La fuerte subida de los precios durante el mandato de Joe Biden ha sido uno de los factores que ha impulsado a Donald Trump hacia la Casa Blanca. El presidente electo asumirá el cargo cuando la inflación se sitúa cerca del objetivo de estabilidad de precios. La batalla, sin embargo, aún no está ganada, como muestra el dato de octubre, publicado este miércoles. La inflación interanual repuntó hasta el 2,6% tras seis meses a la baja. La inflación subyacente, que elimina los productos energéticos y los alimentos, se mantiene en el 3,3%, según los datos publicados este miércoles por la Oficina de Estadísticas Laborales, dependiente del Departamento de Comercio.
La inflación, que llegó al 9,1% en junio de 2022, había caído en septiembre hasta el 2,4%, su menor nivel desde febrero de 2021. La inflación subyacente, sin embargo, se cerró ese mes en el 3,3%. Lo normal es que ambas tiendan a encontrarse. La subida mensual de los precios ha sido del 0,2% en octubre, al igual que los tres meses anteriores, impulsada sobre todo por el coste de la vivienda y de los alimentos, especialmente los de fuera del hogar. La inflación subyacente mensual ha sido del 0,3%, al igual que los dos meses anteriores.
La Reserva Federal acometió las subidas de tipos más agresivas desde la década de 1980 para hacer frente a la inflación más alta en cuatro décadas. Los precios subieron impulsados por la recuperación de la demanda tras la pandemia, unida a las estrecheces de la oferta, incluidos los atascos en la cadena de suministros. A eso se sumó el fuerte estímulo monetario y fiscal y la crisis energética y de otras materias primas desatada por la guerra de Ucrania.
El banco central de Estados Unidos ha sido capaz de contener los precios con su política monetaria sin provocar pérdidas de empleo ni una recesión, acariciando el ansiado aterrizaje suave. Sin embargo, que la inflación haya bajado no supone que los precios lo hayan hecho y los consumidores, especialmente los de menos renta, aún sufren el encarecimiento de los productos y servicios básicos en su vida cotidiana. Los precios han subido más de un 20% durante el mandato de Biden. Los salarios llevan muchos meses recuperando poder adquisitivo, pero como reconoció el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, la semana pasada, posiblemente pasen aún algunos años antes de que el malestar por las subidas de precios se diluya.
Ante el debilitamiento del mercado laboral, Powell tiene ahora un ojo puesto en la inflación y otro en el empleo. Su política monetaria es aún restrictiva, pero en septiembre cambió el ciclo de tipos de interés con una agresiva rebaja de medio punto, a la que siguió otra de 0,25 puntos en plena resaca electioral. Los inversores están divididos sobre si habrá un nuevo recorte de un cuarto de punto en la reunión del 18 de diciembre. Para entonces ya se conocerán los datos de empleo y precios de noviembre, que pueden ayudar al banco central a fijar su ruta.
En su rueda de prensa del pasado jueves, Powell no quiso pronunciarse sobre los efectos potencialmente inflacionistas que pueden tener algunas de las medidas propuestas por Trump, en particular los aranceles generalizados y la deportación masiva de inmigrantes. “A corto plazo, las elecciones no afectarán a nuestras decisiones”, dijo. “Como saben, muchas, muchas cosas afectan a la economía. Y cualquiera que haga previsiones en su trabajo le dirá que la economía es bastante difícil de prever más allá del corto plazo, no sabemos cuál será el momento y la sustancia de los cambios de política. Por lo tanto, no sabemos cuáles serían los efectos sobre la economía, en concreto, si esas políticas serían importantes, y en qué medida, para la consecución de nuestras variables objetivo, el máximo empleo y la estabilidad de precios”, se explicó.
Miguel Jiménez, El País