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Las consecuencias económicas del desorden mundial creado por Trump

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  1. Amador G. Ayora

En las pocas semanas que Trump lleva en el Despacho Oval ha dado pasos decisivos para alumbrar un nuevo orden mundial. Su visión es transaccional, basada en hacer buenos negocios para su país.

Parece claro que Trump quiere desentenderse de la guerra de Ucrania, que considera muy cara para las arcas de EEUU. «O firmas un acuerdo o nos retiramos», le gritó a Zelensky de malos modos delante de miles de millones de espectadores. Esto envalentonará a Vladimir Putin, que endurecerá las condiciones para un alto el fuego. La paradoja es que mientras intenta rehabilitar al presidente ruso, derriba las relaciones multilaterales construidas durante décadas con sus amigos tradicionales.

El martes entraron en vigor aranceles del 25% a Canadá y México violando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, mientras que su secretario de Defensa amenazaba con invadir México para perseguir a los cárteles de la droga. Pero no habían pasado 48 horas cuando la Casa Blanca dio marcha atrás, con una prórroga de un mes. Algunos análisis sostienen que un arancel del 25% subirá el precio de cada furgoneta ensamblada en Estados Unidos en 8.000 dólares, sin contar las posibles represalias que adopten tanto Canadá como México. El centro y el noreste del país depende de las importaciones de gas de Canadá y de los fertilizantes para sus cosechas, mientras que el 30% de los productos alimentarios procede de México, al igual que la cerveza.

En paralelo, Trump quiere golpear a Europa con fuertes tasas a sus automóviles, sus productos agrícolas, así como el acero o el aluminio. Estos aranceles son más severos que los que impone a China, donde trata de cortejar a su presidente, Xi Jinping , al que llama un gran líder y habla de un entendimiento mutuo, sin mostrar interés alguno en defender a Taiwán. Después de ver lo que hace con Ucrania, los líderes de Taiwán y Japón deben de estar seriamente preocupados.

Trump intenta repartirse el mundo con Rusia y China, sin valorar bien las consecuencias

Estas medidas, unidas a su reivindicación sobre el Canal de Panamá y Groenlandia, dan una idea de que Trump pretende volver al reparto del mundo en tres superpotencias. De manera que China domine el Pacífico; Rusia, Europa y Estados Unidos, las Américas. Oriente Medio sería una región en disputa hasta que alcance un acuerdo nuclear con Irán. El nuevo orden mundial es la vuelta a un mundo de grandes superpotencias y de los equilibrios de poder entre ellas, como antes de la Segunda Guerra Mundial.

Alguno de los más estrechos colaboradores del presidente, como el jefe de estrategia del Pentágono, Elbridge Colby, sostiene que Estados Unidos debe dejar que Europa y Oriente Medio se las arreglen solos para centrarse en Asia-Pacífico, la región que supuestamente debería dominar el mundo durante las próximas décadas.

El gran perdedor es Europa, que quedaría relegado a un segundo plano y con el riesgo de que, si Putin sale indemne de la guerra, en unos años invada a otro país europeo. Gracias a eso, la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen , logró sacar adelante esta semana un plan valorado en 800.000 millones para reforzar su defensa, que en el 80% será financiado por los presupuestos estatales.

«Divertíos», proclamaba Trump en su red Truth Social al anunciar aranceles a los productos agrarios desde el 2 de abril. Pero los mercados bursátiles no les hizo ni pizca de gracia. El martes se tiñeron de rojo intenso por temor al estallido de una guerra comercial, que conduzca a un período de estanflación (bajo crecimiento con inflación), uno de los escenarios más indeseables y menos divertidos para los ciudadanos.

Los inversores entraron en 2025 con el optimismo de que la economía estadounidense podría recibir el impulso adicional de una Administración que favorece recortes de impuestos y desregulaciones. En cambio, las tensiones comerciales y las señales de desaceleración del crecimiento golpearon los principales índices bursátiles. Para más inri, el recorte en el gasto público de Elon Musk, que aspira a reducir dos billones de dólares, generará a corto plazo destrucción de empleo y más desconfianza.

Los nuevos aranceles son una especie de impuesto al consumo, que pueden tener un impacto equivalente al 1,5% del PIB estadounidense, según Bloomberg. El 50% de la industria estadounidense depende de productos de importación. La subida de los precios la trasladarán después al cliente. La inflación fue uno de los factores que causaron la derrota electoral de Biden. Hay cálculos de que el efecto rondará los 2.000 dólares de media para cada familia.

Hay miedo a revivir los problemas de suministro de la pandemia. En el primer trimestre puede haber una sorpresa: la Reserva Federal de Atlanta pronosticó que el PIB caerá el 2,8%. La economía mundial podría enfrentar un colapso similar a la Gran Depresión de la década de 1930, según advirtió esta semana Andrew Wilson, subsecretario general de la Cámara de Comercio Internacional (CCI), que promueve los negocios y el comercio globales.

La mayoría de los economistas, sin embargo, no espera que el aumento de los aranceles sea tan grave como para provocar una contracción. En un informe reciente, Goldman Sachs estimó que restarían solo un 0,2% del PIB, un impacto mucho menor que en Canadá. Aunque si las economías de Canadá y México entran en recesión, las exportaciones a esos países se hundirán. El efecto contagio en un mundo interconectado es inmediato.

En Europa, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, elevó en dos puntos la inflación prevista para este año y redujo la tasa de crecimiento, a la par que las expectativas de bajada de tipos de interés. «Si acaso queda otra bajada más este año», confiesan fuentes próximas al BCE. En Estados Unidos, donde la inflación puede tocar el 4% probablemente se hayan esfumado ya los recortes de sus tasas de interés.

La política caótica de Trump está sumiendo a la economía en la incertidumbre. Este viernes amenazó con sanciones a Rusia para forzarla a firmar la paz con Ucrania. El nuevo desorden mundial puede terminar en una contracción de caballo. Si Estados Unidos se resfría, contagiará al resto.

PD.- En el plano interno, el presidente de Telefónica, Marc Murtra, confirmó a Emilio Gayo como CEO del grupo Telefónica, tras barajar el nombre de Luis Abril, el responsable de la filial tecnológica de Indra. Murtra, que ya había sacado de Indra a Borja Ochoa para presidir Telefónica España, se echó atrás para no generar más conflictos, ya que la venta de Minsait está condicionada al traspaso de su director general.

Gayo, por su parte, aceptó su nuevo cargo tras exigir las mismas condiciones económicas y la pertenencia al consejo de administración, como su antecesor, Ángel Vilá. Recordemos que Murtra renunció a su plan de pensiones.

Una vez completado el equipo, en su gran mayoría integrado por técnicos y expertos en los negocios que regirán, el mercado está pendiente de que Murtra defina los objetivos de adonde quiere llevar la compañía en los próximos años. La falta de una meta concreta fue la principal crítica a la gestión de José María Álvarez-Pallete.

La posible entrada en una tele en abierto ha causado desconcierto, ya que es un negocio en decadencia, y sólo puede obedecer a las presiones de José Miguel Contrerasel exdirector de contenidos de Prisa, con el respaldo del Gobierno. Contreras fue despedido de Prisa por este proyecto.

Fainé trasladó hace semanas la vuelta de Fundación «la Caixa» a Illa, que eligió el momento

Además, hay una gran expectación por ver cómo resuelve Sánchez el entuerto de Prisa, que ha quedado en manos de su presidente rebelde, Joseph Oughourlian. Se baraja que algunas de las empresas con participación pública, como Telefónica o Indra, puedan presentar oferta para recomprar el paquete de control de Oughourlian por unos 300 millones. Criteria, que acaba de rechazar tomar el 30% de Minsait junto con Telefónica, también sería invitada.

Lo que salió bordado para el Gobierno central y, sobre todo, para la Generalitat de Salvador Illa, es la vuelta de la sede de Fundación «la Caixa» y de Criteria a Barcelona. Illa avanza así en la normalización de la vida económica en Cataluña después del proçes. Isidro Fainé habría trasladado hace unas semanas al presidente de la Generalitat su disposición a dar el paso. El momento político ha sido elegido por Illa, justo cuando Puigdemont sacaba pecho por la delegación de las competencias sobre inmigración, con entrevistas de su portavoz, Miriam Nogueras, en todos los medios. El presidente de la Generalitat, quien además puso a Murtra al frente de Telefónica, acumula poderes y reconocimientos como gran vencedor de la partida.