Todos los años, en diciembre, los altos funcionarios chinos se reúnen en la Conferencia Central de Trabajo Económico, donde revisan el año que termina y prevén las tareas que afrontarán el próximo. En ambos casos, la vista es sombría. A noviembre, la inflación anualizada fue 0.2% y las ventas minoristas aumentaron 3% respecto del mismo mes del 2023, por debajo de las expectativas. Ambos datos reflejan la crónica cautela de los hogares. La confianza del consumidor nunca se recuperó de su colapso en los confinamientos por la pandemia.
¿Y el futuro? Las exportaciones y la inversión en manufactura, que ayudaron a apuntalar la economía el 2024, enfrentan la perspectiva de una nueva guerra comercial con Estados Unidos. En su campaña electoral, Donald Trump amenazó a China con aranceles de 60% o más, y tras su victoria, dijo que impondrá un 10% adicional si China no hace más para restringir el flujo de fentanilo. Citigroup calcula que aranceles así de altos podrían cortar 2.4 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento del PBI chino, si su Gobierno no hace nada para amortiguar el golpe.
Por tanto, los miembros de la citada conferencia tendrán que hacer mucho trabajo económico. Deberán reavivar el gasto y suavizar el impacto sobre la demanda de la guerra comercial. Durante gran parte del 2024, los estímulos fueron tardíos, cautelosos e inefectivos. Hubo recortes graduales de tasas de interés, de costos de hipotecas y de requerimientos de reservas bancarias, pero la demanda ha seguido débil.
A fin de restaurar la fe en el mercado inmobiliario, el Estado urgió a los bancos prestar a proyectos habitacionales supuestamente viables, pero esas entidades continuaron recelosas. También se ofreció refinanciamiento a empresas estatales dispuestas a comprar inmuebles no vendidos y convertirlos en vivienda accesible, sin mucho éxito. Un motivo de que el estímulo no ha sido eficaz es que antes fue excesivo.
En China, el boom crediticio que siguió a la crisis financiera dejó al país con elevada deuda, exceso de capacidad productiva y millones de departamentos sin vender. Xi Jinping llegó al poder el 2012, decidido a no repetir el error. El 2015, cuando la economía flaqueó, acuñó un nuevo eslogan, “reforma estructural por el lado de la oferta”, que enfatizó la reducción de la capacidad industrial, de los inventarios de inmuebles y de la deuda corporativa. Su reciente política económica, “las tres líneas rojas”, impuso estrictos límites de endeudamiento a desarrolladores inmobiliarios, muchos de los cuales quebraron después del 2021.
Cualesquiera sean sus virtudes, esta mentalidad ha obstaculizado los esfuerzos por resucitar la economía el 2024. Para hacer frente a los riesgos, el Gobierno tendrá que priorizar el estímulo de la demanda por encima de la disciplina fiscal. Hay señales de que está aceptando esa realidad. En noviembre, el Ministerio de Finanzas indicó que autorizará a gobiernos locales a emitir bonos para reemplazar pasivos “ocultos” por 10 billones de yuanes (US$ 1.37 billones), en su mayoría mantenidos por vehículos financieros creados para evadir límites de endeudamiento.
El giro en la política económica también fue evidente en la conferencia de diciembre. La necesidad de un “vigoroso impulso al consumo” y de expandir la demanda doméstica fue incluida como la primera de nueve tareas que el Gobierno debe abordar, por encima del objetivo insignia de Xi —modernización industrial—. Y tras figurar en cada reporte oficial de la conferencia desde el 2015, el término “reforma estructural por el lado de la oferta” brilló por su ausencia. Por ende, se ha identificado la prioridad correcta.
¿Pero cómo se piensa abordarla? Una naciente estabilización del mercado habitacional podría ayudar. Las ventas de propiedades residenciales subieron un poco en noviembre, respecto del mismo mes del 2023, el primer aumento en más de tres años. Para impulsar el consumo, las ciudades podrían experimentar con cupones para compras online, como los que Shanghái ha distribuido en meses recientes: otorgan descuentos en comidas, cine, hoteles y deportes si se gasta más de un monto límite.
El Gobierno parece inclinado a ampliar un programa que fomenta que los hogares reemplacen sus autos, refrigeradoras, aire acondicionado y otros aparatos. En noviembre, esta medida elevó en 22% las ventas de electrodomésticos, respecto del mismo mes del 2023 —las ventas minoristas totales fueron débiles debido a un inicio temprano del festival de compras “Día del Soltero”, pues muchas adquisiciones fueron realizadas en octubre—.
Los líderes chinos han prometido, en un esfuerzo adicional para que la población ahorre menos y gaste más, aumentar pensiones y subsidios para seguros de salud. El banco de inversión Goldman Sachs estima que el déficit fiscal chino podría elevarse a casi 2% del PBI el 2025. En los próximos doce meses, China necesita elevar el gasto doméstico con medidas que desdeñó en el pasado. Se podría llamar “reforma estructural por el lado de la demanda”.
Los líderes chinos han prometido, en un esfuerzo adicional para que la población ahorre menos y gaste más, aumentar pensiones y subsidios para seguros de salud».
Incluye contenido de The Economist · 2 ene 2025
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez © The Economist Newspaper Ltd, London, 2024