El Banco de Crédito del Perú (BCP) se ha convertido en el más importante emisores de deuda local. En los últimos 22 meses, ha emitido US$ 2,600 millones en papeles de deuda, según Pablo Hurtado Azurduy, gerente de tesorería del BCP, un ciudadano chileno con una larga carrera en el banco.
La última emisión internacional fue el miércoles 15, cuando emitió bonos subordinados por US$ 500 millones a tasa de 5.65% al 2037, repagables al 2032 («Notes Due 2037(callable 2032)»), es decir, tiene la opción de pagar toda la deuda a partir del 2032. «Los recursos captados serán destinados a usos corporativos en general del BCP, incluyendo, entre otros, el reperfilamiento de obligaciones existentes» indica el banco.
Los bonos subordinados son los que en, en caso de quiebra del emisor, sus pagos están casi al último de la prelación, se realizan después de los bonos senior pero antes que los accionistas. Por esta mayor exposición al riesgo, los inversores en bonos subordinados suelen recibir un rendimiento superior.
No es la primera emisión internacional de bonos subordinados que realiza el BCP. El 30 de abril emitió US$ 750 millones en bonos subordinados a tasa de 6.45% al 2035, repagables al 2030. Parte de esta emisión sirvió para el rescate de bonos por US$ 850 millones a tasa de 3.125% al 2030, repagables el 2025, que se efectuó el 1° de julio pasado. Este año, también el BCP ha rescatado bonos senior (son deudas que tienen prioridad de pago sobre otras deudas de menor jerarquía) por US$ 700 millones.
Fitch le ha dado una clasificación de riesgo a la deuda del BCP de BBB y Moody’s de AAA.pe, todas en el grado de inversión.
El BCP es el principal banco del sistema peruano, aunque muchas aseguran que su posición le da un dominio grande en el mercado, que le impide a los bancos chicos desarrollarse para crecer. Tiene una participación de mercado del 32.9% en las colocaciones y 35.5% en los depósitos, con una una cuota del 52.3% del total de las colocaciones directas a las medianas, pequeñas y microempresas del sistema bancario.
Según un informe de clasificación de riesgo de Apoyo: «Tras la recesión de 2023, ajustó su apetito de riesgo y aplicó políticas más restrictivas para los segmentos de Personas y Pymes, reduciendo las
colocaciones en los niveles de ingresos más bajos. No obstante, ante la mejora en el desempeño de esta cartera, la entidad ha retomado la originación en dichos segmentos, priorizando la rentabilidad ajustada al riesgo. En el caso de hipotecas, mantiene un límite préstamo-valor de 80% (90% con financiamiento del Fondo Mivivienda) y plazos de hasta 25 años».