Aquél tradicional cónclave empresarial de fin de año, la llamada Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE), ahora en manos de Intercorp (IPAE), que tuvo inigualable representatividad en el Siglo XX, que debutó con la dictadura militar de Juan Velasco (1972) para presentar propuestas al gobierno de turno, convocaba a las figuras claves del Congreso que estuvieron ausentes (salvo Patricia Juárez y Gladys Echaíz), de los gobiernos locales. Se añora presentaciones irrepetibles en ediciones memorables en la misma Arequipa, esta vez, transitó de manera mustia, sin intervenciones picantes (salvo los potajes de la Nueva Palomino). No obstante algunos invitados extranjeros de relevancia como el expresidente colombiano Alvaro Uribe, sirvieron para sacudir la modorra.
Temas trascendentales como el monopolio de los mercados, el hiperendeudamiento de 6 millones de hogares, el costo del crédito de la mediana y pequeña empresa, las pymes, el elevado costo de los combustibles, la minería aurífera informal se mantuvieron fuera de la mesa. Tanto fue gris el coro monocorde de los «mismos invitados de siempre», la escasez de políticos, la abundancia de ejecutivos y la ausencia de accionistas, que ningún ministro del gabinete Adrianzen, ni parlamentario alguno, asistió esta CADE a diferencia de años anteriores.
Al cierre de esta nota, se descarta la presencia de la presidenta de la República Dina Boluarte, temerosa de una silbatina, que podrían reflejar el tenor de las críticas y por los nombramientos en Petroperú que ha causado la roncha empresarial. A falta de rocoto hubo mucho arroz.