El economista y politólogo británico compartió con El Comercio su perspectiva sobre la falta de institucionalidad en el Perú y los riesgos que la acompañan.
James Robinson, premio Nobel de Economía 2024 por sus estudios sobre la desigualdad en las naciones junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson, llega a Lima para abordar el rol de los pactos públicos privados en la Cumbre Perú Sostenible 2025, que se celebra hasta mañana. El economista y politólogo británico conversó en exclusiva con El Comercio sobre la debilidad institucional y desafíos presentes en nuestro país.
—Muchos países de América Latina, incluyendo el Perú, son altamente dependientes de las materias primas. ¿Qué tan peligroso es que esa relación se mantenga?
Países como el Perú dependen de recursos naturales porque sus instituciones funcionan mal. Esto sucede porque no se invierte en las personas. […] Taiwán, Corea o incluso China no tienen grandes recursos naturales, pero fueron extraordinariamente exitosos porque invirtieron en su gente. Y eso, diría, tiene que ver con las instituciones. El Perú ha fracasado durante siglos en invertir en su población, por eso sigue mirando al oro, al cobre. La evidencia muestra que todo ese oro y cobre no generará una verdadera prosperidad sin mejoras institucionales.
—Los problemas institucionales del Perú son graves, pero, gracias a las instituciones económicas, nuestro país superó la hiperinflación y pobreza de los 80 y principios de los 90.
Diría que hay variaciones dentro del propio país. Las instituciones no son iguales en todas las regiones. En el Perú, Colombia, México o Brasil hay zonas donde [las instituciones] funcionan mejor y otras donde no lo hacen. Eso puede impulsar el crecimiento. Por ejemplo, en el Perú hubo un ‘boom’ de agroexportación en la costa, favorecido por políticas aplicadas después de los años 90, cuando se desmantelaron regímenes arancelarios y se fomentó la apertura comercial. Así, hay elementos que funcionan parcialmente. […] Si miramos 200 años atrás, América Latina y Norteamérica tenían estándares de vida similares. La brecha actual se debe a las decisiones que han tomado los países latinoamericanos respecto a sus instituciones. Entonces, sí, ha habido mejoras en la construcción de instituciones y adopción de políticas acertadas, pero el panorama general sigue siendo de debilidad institucional y de un fracaso en el desarrollo.
—¿Asegurar la prosperidad en las naciones es cuestión de voluntad política o de movilización social?
No creo que se trate de voluntad política. Se trata de organizar a la sociedad y de construir un interés colectivo. Eso no ocurre por líderes poderosos. […] El cambio viene cuando las personas logran tomar control sobre su sociedad y sus instituciones, pero para eso deben organizarse. Claro, es difícil. Se necesita una visión colectiva para que realmente funcione, algo especialmente complicado en un país tan heterogéneo como el Perú, con tantas divisiones étnicas y sociales.
—Usted indica que el desarrollo está ligado directamente a la capacidad que tienen los estados. Esto contrasta de nuevo con el Perú, pues el Estado no está presente en muchas zonas donde hoy no existe el ‘rule of law’.
La historia demuestra que no se pueden fortalecer todas las instituciones a la vez. Hay que priorizar, y de maneras específicas. Mire el caso de Álvaro Uribe en Colombia. Se trata de un hombre complejo, con un legado cuestionable, pero que se enfocó solo en dos aspectos: mantenerse en el poder y derrotar a la guerrilla. Y lo logró, porque fueron sus únicas prioridades. […] Las FARC fueron derrotadas y luego se desmovilizaron. No soluciona todos los problemas, claro está, pero sí uno fundamental. Si te enfocas, puedes conseguirlo. En el caso peruano, tal vez la prioridad debe ser el orden y la seguridad.
Paola Villars para El Comercio 24/10/25




