Oleoducto Norperuano no debe producir más perjuicios, por César Gutiérrez
Reiteradas fallas en el oleoducto norperuano de la estatal
Petroperú SA, tres en el presente año y 12 en el período 2010-2015, con el
consiguiente daño ecológico y la afectación de miles de pobladores de la zona,
ameritan una decisión drástica que debe tomar el gobierno entrante de Pedro
Pablo Kuczynski, que puede significar hasta el cierre definitivo. porque es
insostenible el perjuicio que viene ocasionando.
El oleoducto construido en la década de los 70 por el gobierno
militar, tiene 39 años desde su puesta en operación comercial, siendo
obvio su deterioro por obsolescencia. Las declaraciones voluntaristas de los
funcionarios que todo va estar bien en el futuro, la realidad se ha
encargado de echarlas por los suelos con alto impacto en las cuentas de
Petroperú; por las sanciones, reparaciones, remediaciones y asistencia a los
perjudicados.
Vale la pena preguntarse cuál es la relación beneficio-costo
que justifica hacer inversiones en repararlo y mantenerlo. En estos momentos
tiene dos usos; mediante un ramal que nace en el distrito de San José de
Saramuro en la región Loreto, transporta el crudo desde el lote 8, a la
Refinería Iquitos, que es la única suministradora de combustibles en las zonas
amazónicas y adicionalmente, mediante el ramal norte transporta el crudo del
lote 192 hasta Bayóvar desde donde se exporta casi en su totalidad porque las
refinerías peruanas tienen serias dificultades para procesarlo. Mantener
operativo el primer tramo es una necesidad impostergable, mientras que el
segundo puede ser prescindible. Este último que comprende 800 Km, desde su
origen en Andoas hasta su culminación en Bayóvar, es donde más fallas se han
suscitado y hoy lleva la magra cifra de 10 mil barriles diarios de un crudo de
baja calidad, que requiere un precio internacional elevado del crudo para que
sea rentable su extracción.
La decisión pasa por tener una evaluación rigurosa de una
entidad especializada de categoría mundial, que nos diga si vale la pena
continuar operándolo; si la respuesta en negativa, corresponderá hacer un aporte
desde la caja fiscal por el equivalente al canon y sobrecanon que se paga en las
regiones amazónicas por la producción actual. Decisión difícil pero
impostergable.