Desde el Faro
Por: Rafael Hidalgo
El promocionado ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho Mamani, derrochó indolencia en la presentación a penúltima hora del proyecto de ley de mineros pequeños y artesanales (MAPE), con el fin de regularizar el REINFO (registro provisional de los mineros artesanales), que viene siendo satanizado hasta la saciedad por la gran prensa y el cogollo minero, porque habiéndose creado hace ocho años (30/12/16) solo cuenta con 19 mil inscripciones de un universo que fácilmente supera el medio millón: “Hasta 430 mil mineros informales no han sido identificados por el REINFO”, señalaba la Fundación Konrad Adenauer (2021).
Empero, el MAPE no ha sido recibido con expectativa por las huestes de mineros artesanales que vienen llegando a Lima para espectar el debate en el Congreso del próximo jueves 28, porque al ofrecer, alegremente, “zonas libres” para concesiones a pequeños mineros y “áreas libres” al minero artesanal, pierde seriedad. Sólo le faltó al ministro Mucho tararear aquel vals: “haremos casas de 80 pisos… y las corvinas sobre las olas nadarán fritas…”, debido a que el más incauto sabe “que está concesionado al 100% del territorio de interés mineral”.
Por su lado, Confemin puso en la mesa “repartir las concesiones ociosas o aquellas en que se ‘explotan’ a pequeños mineros: Caravelí (Arequipa), Secocha (Ayacucho) y Pataz (La Libertad)”. En todo caso, se esperaba que el proyecto hinque el diente en la relación que reina entre los mineros artesanales, que vienen operando hace años en concesiones declaradas por terceros, planteando soluciones equitativas. Ante un megaproblema se requería una megasolución.
Sin embargo, el MAPE no alcanza, ni siquiera, a suplir las carencias del REINFO, como: el acceso al crédito, la simplificación y la cooperación técnica. Mucho se esperaba de Mucho, no sólo porque regresaba “Veinte años después” (cual D’Artagnan) al Ministerio de San Borja, sino que, al ser un proveedor calificado de la gran minería, se confiaba en que Mucho era ducho en el teje y maneje del sector, pero ha defraudado a muchos. La ilusión se acabó con el MAPE, porque, como señala el dicho: “parieron los montes y nació un ridículo ratón”.
El texto de marras es un monumento a la tramitología: “una maraña de requisitos y procedimientos que mantendrán a los miles de pequeños mineros en la informalidad… además de ignorar al enemigo: la minería ilegal que destruye ecosistemas…” (Moción de Censura 22/11/24).
Lo cierto es que el oro, que alcanza los US$ 85 millones por tonelada (ton), ha disparado una epidemia del oro en el Perú (Peruvian’s Gold Epidemic), como señala un minero de 1000 batallas, superando la “fiebre del oro” (California’s Gold Rush 1848-55). Si bien en el 2023 se exportaron 160 ton (BCR), en el 2024 las exportaciones vienen creciendo en 16% y podrían cerrar el año en 190 ton (US$ 15.000 millones).
Según la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), las transacciones de la minería informal han alcanzado los US$ 10.400 millones en los últimos años. Se quedan cortos.
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