Desde el Faro
Por: Rafael Hidalgo
Donald Trump se sentó con su par chino Xi Jinping (30/10/25), en la base aérea de Gimhae (Corea del Sur), a propósito de la APEC 2025, para pedir “chepa” hasta su visita a Pekín (abril del 2026), tregua similar a la de su primer gobierno, en que la guerra comercial duró nueve meses hasta la Cumbre del G20 en Buenos Aires (1/12/18), por la presión de los agricultores del Midwest que exportan soya y otros a China. Como reza el vals, toda repetición es una ofensa y toda supresión es un olvido. Trump, luego de calificar el shake hands con “12 sobre 10” comunicó: “Xi se ha comprometido a comprar una enorme cantidad de soya”, devolviendo el alma al cuerpo a millones de votantes. Además, que había conseguido que se postergue, por un año, la prohibición china a la exportación de tierras raras (9/10/25), adelantando el Halloween en el Nasdaq.
La soya se utiliza en la producción de aceites y en la industria alimentaria. La alarma de cataclismo se encendió porque, por primera vez en los últimos 20 años, los chinos no adquirieron la cosecha de septiembre. De los US$ 24,500 millones (48 millones de toneladas-ton) que EE. UU. exportó en 2024, la mitad la compró China. Pero, por las bravatas de Trump, hasta julio, los chinos habían disminuido sus compras en 40% y el precio cayó 50%, aterrando a Illinois, Iowa, Indiana, Minnesota, las Dakotas y Nebraska. EE. UU. es el segundo productor mundial.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent (productor de soya en Dakota del Norte) señaló aliviado: “los chinos comprarán 12 millones de ton entre noviembre y enero, y no menos de 25 millones de ton anuales durante los próximos tres años”, añadiendo que había cerrado acuerdos con países del sudeste asiático para la adquisición de 19 millones de ton: “nuestros grandes productores (como él), a quienes los chinos utilizan como peones políticos, ya no están en peligro (uff)…” (ABC News 30/10/25).
A cambio de vender soya, Trump concedió hasta la camisa: reducir los aranceles a las importaciones chinas del 57% al 47%, olvidarse del ultimátum de arancel de 100% para el 1/11/25, reducir a la mitad el arancel por el contrabando de fentanilo (10%), suspender las tasas portuarias, aplazar el control a empresas chinas al acceso a tecnología norteamericana y los mejores oficios para resolver el caso TikTok, que informa al 43% de adultos menores de 30 años de 170 millones de usuarios en EE. UU. (Pew Research) y, sin querer queriendo, se olvidó de Taiwán.
Mientras que Xi inició fuegos: exhibiendo el 5% de crecimiento del PBI, antes de comparar las relaciones bilaterales “como un gran navío que requiere un constante liderazgo conjunto”, acotando zalamero: “el desarrollo y el rejuvenecimiento de China no son incompatibles con el objetivo Make America Great Again (MAGA)”, en tanto que la agencia Xinhua sin anestesia recuerda: los recientes giros en la relación
deberían servir de lección para evitar el “círculo vicioso de represalias mutuas”.
China también tiene la sartén por el mango en “tierras raras” al controlar el 92% de la producción mundial de 17 elementos químicos esenciales para: vehículos eléctricos, energías renovables, electrónica y defensa; el neodimio (Nd), usado para imanes en motores de vehículos eléctricos y centrales eólicas; disprosio (Dy), que mejora la resistencia térmica de imanes; terbio (Tb), se usa en pantallas de alta definición, lámparas fluorescentes y discos duros; lantano (La), para baterías recargables y lentes ópticos, y el itrio (Y) para superconductores y láseres.
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