Desde el Faro
Por: Rafael Hidalgo
No es un secreto que el costo del dinero es vital para el desarrollo, como lo acaba de demostrar Rodrigo Paz, vencedor de la primera vuelta en las elecciones de Bolivia (32.2 %) e hijo del expresidente socialdemócrata Jaime Paz Zamora (1989-93), prometiendo “dar crédito a bajo interés (barato) para que puedas reactivar tu economía, especialmente al sector informal, por debajo del 10 %”. En el Perú, la pequeña empresa (entre 10 y 50 trabajadores) y la microempresa (menos de 10 trabajadores) –PYMES– que representan el 99.5 % de las empresas y alrededor del 50 % de la Población Económicamente Activa (COMEX), pagan una tasa anual promedio de 55 % por los créditos –más de cinco veces de lo que promete Paz– debido a la voracidad de los bancos y a la glacial política monetaria del BCR.
Una cara de moneda es la boyante situación del sistema financiero, cuyas utilidades, en el primer semestre del 2025, superaron los siete mil millones de soles (S/ 7,072 millones), exhibiendo un saludable crecimiento anual de 60.5 % (BCR) y proyectando una verdadera marca de marcas para el cierre del 2025 que bordearía los S/ 15,000 millones, en el cual resalta el predominio de los “Big4 de Ocoña Street”: Banco de Crédito y Mibanco, BBVA, Scotiabank e Interbank, que concentran el 87 % de las utilidades (S/ 6,165 millones).
Como es lógico, estas abultadas ganancias se deben al creciente aumento de los ingresos financieros (5.9 %): por mayores cobros de intereses por las colocaciones (el promedio de la tasa de créditos de consumo es 56.9 % y de la tarjeta de crédito 61 %), a lo que se sumó una lluvia de ingresos por servicios financieros: comisiones, que subieron 10 % (encima, siguen remando para derogar la ley de usura). Así como el menor gasto financiero (13 %), por los menores intereses que pagan a los ahorristas, y una menor presión por captar recursos (Perú Retail), sin que la SBS atine a poner coto a esta orgía. Si esta situación no refleja una suerte de oligopolio, por lo menos se parece como un pato a un ganso; ostentando como símbolo, la creciente diferencia (spread), entre los intereses que se cobran por los créditos y los intereses que se pagan por los ahorros, que ascendió a casi 13 % en el mes de agosto.
A ello se agrega la era del hielo en la política monetaria, que, pese a que en los últimos 17 meses la inflación se encuentra por debajo del rango meta de 3 %, acaba de rebajar en apenas 0.25 % la tasa de referencia de la política monetaria (TRPM) –que se usa en los créditos entre bancos– pasando de 4.5 % a 4.25 % (11/9/25) “a las volandas para no quedar en ridículo”, señala un analista de Nomura, porque Jerome Powell, de la Fed (EE. UU.), ante el aumento del desempleo, ha prometido recortar su tasa, que se encuentra en 4.25 %, pasado mañana miércoles 17.
Tal como se recuerda, el BCR elevó la TRPM de 0.25 % (julio del 2021) hasta el 7.75 % en el 2023, con el fin de combatir la inflación (que provocó la guerra Rusia-Ucrania) y, de paso, sin querer queriendo, acentuó la recesión económica de ese año (PBI del 2023 -0.55 %), lo que motivó que el exministro José Arista exigiera en público: Julio (Velarde) debería escuchar el pedido del MEF siendo más proactivo en la reducción de la TRPM, “porque vemos que la tasa de interés real es bastante alta y eso no ayuda a reactivar la economía” (25/5/24).
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