Alan García: Yo no soy un creyente del libre mercado, no estoy de acuerdo con eso, yo soy un aprista
Expresidente de la República en los periodos 1985-1990 y
2006-2011. Presidente del Partido Aprista Peruano. Abogado por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, con estudios en sociología. Director del Instituto
de Gobierno y Gestión Pública de la USMP.
Entrevista realizada por Emilio
Camacho
Para LaRepública.pe
Es viernes de comisión política para los líderes del Apra. Los
rostros conocidos de los no tan jóvenes dirigentes de este partido aparecen de a
pocos en el segundo piso del Instituto de Gobierno y Gestión Pública de la
Universidad San Martín de Porres, donde el líder del aprismo, Alan García, tiene
su oficina. Jorge del Castillo, más delgado de lo esperado, luce sereno.
Mercedes Cabanillas apura el paso porque llega con unos minutos de retraso. Luis
Gonzales Posada y Omar Quesada se gastan algunas bromas. Pero el que más sonríe
es Alan García. “Con la sonrisa que no le gusta a mis enemigos”, dice. El Pleno
del Congreso acaba de aprobar tres informes de la megacomisión que lo investiga.
No encontraron irregularidades en sus cuentas personales. Eso lo satisface. Por
eso dice -mientras fuma un cigarrillo- que está tranquilo. Luego vuelve a
sonreír. Con el mismo gesto estudiado de siempre.
Alan García (Foto: La República / Luis Enrique
Saldaña)
Empecemos con algo personal, ¿cuál ha sido el momento
de su vida en el que usted ha sentido mayor riesgo físico? El 5 de
abril de 1992. Yo había sido presidente de un país asolado por Sendero Luminoso.
Había caminado por las calles de Ayacucho imprudentemente, sin embargo no sentí
el riesgo físico que uno siente ante el propio Estado, cuando se vuelve
terrorista, cuando utiliza su inmensa fuerza en contra de personas, en contra de
instituciones. Y allí, corriendo por los techos de las casas vecinas, sí sentí
que podía ser víctima de un atentado, de un asesinato. Y esas eran las
posibilidades, como lo explicó después la esposa de Alberto
Fujimori.
Yo le preguntaba por el momento en que su vida
corrió mayor peligro porque, coincidemente, lo veía reflejado en el Alan García
de su novela El mundo de Maquiavelo, este personaje que la noche del 5 de abril
ve rodeada su casa de militares y debe tomar una decisión: o abrirse paso a
tiros con las dos pistolas y la escopeta que había en su casa, o salvar la vida
y escapar por las azoteas, ¿usted, el Alan García real, tuvo que tomar la misma
decisión?
Sí. Hechos los cálculos de posibilidad y
sobrevivencia era imposible enfrentar en la oscuridad a dos tanquetas y 200
hombres del ejército...
...Acompañado sólo por Jorge del
Castillo.
Sólo estaba conmigo Jorge del Castillo y su
lealtad, sin ningún arma. Y de hecho, recuerdo que La República fue el único
medio que publicó la foto de mi casa, sitiada por los militares, al día
siguiente. Esa madrugada todo fue sorpresivo. Comprendí que lo mejor era
preservar la vida.
Me dice que no había armas en su casa,
¿esa es la diferencia con la novela?
No, Jorge es el que
no tenía armas. Yo tenía dos pistolas, con sus licencias legítimas, y una
escopeta de caza, de balines. Además tenía unos fusiles inutilizados que el
ejército me había entregado, pero no funcionaban, eran como de
museo.
¿Usted sabe disparar? ¿Es buen
tirador?
Mantengo buena puntería, aunque no
parece.
¿Sí?
Sí, pero jamás he
disparado contra personas.
¿Su padre sabía disparar
armas?
No, mi padre era un político puro, incapaz de hacer
daño a nadie ni de tener algo que le permitiera hacer daño a alguien. Él fue
capturado por la policía muchas veces y siempre sin armas. Estuvo ocho años en
prisión.
Hay algo que también me llama la atención de su
novela. El 5 de abril, el Apra sufre una conmoción, ve que su líder ha
desaparecido y cada quien trata de ayudar como puede. En ese momento, un
diputado y un alcalde de su partido, los dos del norte, acuden a un chamán para
invocar a los espíritus para que lo protejan. ¿Eso ocurrió
realmente?
¡Eso es totalmente cierto! Sí ocurrió. La
novela cuenta varias cosas, y básicamente todas son ciertas. Antes que el
Parlamento votara la acusación en mi contra, que la Corte Suprema desechó; en su
desesperación, un compañero del norte se apareció con un famoso curandero. Y yo
no podía negarme a su buena voluntad, era su creencia, su fe. Entonces hicieron
una ceremonia antes del golpe. Yo, como soy católico, no creía en el tema, pero
confiaba en la buena voluntad de este compañero. Y lo que pasó fue que la
Suprema, en dos instancias, rechazó la acusación.
¿Quién
era el diputado de los chamanes?
Quizá él se lo diga.
Quizá él lo llame por teléfono.
Hablemos de la reedición de
sus libros. En el prólogo, que leyó el día de la presentación, usted se refirió
a la Constitución del 79. Y lo que dice es que esta carta fue producto de una
negociación en la que se impuso el carácter estatista del régimen militar y que
aceptar esas condiciones fue un error de los partidos que participaron en la
Constituyente. ¿No está siendo injusto con el Apra histórica? El propio Víctor
Raúl Haya de la Torre, en su lecho de enfermo, firmó esa Constitución, ¿ahora
resulta que todo fue un error?
No, no. El error fue
aceptar esas condiciones. Ahora, una vez aceptadas esa condiciones se hizo una
Constitución que en su aspecto democrático era mucho mejor que la actual. Le
cuento algo, yo llegué de Francia cuando faltaban tres años para el fin del
gobierno militar, el país estaba polarizado, había una crisis económica muy
grande, y recuerdo que el 19 de julio de 1977 -un mes después de haber vuelto-
se produjo una huelga impresionante, el movimiento social más concertado y
democrático que he visto en el Perú. Ni las moscas circulaban. Pensé -con una
mentalidad muy parisina- “aquí se ha producido un hecho social sin precedentes”.
Y me fui inmediatamente a la Villa Mercedes, donde Víctor Raúl. Allí traté de
convencer a los compañeros del partido. “Los militares han sido depuestos por el
pueblo. Hay que decirles: Se van en el día, sin condiciones. Nómbrese un
gobierno momentáneo que convoque a elecciones y adelante”, esa era mi tesis.
Pero a la misma hora llegó el mensaje de que los militares habían convocado una
Asamblea Constituyente y primó ese concepto. Lo consideraron más realista. A mí
me pareció negativo eso. Permitió que se quedaran tres años
más.
Usted me dice que los partidos aceptaron este
condicionamiento de los militares...
...Que habían
establecido que la Constituyente era para consagrar sus
reformas.
Pero no es lo que se ve, por ejemplo, en el
discurso de Haya de la Torre al asumir la presidencia de la Constituyente. Él
habla de que tienen plenas libertades...
Hay libertad
democrática. El primer capítulo (de la Constitución), el de los derechos
ciudadanos, políticos y humanos es un ejemplo de
libertades.
¿Y la parte económica
no?
La parte económica no. ¿Por qué? La idea de que el
Estado tiene múltiples capacidades venía de una época distinta, y además de un
proceso de endeudamiento extraordinario. Con esa perspectiva se decía: el
gobierno puede hacer todas las cosas, mantener sus empresas públicas, conceder
unos derechos extraordinarios, proteger la industria, etc, etc. Sin ser
conscientes de eso, mantuvimos el concepto de Estado superpoderoso, y de ciertos
colectivismos agrarios que no beneficiaron al
campesino.
¿Víctor Raúl Haya de la Torre se equivocó al
aceptar los condicionamientos económicos del gobierno
militar?
Yo pienso que era el momento, no se tomó
conciencia de que el mundo había cambiado brutalmente. De la fase expansiva del
crédito mundial se pasó a la fase contractiva. A Belaunde, en los 80, le tocó la
obligación de pagar una deuda enorme, no podía acceder a ningún crédito nuevo. A
mi gobierno también le pasó lo mismo. Era la crisis de la
deuda.
No me respondió, ¿se equivocó el máximo líder de su
partido?
Yo no voy a usar los términos que usted
utiliza.
Hay una cosa que me sorprende. Si a usted le
parecía que la Constitución del 79 recogía el espíritu estatista de los
militares, ¿por qué ofreció restituirla en el 2006?
No. El
tema era, como se había hecho en el gobierno de Toledo, restituir la
Constitución pero cambiándole todos los capítulos, que ese fue el proyecto que
se hizo bajo la dirección de (Henry) Pease. Usted lo que hace es cumplir con el
país diciendo: La Constitución del 93 que emanó de un golpe de Estado es una
Constitución írrita, que no tiene legalidad, por consiguiente volvamos a la
anterior, pero todo aquello que ha cambiado en el mundo hay que recogerlo en el
nuevo concepto.
Otra cosa que me llama la atención del
prólogo de sus libros es cuando dice que las cifras del “milagroso crecimiento
económico” fujimorista fueron fraguadas. Es interesante eso. Al fujimorismo se
le acusa de hacer un gobierno corrupto, de violar derechos humanos, pero hay una
suerte de consenso en que trajeron estabilidad económica. Usted cuestiona eso,
¿por qué? ¿Es un argumento que usará en campaña?
No, no
cuestiono, en medio de todo lo que significó el fujimorismo golpista, que se
intentaran adecuar al nuevo mundo y a lo que ahora llamamos globalización. Pero,
si bien eso tuvo un impacto positivo en la producción nacional, las cifras (de
crecimiento) que ellos presentaron...
¿No eran
reales?
Busque usted los comentarios de los ministros del
doctor Paniagua y de la comisión que revisó todas las cifras. Tuvieron que
desandar el camino y quitarle dos puntos a todas esas cifras. Eso es histórico.
Estuvo en todos los periódicos, incluida La República.
De
acuerdo. Yo no estoy en contra de la afirmación, sólo me interesa el momento que
ha escogido para recordar esto...
Pero no tiene ninguna
razón electorera, simplemente corresponde a la narrativa de la evolución de los
últimos 36 años en el país. En el 2001 nos encontramos, Silva Ruete dixit, que
lo que aparecía como un milagroso crecimiento había sido
maquillado.
Ahora que recuerdo, no es la primera vez que
usted señala los efectos negativos que tuvo el fujimorismo en la economía, ya lo
hizo en Contra el Temor Económico...
...Y previamente en
un texto que se llama La Falsa Modernidad, publicado en 1996, en un capítulo que
llamé con un poco de presunción 'Siete tesis equivocadas del monetarismo sobre
el Perú'.
Qué extraño que usted sea
presuntuoso.
Es que hay muchas cosas que extraen de mí
porque no me conocen (se ríe).
Ahora, yo le decía que usted
ya había hecho un señalamiento en materia económica al fujimorismo en Contra el
temor económico. En una parte de este libro usted identifica a los dos regímenes
que han afectado más a nuestra economía: el gobierno militar y el fujimorato. Lo
que quiero saber es por qué no incluye a su primer
gobierno.
No, yo creo que usted se equivoca, yo no he
usado esos términos. Yo digo que el modelo militar fue un modelo equivocado
totalmente, a destiempo, es como el modelo chavista de este tiempo. Y que la
situación para los dos gobiernos posteriores, con una deuda que se había
multiplicado, con un terrorismo que había nacido en el gobierno militar, más la
crisis del Niño de 1983, fue dramática. Yo jamás niego -en mi perspectiva muy
autocrítica y transparente, porque ya tengo demasiados años en la política para
estar ocultando cosas- que en mi primer gobierno hubo exceso de
voluntarismo...
La frase que usted usa es: “Los gobiernos
civiles tuvieron la gran oportunidad de demostrar al país cuan negativo era el
estatismo”. Sin embargo, no hicieron nada.
Por una razón.
Porque esa negociación de la Constituyente le dio impunidad a los actores
militares de la antidemocracia.
Esa Constituyente que usted
y el Apra ratificaron
De acuerdo pues. Fue un error. Nos
equivocamos los civiles. Yo no digo este o aquel, fuimos los civiles en
conjunto, todos los partidos.
Ha dicho que este gobierno,
por su manejo ligero de la economía, con cifras de 2.35 de crecimiento el 2014,
es el quinquenio perdido. Si esto es así, su primer gobierno con cifras de
crecimiento de -12 en 1989 y -9 en 1988, ¿cómo debería
llamarse?
Si el señor Humala sufriera un terrorismo de
ocho mil hombres armados, o una deuda aplastante, equivalente a la totalidad del
producto bruto, tendría argumentos para decir: por esto el Perú no anda bien.
Pero el señor Humala recibió un país ordenado, con un fondo de estabilización de
15 mil millones y crecimiento de 8% anual.
Aceptará que
este gobierno tiene complicaciones porque ha caído el precio de los
metales.
El precio de los metales está más alto aún de lo
que estaba al inicio de mi gobierno. Y que haya subido y luego baje no significa
que las empresas estén perdiendo dinero, porque sus costos de producción son
menores que el precio al que siguen vendiendo. Que hubo un hipo de precios, que
naturalmente tiene que bajar, porque así son los ciclos mundiales, no significa
que no se hubiera podido impulsar nuevas
inversiones.
¿Desde cuando es usted un creyente del libre
mercado?
No, yo no soy un creyente del libre mercado.
Usted pone unas lápidas que no me gustan. No estoy de acuerdo con eso. Yo soy un
aprista. Por consiguiente creo que el libre mercado es uno de los instrumentos
de una economía globalizada y abierta como la del mundo.
A
ver. Hagamos de cuenta que me he equivocado. ¿Desde cuándo cree usted en la
inversión privada?
Digamos que con mucha más fuerza
después que vi el mundo transformado, tras la caída del Muro de Berlín, y la
extensión de lo que llamamos mercado global, donde usted no puede encerrarse en
un país y defender su industria con aranceles altos, obligando a sus
consumidores a pagar altos precios por productos malos.
De
acuerdo. A donde voy es que usted en la campaña del 2006 llevaba a las
provincias un discurso antiinversión que parecía el Ollanta Humala de polo
rojo.
¿Antiinversión? A ver, recuérdeme usted un discurso
mío antiinversión.
Acá tengo
uno.
Le pongo en una tablet un discurso que dio en
Ayabaca en la campaña del 2006 (http://bit.ly/1b5Ywhh. Del minuto
4.32 al minuto 5.57), en el que dice lo siguiente: “Estos derechistas que sólo
piensan en el libre mercado, es decir en la inversión internacional y en la ley
del más fuerte, del que tiene dinero. A eso llaman libre mercado. Y ellos dicen
que cuando venga el capital internacional, el Perú se va a desarrollar. Y yo les
respondo: No es cierto. Hace 16 años se viene ensayando esa receta y no
funciona. Por una razón fundamental. Porque cuando viene una empresa minera
tiene que traer cientos o miles de millones de dólares para hacer su inversión,
pero sólo crea algunos empleos. La minería es lo que menos empleo da. Y no es
que yo esté en contra de la minería”.
Sí. Lo recuerdo. Lo que
digo allí es que han priorizado la gran inversión minera que no da
trabajo.
Allí también habla de la inversión
internacional
Está bien. Y lo
ratifico.
Explíqueme eso.
El
fanatismo de creer sólo en el libre mercado me alejaría del Apra. Nosotros
debemos tener instrumentos que limiten el abuso del muy poderoso, uno de ellos
es la reglamentación estatal, sin matar la gallina de los huevos de oro. Y otro
es el mercado, dejar entrar más empresas para que compitan. A mí me parece todo
muy claro. ¿O usted ha inventado otra forma de hacer
economía?
No, no pretendo hacerlo. A donde voy es que en
este video hay un hombre en campaña, que cuestiona la gran inversión, pero que
dos años después escribe un artículo, el del Perro del Hortelano, en que la
defiende...
El título es de El Comercio, debo
decirlo.
¿No fue suyo? Era muy hiriente ese
título.
No, no. Allí hay una licencia poética periodística
porque en uno de los párrafos se menciona al perro del
hortelano.
¿Usted mandó sin título esa
columna?
No, el título era algo así como 'Los obstáculos a
la inversión en el Perú'. Pero yo no retrocedo en lo que dije allí, en el
sentido de que afirmé que el primer perro del hortelano en el Perú es el Estado.
Y lo ratifico.
¿Reconoce haber mentido alguna vez en
campaña?
No, mentido no.
Ha escrito
cinco libros después de salir de Palacio.
Ya son
seis.
¿Alguna vez ha sucumbido a la tentación de que
alguien escriba un libro por
usted?
Jamás. En la presentación de
sus libros, su gran amigo, el embajador José Antonio García Belaunde, le
recomendó escribir sus memorias, ¿le va hacer caso?
Yo, en
el prólogo de mis libros, digo que todo político debe escribir sus memorias para
dejar una enseñanza, de aquello en lo que acertó y en lo que se equivocó. Y la
ilación de todos los libros presentados es el archivo a partir del cual hacer
las memorias. Obviamente, yo tengo memorias desde mucho antes. Del año 62,
cuando conocí a Haya de la Torre. Del 69, cuando comencé a coexistir junto a él
y al partido.
¿Entonces va a escribir sus
memorias?
Pues eso depende.
¿De quién
depende? ¿Del señor Jaime Carbajal (su editor)?
Bueno (se
ríe), sí, depende que haya alguien dispuesto a pagar por ellas. Ese es un
trabajo, de unos cuatro o cinco tomos, como las memorias de Luis Alberto
(Sánchez). Pero sí, no me gustaría terminar mi vida sin
explicarla.
Hay una leyenda urbana sobre sus libros. Dicen
que hay uno más, uno que escribió en 1994, que se llama Contra la
dictadura.
Está en la colección. Está
allí.
Pero no lo he visto en el
índice.
Están los artículos que formaban parte de él. Este
no era un libro estructurado, sino una selección de
artículos.
¿Este es el libro que dedicó a Agustín
Mantilla?
A Agustín Mantilla en 1992, porque él había sido
capturado por el Ejército. Era un libro con artículos de circunstancia, de
resistencia, para responder al golpe.
Es curioso que le
haya dedicado un libro a Mantilla, pensando en lo que pasó
después.
¿Y quién podía saber eso? ¿Quién sabe lo que
usted será después? Usted podría ser con los años alguien
terrible.
Ojalá que no.
Ojalá que no,
pues, ojalá. Hay que confiar en la gente hasta que ocurra un hecho
flagrante.
Estaba recordando una declaración que usted dio
en 2009, en la Reunión Anual del Instituto de Finanzas Internacionales, en Lima,
en la que dijo que la sociedad peruana era triste y derrotista. Ha sido dos
veces presidente del país, ¿qué se siente haber gobernado un país al que
considera triste y derrotista?
Y que consideran los
arqueólogos y antropólogos, y los estudiosos de la cultura. No me adjudique eso
a mi. Usted fue el que dio esa
declaración.
Nosotros, como andinos y cholos, y yo lo soy
casi en mi integridad, tendemos más a la tristeza y a la cercanía maternal, a
diferencia de la población de la ribera atlántica de Brasil, que tiene problemas
inmensos y miserias mucho mayores, pero que con su ritmo y su fútbol viven
entusiastas. Pero nosotros somos así, y también lo digo por
mi.
¿Usted es
melancólico?
Melancólico, sí. Como cualquier
peruano. En esa declaración usted hablaba de la procedencia
territorial de las personas, pero también de la cosa racial, hablaba del
componente negro de los brasileños y de la mezcla de español que tienen los
colombianos.
Sí, claro.
¿En verdad
cree que el componente racial determina la felicidad de las
personas?
A ver, quiénes nos imparten sus ritmos de
reggaetón y rap que han invadido Estados Unidos: las personas afroamericanas. Y
cuando eso se mezcla con el sol de Brasil, hay una tendencia a la felicidad. Eso
se llama luminoterapia, ¿sabe? No soy yo. Unánue también escribió, para que lo
sepa, que esta densa neblina de Lima nos oprime. Y Luis Alberto (Sánchez), al
analizar la historia de la literatura peruana, encontró que en la cordillera, al
no tener horizonte, y al ver las quebradas y los cerros, uno detrás de otro, las
personas tienden a la melancolía.
Ya que hablamos de
emociones. Yo sospecho que los momentos más duros de su vida han sido la muerte
de Haya de la Torre y la de su padre. Pero me preguntaba cuál ha sido el momento
más triste para usted en su segundo mandato.
Ese momento
fue Bagua. Estábamos junto con Yehude Simon en un helicóptero y de pronto le
comunicaron a él que habían nueve policías muertos. Hasta que aterrizamos no
tuvimos otra forma de saber qué estaba pasando. Vamos a ir
a Bagua en un momento, pero antes quería hablar de un tema personal. Un momento
triste también debió ser la muerte de su hermano, en
2008.
Sí, lo fue, pero eso fue producto de una enfermedad.
Él tenía cáncer, y después de dos años lo vi extinguirse poco a poco. Y lo peor
que no había esperanza, por el tipo de cáncer que
tuvo. ¿Era muy cercano a su
hermano?
Hubiera querido ser más
cercano.
¿Qué impedía esa
cercanía?
Nada. Teníamos psicologías diferentes, estudios
diferentes, la vida me llevó por otros lugares y no pudimos estar
juntos.
Veamos, usted es un entusiasta de los logros de su
segundo mandato. ¿Cuál es el máximo logro de su gobierno en materia de seguridad
ciudadana?
Yo diré que en ese caso hay que razonar por el
demérito de otros. Diré que hoy, según los datos del INEI, que usted puede
revisar, hay 60% más de delitos. Quiere decir que de alguna manera en mi gestión
había una sensación de seguridad y una sensación de menor
delincuencia.
De acuerdo. Pero también hay que recordar que
en su gestión ocurrió la peor masacre de policías de los últimos
años.
Eso fue dramático. Pero eso fue un asesinato
premeditado, a mí no me vengan con cuentos, de que ese era un hecho social. Yo
no creo que los campesinos per se embosquen a unos policías que entregan sus
armas y que los maten ipso facto, y que en la tarde degüellen a otros ocho en la
estación de bombeo.
A ver. Yo también pienso que quienes
atacaron a los policías de la Estación 6 actuaron con brutalidad y salvajismo,
eso no se puede negar. Lo que no entiendo es por qué se procedió a desalojar la
Curva del Diablo sabiendo que se ponía en riesgo la vida de los policías de la
estación de bombeo.
Pero ese es un tema que tienen que
explicar los jefes policiales, mi amigo. El presidente de la República no está
para explicar eso.
¿Ah sí?
Sí, claro
que sí. ¿O el director de La República responde por sus preguntas una por una?
Mire, lo que le digo es lo siguiente, siempre he reconocido como error del
gobierno el haber, por la bondad de algunos ministros, especialmente Yehude
Simon, alargado el proceso de diálogo, permitiendo que se fuera articulando este
crimen que se cometió.
¿Cuál ha sido el mejor ministro del
Interior de su segundo mandato?
No me ponga usted en esa
absurda situación de calificar con notas a los cinco ministros que tuvimos,
porque no lo haré. Es como preguntarle a usted quién es el mejor periodista de
La República.
Sí pues, y quizá yo no esté en esa
respuesta.
Ya ve (se ríe)
Pero vamos,
¿no siente que cometió errores al elegir a sus ministros del Interior? Me
acuerdo de uno, de Octavio Salazar. Este hombre se dedicaba a hacer conferencias
para anunciar que estaba tras la pista de pishtacos, de seres
inexistentes.
No, sólo hizo una conferencia sobre los
pishtacos, no diga que se dedicada a eso. Gradúe usted sus términos para que sea
civilizada esta conversación. ¿Pero cómo un ministro del
Interior puede estar detrás de pishtacos?
Bueno eso pasó,
pero es mejor eso a tener un ministro que se dedique a insultar a la
gente.
Pero en verdad, ¿no ha sido un error de su mandato
confiar en gente que no lo merecía? Pienso en Facundo Chinguel, abogado de un
investigado por narcotráfico. Usted lo respaldó en el
Congreso.
A mí me preguntaron y yo dije que me parecía un
funcionario honesto, ¿y?
Que usted estaba
equivocado.
Y si estaba equivocado, ¿qué? Acaso eso me
convierte en cómplice.
Yo no digo eso, sólo pienso que
confiaron en él.
¿Y? También podría confiar en usted, y yo
no sé lo que usted hará mañana, no estoy en su corazón y su mente. Los que
cometen un delito, a la cárcel y que sean sancionados, punto. La democracia es
eso.
¿Diría que su gobierno fue eficaz en la lucha contra
el narcotráfico?
Yo creo que mantuvo los lineamientos para
contener el flagelo.
Sin embargo, esta comisión de Facundo
Chinguel...
Pero usted piensa que aquí hubo
narcotráfico...
Lo que digo es que aquí hubo gente liberada
por recomendación de Chinguel y que luego volvió a
delinquir.
¿Cuántos son? ¿Sabe usted? ¿Cuál es la
proporción? ¿Por tres o cuatro negaría usted a cinco mil el derecho que tienen
de indulto?
Hablemos de la Megacomisión. Dicen que usted no
incluyó en sus declaraciones juradas de 2006-2001, una cuenta en París, ¿eso es
correcto?
Sí, pero esa es una cuenta de cuando yo viví en
París, nueve años. Y tenía 20 mil dólares. Y el fiscal lo comprobó al enviar
cartas rogatorias a ese banco. Yo entregué a la fiscalía todos los informes
mensuales del banco.
¿Ahora mismo tiene cuentas en el
exterior?
Esa debe tener ahora 15 mil dólares, porque le
van quitando dinero anualmente.
¿La Universidad San Martín
de Porres le pagó un crédito hipotecario?
No me pagó nada.
¡Esa es una estupidez y una maldad! Yo con mis recursos, con lo que gano como
conferencista internacional, tenía que comprar una casa. Lo único que hizo la
universidad fue avalarme hasta que se diera el crédito, pero el crédito lo pagué
yo. Voy a agregar algo, porque le ha faltado preguntarme por la votación de
anoche (sobre los informes de la Megacomisión). Le agradezco al Parlamento por
declarar que en enriquecimiento ilícito y desequilibrio patrimonial no han
encontrado nada en Alan García. Estos tontos creyeron que yo tenía dinero que
sale debajo de la tierra. No señor, yo he dado 82 conferencias
pagadas.
Antes que terminemos. Le he preguntado si piensa
que se equivocó al elegir a sus colaboradores. Eso incluye a Luis Nava, el
exsecretario de la Presidencia....
No, mire, lo que diga
la Megacomisión sobre Nava me tiene sin cuidado, yo conozco de su honorabilidad
y sé que lo que no le perdonan es que mostrara, como ex secretario de la
presidencia, las facturas por 24 mil botellas de alcohol consumidas en Palacio.
Ahora han a votado para que sigan las investigaciones sobre él en el Ministerio
Público, y le aseguro que él saldrá absolutamente
limpio.
Lo veo muy convencido de eso, ¿en verdad no le
preocupa que el estudio que el fundó contratara con Odebrecht o con
Petrobras?
¿Y? ¿Acaso La República no tiene avisos de
Odebrecht o de Petrobras?
¿Nos está acusando de
algo?
No, no los acuso de nada.
Pero
Petrobras y Odebrecht tenían contratos con el Estado.
Él
no tiene nada que ver con el estudio de sus hijos. Él saldrá sin mancha de esas
investigaciones.
Ya una vez se equivocó, con Facundo
Chinguel
No, no. No confunda los
temas.
Hace unos años le pregunté por qué no aparecían más
Alan Garcías en el Apra, por qué no hay más jóvenes treintañeros de su partido
que postulen a cargos públicos, quiero invertir la pregunta, ¿El Apra tiene
alguna posibilidad electoral sin usted como candidato?
Sí
claro. Absolutamente. Yo estoy convencido de que si Mauricio Mulder postula
tendría una importante posibilidad electoral, o Javier Velásquez, o Enrique
Cornejo. Yo no sé porqué creen que todo se agota en mí.