Es difícil entender la situación a la que se ha empujado al Estado peruano. Ha dejado de importar el imperio de la ley. Hoy en día, la ley ha dejado de ser la regla que ordena la vida en común. La izquierda, en Arequipa se ha vuelto a demostrar que las reglas de convivencia no importan.
Hemos regresado al viejo precepto, que como dijera hace largas décadas el padre de don Fernando Belaunde: “Las masas se combaten con las masas”. Hoy es claro que la izquierda ha logrado que sus movilizaciones obliguen al Estado peruano a desconocer la ley. Porque en el caso de Tía María han vuelto a lograr, como ya lo hicieron en Cajamarca, que se imponga la violencia de la mayoría y no la ley que rige cualquier estado democrático.
No importa lo que diga la ley. Si las empresas mineras logran cumplir con los requisitos que le impone la ley, entonces lo que sucede es que se sostiene que las leyes no se adecúan a lo que piden las poblaciones. Hace unos años, cuando el mismo Estado desechó el Estudio de Impacto ambiental que la empresa presentó para el proyecto Tía María, entonces las leyes sí defendían a la población. Hoy que se ha presentado otro Estudio de Impacto Ambiental que supera las observaciones iniciales -fundamentalmente el uso del agua, que ahora será desalinizada-, entonces las leyes no defienden al pueblo.
Es necesario que se recupere el imperio de la ley. Es el sustento de
cualquier República. Lamentablemente, en nuestro país, los poderes del Estado se
preocupan por lo que dice la calle antes de lo que dice la ley. Policías,
fiscales, jueces, alcaldes, gobernadores regionales parecen estar en permanente
campaña electoral. Se la pasan hablando de problemas institucionales, pero les
es difícil hacer cumplir la ley.