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¿Qué esperan de Trump los inversionistas de cartera? El 20 de enero comenzarán a despejarse dudas.

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Lo más factible es que, luego de tanto tiempo intentando adivinar cómo serán los próximos cuatro años, los inversionistas podrían influenciar la respuesta».

¿Qué esperan de Trump los inversionistas de cartera? El 20 de enero comenzarán a despejarse dudas.
Los inversionistas de cartera han pasado meses en la incertidumbre de lo que hará el próximo presidente de Estados Unidos. ¿En cuánto subirá los aranceles y cómo reaccionarán los otros países? ¿Aplicará deportaciones masivas, arrasará con la regulación, bajará impuestos en billones de dólares? ¿Qué significará eso para el crecimiento, la inflación y los precios de activos? Con la investidura de Donald Trump, el 20 de enero, las respuestas comenzarán a llegar.

The Economist conversó con analistas, banqueros y gestores de fondos para tener un panorama de lo que percibe el mercado. Todos esperan algunos nuevos aranceles, pocos tienen idea de cómo serán las represalias, ninguno cree probable una ola de deportaciones masivas y su subsecuente shock en el mercado laboral del país, aunque les preocupa que restricciones a la inmigración futura eleven la inflación.

Asimismo, tienen la esperanza de que “halcones fiscales” en el Congreso y en el equipo económico de Trump evitarán que el déficit presupuestario se amplíe demasiado. Pero la confianza en esto es baja y un gran temor es que el aumento de la deuda pública ocasione turbulencia en el mercado de bonos del Tesoro, lo que desestabilizaría precios de otros activos. Para saber cómo los inversionistas analizan estas y otras incertidumbres, hay que ver cómo están los precios en los mercados financieros.

La evaluación más directa proviene del mercado de divisas: la apuesta es que el dólar seguirá fuerte. Durante meses, ha estado elevando su valor respecto de una canasta de monedas de países ricos. En tanto, las divisas de Canadá y México, sobre cuyas exportaciones Trump ha amenazado imponer aranceles de 25%, han perdido valor. En suma, este mercado toma en serio las amenazas de aranceles. También apuesta a que el dólar se fortalecerá debido a su atractivo como activo refugio ante un mundo más volátil, entre otros motivos. Al menos por ahora, pocos en este mercado creen que el deseo de Trump de un dólar débil —que impulse las exportaciones del país—, tiene pocas chances de materializarse.

Por su parte, las bolsas ofrecen un rango más amplio de predicciones. La más clara es que los precios de acciones de empresas estadounidenses, en el agregado, van a barrer con el resto. Han subido 3% desde el triunfo de Trump y aunque han caído un poco la última quincena, los inversionistas siguen apostando en ellas dada su continua capacidad de generar ganancias elevadas. En tanto, las valorizaciones asignadas a otras grandes bolsas en Europa, Japón y Canadá están por debajo de las asignadas a las acciones estadounidenses a fines del 2022, cuando el consenso era la inminencia de una recesión.

No obstante, los inversionistas han estado diferenciando sectores y desde la reelección de Trump, los precios de acciones han divergido. Las ganadoras han sido empresas de “consumo discrecional” como Amazon y Tesla. Su éxito sugiere que los accionistas esperan que Trump mantendrá las billeteras del público llenas, quizás ampliando los recortes al impuesto a la renta personal que aplicó en su primer mandato. A las acciones de empresas de tecnologías de la información y finanzas, cuya regulación posiblemente se ablande, también les ha ido bien.

Entre los perdedores figuran sectores que Trump parece favorecer, como petróleo y gas, cuya producción está condicionada a los bajos precios del crudo y no a la falta de permisos para perforar. Y el sector inmobiliario ha sido golpeado por elevados costos de endeudamiento ante el aumento de los rendimientos de bonos. Los precios de acciones de empresas que procesan materias primas, que dependen de la importación de commodities y maquinaria que podrían estar sujetos a mayores aranceles, se han desplomado. Sin embargo, esto no molestará a Trump si los índices bursátiles en general siguen al alza.

El problema podría surgir con los bonos del Tesoro. Sus rendimientos ya han subido. Se teme que los efectos inflacionarios de medidas como aranceles y menor inmigración obliguen a la Reserva Federal (Fed) a mantener altas las tasas de interés. Otro temor es que la laxitud fiscal incremente la emisión de dichos bonos, lo que reducirá sus precios y aumentará sus rendimientos.

Una forma de medir estos temores es la “prima por plazo” de los bonos gubernamentales. Se trata del componente de los costos de endeudamiento no atribuible a cambios en la tasa de la Fed. Alrededor del 80% del reciente aumento de los rendimientos de bonos del Tesoro ha provenido de una mayor prima. Esto no indica que tales rendimientos se vayan a disparar, hasta los más nerviosos piensan que es improbable.

Lo más factible es que, luego de tanto tiempo intentando adivinar cómo serán los próximos cuatro años, los inversionistas podrían influenciar la respuesta. Un turbulento mercado de bonos del Tesoro golpearía los precios de acciones —para Trump, su aumento es indicador de éxito presidencial—. Si esa noticia hace que un número suficiente de tenedores de bonos comience a vender, habrá nuevas noticias.

Incluye contenido de The Economist · 7 ene 2025
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez © The Economist Newspaper Ltd, London, 2023