Desde el Faro
Por: Rafael Hidalgo
José “Pepe” Salardi toma la posta al frente del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en reemplazo de José Arista, quien, si bien registra en su haber un crecimiento cercano al 3.3 % del PBI en 2024, no logró reconciliarse con los grupos económicos, que no le perdonan no haberse inmolado protestando contra la Ley del 7.º Retiro de las AFP.
Por cierto, el nuevo ministro exhibe un récord de inversión privada durante los 27 meses que dirigió Proinversión y ahora deberá convocar a estos mismos espíritus benignos para que esta inversión caiga del cielo, cual copos de nieve en este año preelectoral.
Una ventaja para nuestras cuentas fiscales, que cerraron con un creciente déficit, es el repunte del precio del oro (US$ 2,850 la onza troy), recuperando la inercia de los primeros días de noviembre de 2024, cuando se descontaba la victoria de Donald Trump. La trepada continúa debido a las Trumpnomics, que incentivan la inflación: aranceles, deportación de mano de obra barata y la política fiscal expansiva (aunada a la rebaja de impuestos al gran capital).
Sin que el nuevo Reinfo muestre su rostro, la producción aurífera del 2024 se aproximó a las 107 toneladas (ton), la cifra más alta desde 2019, pero lejana del récord de 208 toneladas del año 2005. Los principales productores serían: Minera Yanacocha (11 ton), Poderosa (9 ton), Boroo Misquichilca (7.3 ton), Minero Horizonte (6.2 ton), Aurífera Retamas (5.7 ton), Ares (4.5 ton), Shahuindo (4.2 ton), Veta Dorada (3.5 ton) y Buenaventura (3.4 ton).
Sin embargo, las exportaciones, que incorporan la “satanizada” producción informal de oro (73 ton), lucen más boyantes, consolidándose, después del cobre, como el segundo producto de exportación, ya que bordean las 180 toneladas en 2024, representando un valor cercano a los US$ 15,000 millones.
Por otro lado, fiel a su promesa, Trump rompió el sábado 1.º el Tratado de Libre Comercio con sus vecinos (T-MEC), imponiendo aranceles del 25 % a los productos de México y Canadá, y del 10 % a los de China, colocando al mundo en vilo. Además, anuncia para el lunes 18 de febrero aranceles sectoriales sobre el petróleo y el gas; y para el acero y el aluminio: “este mes o el mes que viene”, y que el cobre “tardará más”.
A estas alturas, queda claro que los TLC firmados con EE. UU., como el TLC con el Perú, no pasan de ser un papel bañado en tinta, para terror y angustia de nuestros exportadores, que con tanto esmero han desarrollado el ingreso de sus productos.
No queda la menor duda de que esta guerra comercial que se inicia volverá a poner patas arriba al mundo, porque cierra el telón a varias décadas de proclama del libre comercio (Consenso de Washington, 1989) y, como China no es ninguna “manca”, se avecina una guerra monetaria global de pronóstico reservado.
No obstante, el Emperador y su pléyade de mariscales de la tecnología tuvo su Black Monday (27/1/25). Si bien Deepseek aún no es Waterloo, es el heraldo de la agudización de la guerra tecnológica. La jornada ha dejado en el campo de batalla (Nasdaq) a las huestes de OpenAI (y Nvidia) hechas jirones, tanto así que la foto de Trump con Sam Altman (OpenAI), Larry Ellison (Oracle) y su banquero del SoftBank (22/1/25) anunciando medio billón de inversiones en infraestructura (IA) ha quedado a nivel de meme.
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