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Un nuevo Kennedy marcha hacia la Casa Blanca: Jack Schlossberg, el nieto de JFK que quiere ser presidente de los EEUU

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Pichón de águila.

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John F. Kennedy y Jacqueline: la futura Primera Dama le lee a su hija, Caroline, en Hyannis Port, Massachusetts, el 25 de julio de 1960
John F. Kennedy y Jacqueline: la futura Primera Dama le lee a su hija, Caroline, en Hyannis Port, Massachusetts, el 25 de julio de 1960

John Bouvier Kennedy Schlossberg (Nueva York, Estados Unidos, 19 de enero de 1993), es más conocido como Jack Schlossberg. Es el único nieto del 35 presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, y de la primera dama Jacqueline Kennedy Onassis. Sus padres son la diplomática Caroline Kennedy y el diseñador Edwin Schlossberg. Caroline Kennedy (Nueva York, 27 de noviembre de 1957) es la única hija con vida del presidente asesinado y de Jacqueline. Miembro del Partido Demócrata, fue embajadora de su país en Japón hasta 2017, durante la segunda presidencia de Obama y embajadora de Estados Unidos en Australia con Joe Biden.

Jack Schlossberg es hijo de Caroline Kennedy, única hija viva del expresidente John F. Kennedy
Jack Schlossberg es hijo de Caroline Kennedy, única hija viva del expresidente John F. Kennedy

La dinastía Kennedy vuelve a ocupar el centro del escenario político estadounidense. Esta vez lo hace a través de Jack Schlossberg —nieto del expresidente John F. Kennedy (JFK)— quien acaba de anunciar su candidatura para la Cámara de Representantes de Estados Unidos con vistas a unas futuras aspiraciones más altas. Su decisión ha reactivado viejos sueños, nuevas expectativas y el inevitable eco del mito de Camelot.

Jack Schlossberg, de 32 años, ha declarado oficialmente que se presenta para ocupar la silla que dejará vacante el veterano congresista demócrata Jerry Nadler en el distrito 12º de Nueva York —que incluye el Upper West Side, el Upper East Side y Midtown Manhattan—, cuyas comunidades acomodadas y progressistas podrían servir como plataforma para su propia carrera nacional.

Jack nació el 19 de enero de 1993 en Nueva York y es hijo de la diplomática Caroline Kennedy y del diseñador y artista Edwin Schlossberg. Es el único nieto directo de JFK y de la primera dama Jacqueline Kennedy Onassis. Su formación es impecable: se licenció en Historia en la Universidad de Yale y más adelante obtuvo tanto un Juris Doctor como un MBA en Harvard. Fue admitido en la barra del Estado de Nueva York en 2023. Su vinculación con la política no es casual: desde niño estuvo rodeado de discursos, archivo histórico familiar y la sombra del legado Kennedy. «Mi abuelo es mi héroe», declaró hace poco, y confesó que uno de sus primeros impulsos fue estudiar sus discursos y su administración como «modelo de cómo el progresismo podía operar en América».

Entre redes sociales y el Capitolio

Lo que hace singular a Schlossberg no es sólo el apellido, sino la combinación entre la solemnidad de su linaje y su peculiar estilo en redes. En TikTok, Instagram o X (antes Twitter) se le puede ver haciendo vídeos con ritmo ligero, recitando poesía desde una patineta o luciendo una frescura poco común en la política tradicional. Al mismo tiempo, ha ejercido como corresponsal político para la revista Vogue y ha hablado en convenciones demócratas, lo que le permite conjugar visibilidad mediática con porque una agenda real enfocada en vivienda asequible, calles seguras, transparencia gubernamental e innovación económica.

Aunque por el momento se postula para un escaño de la Cámara, muchos analistas ya especulan con que la aspiración última de Jack podría ser mucho mayor: la Casa Blanca. Después de todo, ¿qué escenario más Kennedy que un joven, atractivo, mediáticamente bien conectado, con formación excelente y una narrativa de servicio público que apela a la nostalgia de los mejores tiempos de Estados Unidos? En su anuncio, Schlossberg dijo: «Este distrito merece un representante que pueda canalizar la creatividad, la energía y la determinación de esta comunidad y trasladarla a Washington». Con esas palabras dejó claro que no se conforma con la gestión local, sino que su mirada ya está puesta en horizontes más amplios.

John F. Kennedy con su hija, Caroline, navegando frente al puerto de Hyannis, Massachusetts, en 1962
John F. Kennedy con su hija, Caroline, en Massachusetts, en 1962

Un apellido que sigue evocando esperanza y servicio público

El «presunto» candidato aporta además del apellido una formación académica rigurosa, con estudios en Yale y Harvard. Ha demstrado que cuenta con una gran habilidad para conectar con una generación más joven gracias a las redes y a su estilo desenfadado. Y ha sabido entender el mensaje demócrata renovado que mezcla idealismo, humor y compromiso. Pero no todo son buenas noticias y los riesgos son también evidentes. La carga simbólica de los Kennedy genera expectativas de grandeza difícilmente sostenibles. La transición de figura mediática a político operativo: todavía debe demostrar que puede traducir su visibilidad en resultados tangibles y la competencia interna dentro del Partido Demócrata para ese escaño de Nueva York, con otros candidatos locales que cuentan con experiencia más directa. Además, el contexto político estadounidense es cada vez más polarizado y complejo: lograr la Casa Blanca requerirá navegar alianzas, crisis globales, economía interna y gestionar la herencia del dinamismo juvenil que representa. Caroline Kennedy firma un ejemplar de su libro

John John Kennedy abraza a su hermana Caroline, ante el féretro que contiene los restos de su madre, Jacqueline, en la iglesia de San Ignacio de Loyola, en Nueva York, el 23 de mayo de 1994

Un sello Kennedy para el siglo XXI

El patriarca de la familia, JFK, hablaba de «nuevos frentes» y de «La Nueva Frontera». Jack recoge ese espíritu pero con un matiz adaptado: redes sociales, cultura pop y activismo digital conviven con la política tradicional. En una entrevista con Vogue, afirmó que «si vas a pedir a la gente que piense en algo serio, tienes que hacerlo entretenido o divertido… Eso es lo que hacen los grandes líderes». En efecto, el desafío para él será construir un discurso que no solo apunte al carisma o al apellido, sino a resultados concretos: vivienda, empleo, clima, justicia social. Ha señalado que uno de sus ejes será «la creación de una economía del siglo XXI impulsada por la innovación y empleos bien remunerados», desde Nueva York hacia todo Estados Unidos.

¿Y la Casa Blanca?

Aunque aún no ha hecho un anuncio explícito para la presidencia, el movimiento que ahora realiza —un salto a la Cámara de Representantes— puede entenderse como el primer escalón de una escalera hacia mayores ambiciones. La prensa especializada ya empieza a perfilarlo como «el nuevo Kennedy que podría llegar al Despacho Oval». La pregunta es: ¿está preparado el país para otro Kennedy? En una época en la que el desencanto con la política es profundo, la figura de alguien que combina linaje, educación, redes sociales y vitalidad puede resultar atractiva. Por otro lado, será evaluado con lupa por cada generación, cada voto, cada decisión. La historia de Camelot no perdona contrastes: los sueños de grandeza suelen encontrarse con los realismos del poder. Jack Schlossberg es consciente del peso de su apellido, del legado que representa y del momento político que vive Estados Unidos. Al declarar que «me inspiro en el legado de servicio público de mi familia… tengo grandes sueños, pero también sé que estoy intentando tener un impacto positivo hoy», ofreció su mezcla de humildad y ambición. Si gana el escaño en 2026 y se consolida políticamente, la pregunta de si llegará a la Casa Blanca dejará de parecer descabellada. Y si lo hace, será con la herencia de los Kennedy como carta de presentación, pero también con la promesa de algo renovado: una nueva generación, un nuevo rostro, la misma aspiración de que los mejores días de América están por llegar.

Caroline Kennedy con su hijo Jack Schlossberg de vacaciones. Instagram/Jack Schlossberg
Caroline Kennedy con su hijo de vacaciones, en una imagen del nstagram de Jack Schlossberg

La relación buena entre Jack Schlossberg y su madre, Caroline Kennedy

La hija de John F. Kennedy, nacida en 1957, pasó dos años de su infancia en la Casa Blanca antes del asesinato de su padre en 1963. Caroline se casó con Edwin Schlossberg en 1986 y posteriormente tuvieron tres hijos: Rose, Tatiana y Jack, nacidos en 1988, 1990 y 1993, respectivamente. «Me siento muy afortunada de haber tenido tan buenos ejemplos a seguir», dijo Caroline en una ocasión sobre sus padres, «y espero haber podido transmitir algunas de las lecciones que me enseñaron a mis hijos». Caroline fue embajadora de Estados Unidos en Japón de 2013 a 2017 y en Australia de 2022 a 2024. Su hijo la acompañó en varias de sus misiones diplomáticas e incluso vivió con ella unos años en Tokio antes de regresar a Estados Unidos para estudiar en Harvard. Según el New York Times , ambos mantienen una relación muy estrecha y siguen trabajando para promover el legado de JFK. «La generación que se inspiró en mi padre transformó este país», dijo Caroline. «Creo que la generación que el presidente Obama ha incorporado a la vida pública, entre ellos mis hijos, hará grandes cosas, al igual que mi padre». Tras graduarse de Yale en 2015, Jack se reunió con su madre en Japón, donde ella ejercía como embajadora de Estados Unidos. Dominaba el japonés y trabajó para Suntory, una destilería. Regresaron a Estados Unidos en 2017, donde, ese mismo otoño, Jack se matriculó en la escuela de posgrado de Harvard. Se graduó con una doble titulación de la Facultad de Derecho y la Escuela de Negocios de Harvard en 2022.

Jack ayuda a su madre con sus obligaciones en la Fundación Kennedy

Caroline es la presidenta honoraria de la Fundación Biblioteca John F. Kennedy, que apoya la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy. Jack la ha ayudado con sus funciones allí, donde también es miembro del consejo directivo y del comité del Premio Perfil de Coraje. En 2017, ambos entregaron el premio al expresidente Barack Obama. «Ante una oposición política implacable, el presidente Obama ha encarnado la definición de coraje que mi abuelo cita en las primeras líneas de Perfiles de Coraje : serenidad bajo presión», dijo Jack en aquel momento en un comunicado de prensa. Esta semana, Jack ha dado el primer paso para consolidar la dinastía política de su familia al anunciar su candidatura al Congreso. A sus 32 años aspira a ganar el escaño de la ciudad de Nueva York que deja vacante el representante Jerrold Nadler, quien se jubila.

Lucas del Barco.

El Economista.

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