Hugo Sotil fue homenajeado como leyenda en Barcelona con un emotivo minuto de silencio en la Copa del Rey. A estadio lleno, el ‘Cholo’ ha sido honrado en el estadio Olímpico Montjuic con un enorme gesto, en la antesala del partido contra Real Betis, que ha demostrado la gran valía que ha tenido para el club de Catalunya, a partir de su éxito en el inicio de la década de los setenta, campeonando en 1973.
El club Barcelona mantiene vivo el recuerdo de Hugo Sotil, a quién honró con la camiseta 10, que hizo historia en Catalunya por su histórica contribución en la consecución del título 1973 goleando 5 a 0 a su eterno rival, Real Madrid, jugando de visitante en el Santiago Bernabeu de Madrid.
Por esa y muchas otras razones razón, la institución azulgrana decidió honrar su memoria con un gesto a carta cabal en el estadio Olímpico Montjuic, al recordado Cholo, fallecido el pasado 30 de noviembre del 2024, en el área de Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital 2 de mayo en Lima (Perú), por serias complicaciones médicas.
Una parte importante del barcelonismo, ubicada en las graderías, se sumó al homenaje repartiendo aplausos al finalizar el acto institucional y agitando pañuelos, contando con el debido respeto del rival. De esta manera, las autoridades culés, al igual que el plantel principal, despidieron con todos los honores al peruano que trascendió generaciones en Catalunya y España.
En la década de los setenta, Hugo Sotil se convirtió en un referente del Barcelona y dejó una huella imperecedera entre los aficionados. El atacante peruano llegó al club catalán en 1973, procedente del Deportivo Municipal, en una época en la que solo se permitía la inscripción de dos extranjeros por equipo, lo que hacía de su presencia un privilegio reservado para los mejores. Conocido popularmente como el Cholo nacido en Ica, compartió equipo con Johan Cruyff, formando una dupla que deleitó a la afición culé y ayudó a los suyos a conquistar la Liga en la temporada 1973-74, tras 14 años de sequía.
Como recordaba recientemente el exjugador de Barcelona Carles Rexach, en esa temporada, todos los delanteros acumularon en su haber por lo menos más de una docena de goles. Rinus Michel, el entrenador de la recordada Naranja Mecánica, el equipo holandés que fue subcampeón en el mundial de Alemania de 1974 revolucionando el fútbol, que desapareció los puestos fijos, implantando que todos marquen y todos ataquen, cuentan que vino al Perú con otros dirigentes a contratar a Teófilo Cubillas nuestro goleador en Mexico 70, pero, luego de ver un partido Alianza versus Municipal quedó prendado del Cholo. Justamente Rexach, ex Pichichi (goleador del campeonato), contó que perdió la camiseta 10, no en manos de Cruff, sino de Sotil que se la pidió a Michel, argumentando que venía de una tierra de superticiosos y el entrenador no le quedó más que allanarse al pedido y no se equivocó.
Michel recomendó la contratación de otra estrella del Ajax de Holanda, Johan Neesken, cuñado de Cruyff, uno de los mejores mediocampistas del orbe, que por el cupo de dos extranjeros, desplazó a Sotil del primer equipo hasta que se concrete los trámites de doble nacionalidad, peruana española, pero el trámite se alargó. Barcelona a su salida en las siguiente temporada lo goles bajaron de 164 a 110, según el club catalán y tardaron 11 años para conseguir otro campeonato, que fue en el 1984-85, con otro grande de Latinoamérica: Diego Armando Maradona. Es por eso, los catalanes y sus compañeros de delantera recuerdan con tanta nostalgia y cariño a Sotil.
“Cuando volvimos a Barcelona luego de la goleada del 5 a 0, veía a la gente llorando y me quedé muy impactado…habíamos ganado al rival de siempre. Se notaba. Yo no fui goleador, pero creo que tengo un promedio de 14 goles en el Barça. Y yo mismo me sorprendo de las estadísticas porque mayormente era ‘asistidor’”, rememoró Sotil en una entrevista con Mundo Deportivo.
Sotil, de quien todos los Blaugranas conservan el mejor de los conceptos, es recordado no solo por su habilidad técnica, ni tampoco por sus pases de gol que eran «como con la mano», sino también por su carisma y entrega en el campo. Uno de los momentos más emblemáticos de su carrera fue el clásico de la goleada y otras tanta goleadas, consolidándose como una pieza clave del equipo.
En su estadía en el club, dejó una marca indeleble. Para los barcelonistas, su legado no solo reside en los títulos, sino en la pasión y la autenticidad con la que representó la camiseta, convirtiéndose en un ícono inolvidable del fútbol sudamericano en Europa.
