Aquí no se trata de una troika de entidades del sistema
financiero internacional en concordancia con una comisión de gobierno
multinacional, como en los países europeos en crisis, caso de Grecia y de
España, donde la clase política que no concuerda con el neoliberalismo los
identifica como los causantes de sus problemas; sin embargo a la larga siempre
habrá manera de negociar con entidades crediticias, la historia nos muestra más
de un caso. Para los peruanos la situación es diferente, estamos al frente de
una troika del mal, cuyos efectos sobre la economía no serán nada fáciles de
superar, ésta la conforman: la oposición a los proyectos de inversión, la
inseguridad ciudadana y la inacción de los funcionarios estatales.
La oposición a la que me refiero, no es sólo a las industrias
extractivas, sino a los proyectos de inversión en general. La sufren también los
concesionarios de líneas de transmisión y subestaciones eléctricas y de antenas
de telefonía móvil, donde no sólo la consulta previa, los estudios de impacto
ambiental y las licencias municipales, representan una traba; sino el
establecimiento de servidumbres (derecho de uso parcial de terrenos) y la
adquisición de predios, es una pesadilla.
La inseguridad ciudadana, ha ido más allá de un tema urbano; se
empieza a hablar de un narcoestado. Desde el momento que en la cadena de
negocios del narcotráfico, Perú se ha convertido en exportador de clorhidrato de
cocaína y la logística del producto terminado, con destino al mercado americano,
europeo y asiático, se inicia en nuestras fronteras; el ajuste de cuentas con
asesinatos a cargo de sicarios es hecho cotidiano y ha convertido en lugar común
el uso de armas de fuego contra los ciudadanos.
Finalmente tenemos la inacción de los funcionarios estatales a
todo nivel, por temor de un señalamiento y una posterior judicialización
promovida por una Contraloría, que cubre su incompetencia y sumisión al poder de
turno, con denuncias a discreción.
La clase política aspirante al poder en el 2016, tiene que
tener soluciones para los tres problemas señalados, si es que no quieren que
convivan con una inversión privada magra. Hay algo indiscutible, el capital
siempre es esquivo a los países donde la inversión corre riesgo.