En la última década Chile se ha convertido en nuestro principal proveedor,
tanto es así que hoy resulta casi imposible consumir en Perú sin generar
beneficios a una empresa chilena: nos alimenta Wong, nos visten Saga o Ripley, y
hacemos refacciones hogareñas con la venia de Sodimac o Maestro. Controlan los
puertos, el cielo y deciden sobre la energía eléctrica que consumimos. Entel
prevé hacerse con el 30% de las comunicaciones de telefonía móvil y, para el
2018, Hábitat tendrá en sus manos las pensiones de jubilación de 1’400.000
peruanos. Y todo ello sin perder de vista que han incursionado con notable éxito
en el negocio inmobiliario, en el sector salud y en la banca, además de la
agroexportación. En resumen, aquí entre nos, Chile no nos espiaba: simplemente
velaba por sus intereses nacionales.
“El dólar no tiene la fotografía de Ollantas Humala ni de Michelle Bachelet,
sino de George Washington. Eso es lo primero que uno debe tener en cuenta en los
negocios”, sostiene Juan Carlos Fisher Tudela, presidente de la Cámara de
Comercio Peruano-Chilena. “Acá no hay nacionalismos ni banderas que valgan.
Business son business”, sentencia.
Fisher (54), chileno de nacimiento que vive en Perú desde hace 35 años,
señala que el intercambio de inversiones entre los dos países ha alcanzado hoy
en día los 22.000 millones de dólares. “De ese monto la presencia chilena en
Perú representa poco más de dos tercios, es decir, 15.000 millones. Y cada día
aumenta más”, subraya.
La prueba de lo que dice quedó plasmada durante la entrevista. Resulta que
mientras conversábamos con Fisher el miércoles 18 al mediodía, las agencias de
negocios comunicaban que el grupo chileno Security había comprado el 61% de las
acciones de la aseguradora peruana Protecta. La transacción ascendió a
22.7 millones de dólares. La adquisición, sin embargo, es una propina en medio
de los cientos de millones de pesos chilenos que los empresarios sureños han
invertido en nuestro país en el último semestre: en septiembre pasado, por
ejemplo, el holding chileno Falabella compró Maestro Home Center haciéndose
así con casi el 90% del mercado de tiendas para el mejoramiento del hogar
y desapareciendo de un plumazo la competencia que suponía esta cadena de tiendas
–hasta ese momento propiedad del fondo de inversiones Enfoca-. “Si no puedes
ganarle, cómprala”, dice el credo de los inversionistas, y eso hicieron nuestros
vecinos. El holding del sur pagó por la adquisición de las 16 tiendas de Maestro
1.404 millones de soles y se comprometió a invertir otros 420.
Un mes después, en octubre, Chile volvió a incursionar con éxito en el
mercado peruano. La Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) adquirió la
firma Nextel del Perú por 400 millones de dólares y se lanzó a competir en el
mercado de celulares con la española Movistar, la mexicana Claro y la vietnamita
Bitel. Entel tiene proyectada una inversión de 1.000 millones de dólares en el
país para los próximos dos años y prevé hacerse con el 30% del mercado local.
Para ello ha lanzado una millonaria campaña publicitaria bajo el lema “Vuela”.
Lo que aún no sabemos es si la empresa estatal chilena cumplirá con las
obligaciones tributarias aquí o si, al igual que LAN, gozará de ventajas
fiscales con las cuales sacarle la vuelta a la SUNAT. El eslogan publicitario da
que pensar.
La campaña chilena del 2014 se cerró con la firma de un acuerdo entre el
Estado peruano y AFP Hábitat. El fondo de pensiones chileno se hará cargo de
forma monopólica de las pensiones de jubilación de los 700.000 funcionarios que
se afilien entre junio del 2015 y mayo del 2017. Según el contrato, todos
aquellos aportantes que opten por el sistema privado de pensiones tendrán
obligatoriamente que caer en manos de Hábitat. La AFP chilena actualmente ya
tiene la exclusividad de todos los nuevos funcionarios que han venido dándose de
alta desde enero del 2013. Para el 2017 se prevé que el número de clientes
“obligados” supere el millón setecientos mil.
MONOPOLIOS CHILENOS
“La empresas chilenas con mayores inversiones en el Perú son LAN, el
Grupo Solari, con su holding Falabella, y Parque Arauco”, explica Fisher, quien
agrega: “Que tres de las grandes compañías de Chile estén en Perú demuestra que
somos un mercado atractivo”.
Con 41 oficinas del Banco Falabella, 27 tiendas Tottus, el mismo número de
locales de Saga Falabella, 19 establecimientos de Sodimac más los 16 de
Maestro, 7 Open Plaza y 4 Mall Aventura, el grupo Falabella representa casi el
10% del total de las inversiones chilenas en territorio peruano. Sólo el año
pasado las ganancias del grupo ascendieron a 1.200 millones de dólares. Y
quieren seguir creciendo. Por ello, el presidente del conglomerado, Sandro
Solari Donaggio, acaba de informar que el holding prevé invertir 4.363 millones
de dólares en América Latina en los próximos dos años. Y, evidentemente, una de
sus prioridades es Perú.
En el 2013 la chilena LAN tenía el control del 62.2% del mercado de
aerolíneas del país. LAN ingreso a nuestro país e 1999 de la mano del abogado
Emilio Rodríguez Larraín. Actualmente el accionario se lo reparten Rodríguez
Larraín (30%), el fondo Inversiones Aéreas (21%) y la matriz chilena (49%), cuyo
mayor accionista es Juan José Cueto Plaza, quien le tomó la posta a Sebastián
Piñera cuando este incursionó en política. Según el reporte 2013 de la Cámara
Nacional de Turismo, LAN registró cinco millones trescientos mil usuarios
a escala nacional y un millón de vuelos internacionales. Las ganancias de la
matriz, LAN Airlines, alcanzaron en el 2014 los 3.245 millones de dólares. Hace
poco más de dos semanas, este semanario hizo público que la compañía dejó de
tributar en nuestro país sólo entre el 2005 y 2008, la suma de 208.7 millones de
dólares.
El éxito de LAN ha servido para abrirle el apetito a otra aerolínea chilena,
la segunda más importante del país sureño: Sky Airline, cuyo nicho de negocios
son los vuelos de bajo costo. La compañía acaba de poner una primera oficina en
la capital.
También el negocio de los centros comerciales se ha convertido en un
oligopolio donde ondea la bandera roja, azul y blanca. La inmobiliaria Parque
Arauco, propiedad de José Said Saffie, tiene en el Perú –vía su filial Inmuebles
Comerciales- diez centros comerciales. En Lima posee Larcomar, Megaplaza Norte,
InOutlet Faucett, Mega Express Villa y Villa El Salvador. Tiene prevista,
además, la próxima construcción de otros dos: Centro Comercial Camino Real y
Outlet Premium Lurín. También tiene establecimientos en Cañete, Barranca,
Chincha, Ica, Arequipa y Cajamarca. En total administran 247.118 metros
cuadrados en superficies comerciales, a los que sumarán 90 mil más este año,
según la última memoria anual del grupo. El patrimonio reportado por Parque
Arauco en nuestro país asciende a 1.798 millones de soles.
EL MODUS OPERANDI
Al Grupo Altas Cumbres se le puede considerar la nave nodriza con la que se
inició la oleada de capitales chilenos en nuestro país. En 1994 Altas Cumbres
inició la construcción del Jockey Plaza sobre las 20 hectáreas de terreno
concesionados en el distrito de Surco. El holding trajo bajo el brazo a Saga
Falabella y junto a ellos llegó también su competencia en Chile: Ripley. De
propiedad de la familia Calderón, a Ripley, aunque no ha logrado expandirse como
Falabella, ha tenido un éxito neto: posee 21 tiendas a nivel nacional, además
del Banco Ripley –financiera que cobra los mayores interés del mercado- y tres
locales Max, tienda por departamentos que tiene como nicho de mercado la clase
media.
El economista Alan Fairlie, autor del libro Relaciones Económicas Perú-Chile:
¿Integración o Conflicto?, señala: “El sector servicios es estratégico para los
chilenos porque actúa como palanca para otros sectores. Una prueba es lo que ha
pasado con Falabella. Primero llegó vendiendo ropa, luego trajo su tienda para
el hogar, después su banco y así sucesivamente”.
El grupo Cencosud, que compró por 500 millones de dólares las tiendas Wong y
Metro, también es otra muestra de ese formato de crecimiento. En el 2007 se
hicieron de los 23 locales de los hermanos Wong y eso fue sólo el pistoletazo de
salida para acometer un plan de inversiones mucho más amplio: a los dos años ya
habían abierto Banco Cencosud y en el 2013 tenían abiertos nueve
establecimientos de tiendas Paris, especializadas en venta de ropa. “A eso yo le
llamo globalización. Un empresario chileno de ascendencia alemana, como es Horst
Paulmann, compra una tradicional empresa de peruanos-chinos”, dice triunfante el
chileno Fisher.
Según documento de la Dirección general de Relaciones Económicas
Internacionales de Chile (Dirtecon), el 63.3% de las inversiones chilenas en
Perú son del sector servicios. Le sigue el rubro Energía con el 22.4% e
Industria con el 13%.
UN ESTADO CON LA MANO EN RUBROS ESTRATÉGICOS
En el rubro energético, la Empresa Nacional de Electricidad de Chile tiene
acciones en las compañías Edegel, Electroperú, Edelnor y Distrilima. Además de
participar en la distribución de luz para Lima Norte, también administra las
centrales hidroeléctricas de Callahuanca, Chiras, Huampaní, Matucana, Mollopampa
y Yanango.
En el Callao, las navieras Sudamericana de Vapores y la Compañía
Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) controlan el 35% del tráfico de
contenedores, según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones. A ellas se
suman, además las empresas también chilenas Ultramar, Transmares, Navisur y Star
Line.
En el parque automotor, Chile, a través de la empresa Gildemeister, tiene el
monopolio en la venta de autos Hyundai. Y con Divemotor han monopolizado las
marcas Mercedes Benz, Jeep, Dodge y Chrysler. Para no desaprovechar ningún nicho
de mercado se ha instalado en la capital Derco, concesionario especializado en
autos chinos, cuyos principales clientes pertenecen a los sectores económicos C
y D.
En el sector salud también han metido cuchara, y parece que sopera. El Grupo
Altas Cumbres tiene en el Jockey Plaza su propia clínica Jockey Salud, cuya
inversión ascendió a 8 millones de dólares. Además, la reputada Clínica San
Felipe y Laboratorios ROE tiene entre sus accionistas al Grupo Banmédica, que
ingresó al mercado peruano gracias a una inyección de 20 millones de dólares.
Cierra el shock de inversiones el Grupo Cruz Blanca, que entre sus adquisiciones
ya cuenta con la central de diagnósticos Resomasa, laboratorios Anglolab y la
compañía de médicos ambulatorios Mediperú.
A la hora del almuerzo también se han hecho presentes en la mesa: pastas,
productos lácteos, jugos o conservas llevan el sello “producto chileno”. Por
ejemplo, Molitalia, que tiene las marcas Costa, Ambrosoli y Fanny, es desde 1997
de propiedad del grupo Carozzi. El conglomerado también se ha preocupado por
nuestras mascotas, y acaba de sumar a sus empresas las marcas Mimaskot y
Nutricán, adquiridas al Grupo Romero por 36.7 millones de dólares. Jugos Watt’s
y Laive también tienen pasaporte chileno.
El boom inmobiliario peruano también ha funcionado de imán para las
constructoras del país vecino. La inmobiliaria Imagina, que pertenece al grupo
Falabella, tiene actualmente 10 proyectos de viviendas multifamiliares que están
en preventa. Paz Centenario, cuyas inversiones alcanzan los 200 millones de
dólares, tiene 7 proyectos, todos ellos en asociación con el Grupo Romero.
Constructora Armas Doomo, Echevarría Izquierdo e Inarco también están levantando
edificios en nuestro país. Y todas vienen del sur “amistoso”. En la industria
manufacturera, la chilena Indeco se encarga de fabricar lo necesario para el
cableado; Indura, todo aquello que tiene que ver con soldaduras; Peruplast
fabrica envases, y, a la hora del refrigerio, Vendomática nos endulza con
gaseosas y golosinas. También nos entretienen y nos proporcionan lecturas. Ahí
están Editorial Océano y Andes Film. “Cosas”, por si acaso, también es una
franquicia chilena.
En el rubro minero, a la fecha solo se sabe de capital chileno en la compañía
Sociedad Minera Celite del Perú, que opera en Arequipa. Con más fuerza han
apostado a la agroexportación. “El sector agrario y forestal es a donde los
chilenos hoy en día están apuntando. Ahí está el futuro de nuestras relaciones
comerciales”, dice Fisher. El especialista Alan Fairlie coincide con él:
“Ahí hay un nicho de negocio que les importa mucho. El negocio de las
tierras y agrícola les es más rentable acá”.
Los pioneros en este rubro pertenecen al grupo Verfrut, con 1.200 hectáreas
de uva en Piura. Además están la firma Icatom, filial de Iansa –la mayor
azucarera de Chile-, que siembra 900 hectáreas de tomate en Ica, y las empresas
Hortus, Frusan y Unifrutti, que se han lanzado a la producción de manzanas y
cítricos en Piura, Ica y Arequipa.
ASIMETRÍA COMERCIAL
“Las cifras de inversiones peruanas en Chile están infladas. Yo creo que por
lo menos en un 50%, apunta Alan Fairlie, quien está convencido de que no es
cierto que las inversiones peruanas en Chile sean 7.000 millones de dólares,
como una y otra vez se ha dicho. “Cuando las Cámaras de Comercio hacen esa
sumatoria combinan inversión que en algún momento fue peruana y ya no lo es”,
explica.
Juan Carlos Fisher, por supuesto, niega que los números hayan sido
maquillados. “Mira, anualmente hay 150 ruedas de negocios entre Perú y Chile, se
contabiliza 273 restaurantes peruanos y recientemente el Grupo Brescia acaba de
adquirir la cementera Melón por 555 millones de dólares. Graña y Montero también
tiene inversiones allá”, dice sin dar más detalles. La verdad es que Perú
compite con LAN, Entel, Hábitat y la Empresa Nacional Eléctrica Chilena con un
plato de caucau y, con permiso de los chilenos, un suspiro a la limeña regadito
con pisco.
Hace dos semanas, a raíz del escándalo por el espionaje chileno, el
congresista Abugattás demandó “enfriar” las relaciones comerciales con Chile.
“Basta de entregarles los cielos abiertos. Habría que revisar el tratado de
libre comercio. Ha llegado el momento de poner las cosas en su sitio”, dijo el
parlamentario. El Ejecutivo respondió con un silencio sepulcral, casi digno de
Alan García.
Alan Fairlie añade: “Nosotros hemos negociado mal el TLC con Chile. Les dimos
lo que ellos pidieron: protección a las inversiones y solución de controversias.
Y no recibimos lo que necesitamos: protección de patentes”. Por ello, por
ejemplo, hace un par de años Chile hizo uso de la denominación “Pisco” para sus
aguardientes ante la atónita mirada de los peruanos.
“De ninguna manera se debe revisar los acuerdos, y mucho menos el Tratado de
Libre comercio firmado en agosto del 2006”, dice Fisher en defensa de su país.
Lo cierto, sin embargo, es que nuestros vecinos no tienen necesidad de ningún
representante comercial que vele por sus intereses. El parlamentario fujimorista
Carlos Tubino, presidente de la liga parlamentaria Perú-Chile, podría ocupar su
lugar ad honorem: “Estoy en total desacuerdo. No tiene nada que ver un tema por
un caso de espionaje con la relación de las inversiones o intercambio de
comercio. Una cosa no tiene nada que ver con la otra”. Ya sabemos lo que nos
espera si Keiko Fujimori resulta elegida. Tomado de Hildebrandt en sus
trece