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Dos buques metaneros se cruzan en el mar y no por casualidad: imágenes por satélite detectan un posible trasvase clandestino de gas entre Rusia y China

Putin-Xi
El romance va viento en popa.

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  • Un buque chino y otro ruso se sitúan en paralelo frente a la costa de Malasia
  • Todo apunta a un peligroso trasvase de GNL por el sistema ‘de barco a barco’
  • Se trataría del primer buque chino involucrado en una maniobra así
Dos buques metaneros se cruzan en el mar
Dos buques metaneros se cruzan en el mar.

Los grandes buques de mercancías se han convertido por derecho propio en el síntoma geopolítico de una época. Detrás de los giros, maniobras y cargamentos de cada una de estas grandes embarcaciones se esconde una lucha de poder e intereses por parte de las grandes potencias mundiales. En el último episodio de esta ‘batalla’ que se juega en los mares, China ha demostrado que va a seguir aprovechando el descuento energético que le ofrece Rusia por mucho que EEUU se ponga duro con las sanciones, al menos en lo que al gas natural licuado (GNL) se refiere.

Si la semana pasada se publicaba que China cancelaba varios contratos de compra de crudo ruso por mar (para mantener vivas las relaciones con EEUU tras firmar Washington duras sanciones contra las petroleras Lukoil y Rosneft), ahora se puede ver que, en materia gasística, Pekín sigue apostándolo todo el mejor postor, es decir, al más barato, que no es otro que Rusia.

Según trasladan a Bloomberg fuentes conocedoras del asunto, un buque cisterna de GNL, teóricamente propiedad de la empresa naviera china Pacific Gas, se encuentra situado frente a las costas de Malasia y parece estar recibiendo combustible de un buque ruso sancionado. Imágenes tomadas por satélite entre los días 8 y el 23 de octubre muestran al buque cisterna chino, el CCH Gas (bandera de las Islas Marshall, eslora de 283,06 metros y manga de 43,4 metros) situado en paralelo y a poca distancia del Perle, un buque que transporta combustible de GNL desde la planta rusa de Portovaya, que fue incluida en la lista negra de EEUU en enero. El propio Perle también fue sancionado en ese momento.

La posición de los dos buques es la típica de una transferencia de barco a barco (ship to ship), una clandestina y peligrosa maniobra (puede provocar un vertido y un importante daño ambiental) que puede durar varios días. Este sistema lo ha empleado Rusia a lo largo y ancho de los mares para ‘lavar’ su petróleo o su GNL y que llegue así a diferentes países pese al celo de las sanciones occidentales. En estos últimos años, se han llegado a registrar maniobras de este tipo cerca de los costas españolas.

Pacific Gas, una empresa con oficinas en Hong Kong, Shanghái y Singapur, se hizo con la propiedad del CCH Gas a principios de este año, según recaba Bloomberg de fuentes anónimas. La empresa es principalmente propietaria de buques de gas licuado de petróleo. No obstante, preguntada por la agencia de noticias financieras estadounidense, Pacific Gas ha negado que tenga la propiedad o el control del buque metanero CCH Gas. «Pacific Gas lleva a cabo sus actividades de conformidad con todas las leyes y reglamentos aplicables y mantiene normas internas para garantizar el cumplimiento de los requisitos de las sanciones internacionales», afirma la empresa. Pacific Gas es una unidad del grupo estatal Shandong Marine Energy Group.

En su último informe trimestral de resultados del martes, Pacific Gas dijo en septiembre que poseía un solo buque de GNL. En su informe anterior, dijo que no poseía ninguno. CCH Gas, anteriormente conocida como Condor LNG, era propiedad de la empresa naviera griega TMS Cardiff Gas hasta principios de 2025, según la base de datos marítima Equasis. En un comunicado enviado a Bloomberg, Cardiff Gas ha confirmado que el buque había sido vendido, aunque no revela el nombre del comprador. Cardiff Gas afirma que no vendió el buque a Pacific Gas. Es habitual que los buques cisterna de la flota oscura cambien de propietario varias veces antes de llegar al operador definitivo.

El traslado STS al CCH Gas sería el primer caso documentado de un buque de propiedad china que ayuda en el transporte de GNL ruso incluido en la lista negra y, como tal, supone una prueba para las medidas de la Casa Blanca destinadas a frenar los ingresos energéticos de Moscú. China comenzó a importar GNL ruso sancionado por EEUU a finales de agosto, una medida que coincidió con la visita a Pekín del presidente ruso Vladímir Putin. Moscú tiene un acuerdo de largo recorrido con Pekín para suministrar gas a través de gasoductos terrestres que no están sujetos a las medidas estadounidenses. Este verano, aprovechando la cumbre en China, las autoridades rusas y chinas firmaron un memorando instando a aumentar ese suministro terrestre. Pese a ello, la posibilidad de que se siga produciendo un suministro clandestino es reveladora.

Los movimientos de los buques metaneros demuestran una clara dinámica: este verano llegó a las costas chinas el primer buque con GNL proveniente de la infraestructura Artic LNG 2, orgullo de Moscú y en el radar de EEUU. Durante meses, Pekín no se había atrevido a recibir gas desde esa planta por el influjo de Washington.

A finales de agosto, el buque Arctic Mulan, de bandera rusa, con una capacidad de 79.800 metros cúbicos y que transporta combustible desde la planta Arctic LNG 2, situada al norte del país, ‘proyecto estrella’ gasístico de Moscú e incluida en la lista negra de Washington, atracaba en la terminal de GNL china de Beihai, en la provincia de Guangxi. La citada planta del Ártico, sancionada inicialmente por la administración del presidente estadounidense Joe Biden, comenzó a exportar el verano del año pasado combustible en buques de la conocida como otra ‘flota fantasma’ de Moscú (con metaneros en vez de con los ‘célebres’ petroleros sin seguro occidental para evadir las sanciones), pero ninguno atracó en una terminal china de importación, ya que los compradores temían las represalias de EEUU.

Soplar y sorber a la vez

Con esto, China demuestra una vez más que es uno de los países más pragmáticos a nivel económico de la tierra. La búsqueda de mantener relaciones con todo el mundo al mismo tiempo que adquiere materias primas baratas de países sancionados (como Rusia e Irán) revelan que Pekín seguirá su hoja de ruta para obtener el mejor resultado posible intentando no enfadar a nadie por el camino. Si hoy esta adquiriendo gas ruso, la semana pasada se conocía que detenía casi en seco las compras de petróleo ruso por mar (tal y como EEUU ha exigido con sus sanciones).

Aunque Pekín rechaza públicamente las sanciones de EEUU, alegando que «China se opone sistemáticamente a las medidas unilaterales sin base en el derecho internacional», en la práctica las compañías han empezado a frenar compras para evaluar el impacto real de estas restricciones. Las importaciones de crudo ruso por barco representan hasta 400.000 barriles diarios, casi el 40% del volumen total que llega a China por vía marítima, lo que convierte esta decisión en un golpe relevante para los flujos de Moscú. No obstante, se espera que los envíos por oleoducto continúen, dado que sus pagos están estructurados en esquemas financieros que no pasan por bancos occidentales.

Aunque China y Rusia han sido enemigos históricos, en las últimas décadas Pekín ha devorado las materias primas producidas por Rusia para lograr mejores precios. Cabe recordar que las relaciones entre Rusia y China, aunque hoy parezcan cimentadas en una alianza estratégica contra Occidente (sobre todo EEUU), arrastran una larga historia de choques geopolíticos. Durante la Guerra Fría, ambos países, pese a compartir ideología comunista, se enfrentaron por rivalidades territoriales y por la pugna por el liderazgo del bloque socialista. Las tensiones fronterizas de los años 60 en el río Ussuri dejaron claro que Moscú y Pekín no estaban dispuestos a ceder influencia en Asia, lo que derivó en décadas de desconfianza mutua. A ello se sumaba la percepción china de que la Unión Soviética trataba a Pekín como un socio menor, algo que alimentó resentimientos profundos.

En el presente, aunque Rusia y China cooperan en energía, defensa y foros internacionales para contrarrestar a EEUU, sus choques persisten en segundo plano. Son dos grandes amigos, pero que guardan distancias, algo difícil de comprender para todo el mundo salvo para los chinos. Moscú teme la creciente influencia china en Asia Central, una región que Rusia considera su esfera histórica, mientras que Pekín observa con cautela la dependencia de su seguridad energética de un socio debilitado económicamente y sancionado por Occidente.

Además, ambos países compiten por influencia en África América Latina y mantienen asimetrías notorias: Rusia aporta poder militar, pero China domina con capital y tecnología. La decisión de China de detener las compras de crudo ruso puede ser el principio de una nueva grieta o quizá, simplemente, una anécdota en medio de una alianza de interés que podría ser duradera. Ahora, el equilibrio es complejo: seguir logrando precios con descuentos de Rusia sin enfadar a EEUU y Occidente.

Mario Becedas y Vicente Nieves.

El Economista.

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