía estadounidense en los últimos cinco años», explica Papic.
Algunos analistas ya invocan a la Reserva Federal. «Hay una ‘huelga temporal’ de compradores en el mercado de bonos estadounidense. Si la situación se agrava, la Fed estadounidense dispondrá de herramientas para estabilizar el mercado», apunta Homin Lee, estratega macroeconómico sénior de Lombard Odier en Singapur». Sin embargo, el banco central de EEUU lo tiene muy difícil. Por un lado recibe la presión de bajar a la carrera los tipos de interés ante un rápido deterioro económico derivado de la crisis de confianza por las políticas de Trump y lo que se está viendo en el mercado de bonos. Por otro, el mercado laboral no acaba de sucumbir y la inflación se sigue mostrando correosa al tiempo que la agenda de Trump (menos inmigración y por tanto menos mano de obra, además de los aranceles, que no dejan de ser un impuesto al consumo) amenaza con mayores presiones inflacionarias
«La Reserva Federal intervendría si el mercado de bonos se desordenara (si China se deshiciera de los bonos del Tesoro, por ejemplo), como hizo el Banco de Inglaterra en la debacle de Liz Truss. Un mercado débil pero ordenado no merece una intervención», cierra Donovan desde UBS.
Mario Becedas. El Economista.