- Hace días falleció Francesco Rivella, el químico clave en la creación de la crema
- Nació impulsada por la crisis del cacao posterior a la II Guerra Mundial
- Los Ferrero son la familia más rica de Italia, con una fortuna de 40.000 millones
Italia no es solo la tierra de la pizza y la pasta, sino que también posee una rica repostería, que refleja siglos de historia y tradición gastronómica. Además, cada región transalpina tiene su propia identidad, lo que potencia aún más su cocina. De esta herencia nace uno de los productos más icónicos, exitosos e internacionales que ha creado Italia: la Nutella.
Esta crema de cacao y avellanas, que conquistó el mundo e impulsó la marca Ferrero, es noticia en estos días por el fallecimiento de Francesco Rivella, el químico responsable de su creación, mano derecha de Michele Ferrero durante 40 años, y que pasará a la historia como ‘el mago de la Nutella’. Rivella murió el pasado 14 de febrero, a los 97 años, y justo 10 años después de que lo hiciera su compañero y amigo Ferrero.
El camino de Nutella hasta convertirse en la crema de chocolate más consumida del mundo es una mezcla de épica, genialidad y leyenda. Pietro y Giovanni Ferrero tenían una pastelería en Alba, un pueblo de la región de Piamonte, al norte de Italia. La habían fundado en 1942, y los inicios fueron muy complicados. En plena II Guerra Mundial, con dificultades económicas, problemas para acceder a ingredientes… no era el mejor escenario para lanzar un negocio. Pero los hermanos Ferrero eran conocidos en la región por su capacidad de trabajo.
La crisis del cacao
En 1946, en plena postguerra, la situación empezaba a ser imposible. El cacao escaseaba y, como ahora, su precio estaba disparado. Los hermanos Ferrero se esfuerzan para encontrar recetas alternativas que les permitan abaratar sus productos manteniendo un nivel de calidad aceptable. Y se apoyan para ello en las avellanas, uno de los cultivos principales de la región.
Esta decisión está rodeada de leyendas. En el Piamonte se había popularizado desde hacía décadas la gianduja, un especie de chocolate que en su receta sustituía parte del cacao por avellanas, tan abundantes en la región. No está muy claro el origen, pero hay quien dice que la culpa fue de Napoleón, cuando en su camino hacia la conquista de Europa tenía las vías comerciales cerradas. Los pasteleros del norte de Italia no tenían forma de acceder al cacao, que venía de América, ni podían vender sus avellanas. Así que un pastelero, quién sabe cuál, decidió a principios del siglo XIX alterar las recetas de chocolate, creando una especie de barra blanda de chocolate y avellanas, a la que llamó gianduja, en honor a uno de los personajes del famoso carnaval regional.

A pesar de que los Ferrero se atrevieron a reclamar la creación de la receta, lo que ellos hicieron fue una reinvención, partiendo de la base de la gianduja, para abaratarla aún más, con menos cacao y menos azúcar y más avellanas, que tuviese un precio más atractivo en la deprimida Italia de postguerra. Así nace la pasta gianduja, que rebautizan luego como Giandujot. Esa crema se vendía envasada en papel de aluminio, y se podía transportar, cortar y untar en pan.
Inicialmente, estaba pensada para los obreros que iban a trabajar. Fabricaron una pequeña cantidad, para venderla a los comerciantes de Alba. Y el éxito fue abrumador. No solo lo compraban los trabajadores, sino que se convirtió en la comida favorita de niños y jóvenes, un público en el que no habían pensado. Además, era especialmente barato: si un kilo de chocolate costaba 3.000 liras, el Giandujot costaba tan solo 600 liras.
De pastelería a fábrica
En febrero de 1946 fabricaron 300 kilos, y a final de año más de 1.000. Los hermanos abandonan la pastelería, y Pietro, junto a su esposa Piera Cillario, funda la empresa Ferrero, convertida ya en fábrica. La carga de trabajo es tan grande que empiezan a contratar trabajadores. En un lugar lastrado por la postguerra donde solo había ofertas de empleo de barrenderos, Ferrero contrata a 50 personas. Giovanni también se integra en la estructura de la empresa, encargado de la creación de una red de distribución directa para repartir el producto, primero por toda la región, y después por toda Italia, para lo que llega a contar con hasta 200 repartidores que contaban con furgonetas específicas.
En 1949, Pietro fallece repentinamente, dicen que por un infarto provocado por la frenética actividad con la que vivía. El control de la fábrica queda en las manos de su viuda y su hermano, y se incorpora su hijo, Michele, que acabaría acaparando el control de toda la organización.
A pesar de su juventud, pues tan solo tenía 32 años, Michele había aprendido todo sobre el negocio familiar, a lo que sumaba una gran ambición, y como demostraría a lo largo de toda su carrera, una visión comercial única. Fruto de estas ganas de llegar más lejos, en 1950 lanza un nuevo producto, con la misma receta pero más cremoso y más fácil de untar en el pan, que en vez de en barra se vendía en un bote, al que llama Cremalba, y posteriormente Supercrema.
La llegada de ‘El mago de la Nutella’
En 1952, y casi sin querer, se produce otro movimiento vital para la empresa, con el fichaje de Francesco Rivella, un joven químico recién licenciado que acabó convirtiéndose en mano derecha de Michele Ferrero durante 40 años. Su llegada tuvo un punto de casualidad, pues Rivella era hijo de un panadero amigo de la familia, que estaba trabajando en una empresa de explosivos en la Toscana, y cuyo padre quería que volviera a casa. Así que les preguntó a los Ferrero si podían hacer algo para no tener que trabajar tan lejos, y dio la casualidad de que en ese momento necesitaban un químico, así que le hicieron un hueco.
El joven Rivella pasó de trabajar con explosivos para construir carreteras a analizas aceites vegetales que permitieran enriquecer las recetas de Ferrero. Construyeron para él un pequeño laboratorio en el que estudiaba cada materia prima, antes de que decidieran comprarla. Otra cosa que hacían en el laboratorio era comprar productos de la competencia y examinarlos, para ver cómo podían encontrar sabores más perfectos.

Otra de las decisiones que toma Michele Ferrero es la de internacionalizar la compañía. Él y Rivella recorrieron Europa, empezando por el norte y siguiendo por Alemania, en busca de nuevos sabores que pudieran adaptar. De esta experiencia nacen los bombones Mon Cheri, el primer producto que sale del entorno de la gianduja y también el primero en internacionalizarse.
Finalmente, con la muerte de Giovanni Ferrero a finales de los 50, también de un ataque al corazón, Michele se queda solo al frente de la compañía, con el apoyo de su madre, de su futura esposa María Franca y el propio Rivella, que empezaba a ascender. Ferrero era ya una empresa consolidada, en expansión, con una estrategia clara y un futuro brillante. Y fueron de nuevo dificultades inesperadas las que le llevaron a dar un nuevo paso hacia su mayor éxito.
El nacimiento de Nutella
A principios de los años 60, el Gobierno italiano prohíbe el uso de superlativos en las marcas. Una decisión que invalidaba la Suprecrema, y que obligaba a Ferrero a buscar un nuevo nombre para su producto estrella. En ese proceso de rebranding, aprovechan modernizar el envase y mejorar la receta, en lo que sería clave Rivella. Tras muchos esfuerzos y muchas dudas, lanzan un nuevo recipiente, un frasco de cristal que acabaría siendo icónico; y el nuevo nombre, Nutella, que juega con la traducción de avellana al inglés, ‘nut’ y el sufijo latino ‘ella’, que hacía referencia al dulce.
El nuevo producto salió al mercado en Italia en 1964, y fue un éxito desde el primer día. Como también lo fue en cada uno de los países en los que se fue lanzando, como Francia o Italia. Allá donde iba, conquistaba los supermercados.
Impulsados por este éxito, la compañía empieza a lanzar nuevos productos, muchos de los cuales perduran hasta nuestros días, como el chocolate Kinder, las pastillas Tic Tac, los Kinder Sorpresa o los Ferrero Rocher.

Junto con la calidad de sus productos, otra de las patas de la compañía es la internacionalización, un proceso que no finaliza nunca. La propia sede de la compañía ha ocupado varias ubicaciones, hasta volver a la original Alba. Incluso la familia Ferrero vivió durante muchos años en Bruselas, huyendo de las amenazas que recibía en Italia.
También apuestan por la publicidad, casi desde el primer día, con grandes campañas, originales y llamativas, muchas ideadas desde la propia cúpula de la empresa. El propio Michele fue el creador del famoso eslogan «con más leche y menos cacao», que tanto éxito acumuló. También tuvo claro la importancia de la televisión como soporte publicitario.
Todos los productos de la compañía empezaron a llegar a España a finales de los 80, empezando por los Kinder Sorpresa, y siguiendo por la gama de bombones y las chocolatinas Kinder Bueno. La Nutella, el producto estrella y del que más orgulloso están, no aparecería en España hasta tan tarde como 1998, ante la dura competencia que ofrecía la nacional Nocilla.
La familia más rica de Italia
Michele Ferrero dejaría la compañía en manos de sus hijos, Pietro y Giovani, aunque no se llegaría a apartar nunca del todo. Estaba muy orgulloso de no haber salido nunca a bolsa, y de seguir siendo una empresa familiar, que le permitía tener más tiempo para innovar y lanzar nuevos productos, sin la presión de los resultados.
Su hijo Pietro falleció en 2011 en Sudáfrica, de un ataque al corazón, y dejó a Giovanni al frente de la compañía en solitario. Michele falleció en 2015, también el 14 de febrero, a los 89 años de edad.
La familia Ferrero es la más rica de Italia desde hace décadas, y también una de las más ricas del mundo. Cuentan con una fortuna que supera los 40.000 millones de dólares, según la revista Forbes. La compañía da empleo a miles de personas en todo el mundo y factura más de 17.000 millones al año. Y solo para hacer Nutella consumen el 25% de las avellanas del mundo.
Javier Calvo, Ángela Poves, Remo Vicario. El Economista.