Y no podrán matarlos (II) - Por Javier Barreda - EXITOSA DIARIO
Y no podrán matarlos (II)
El jueves 19 pasado publiqué un artículo
acerca de las víctimas del Apra durante los duros años ‘80. Así he recibido
muchos correos o llamadas de militantes y dirigentes del Apra que han
recordado muchas víctimas además de las que hice referencia en el artículo
‘Y no podrán matarlos’. Sería muy difícil escribir una lista completa; ese
no era el fin. Intenté contarle al país que la derrota del terrorismo que
materialmente le costó al país más de 30 mil millones de dólares, también
implicó la muerte de miles de peruanos y peruanas militantes de una
causa.
La acción silenciosa de un GEIN fue efectiva,
pero la pacificación tiene héroes civiles de partidos políticos que ahora
denostamos. Esa militancia a toda prueba merece un reconocimiento. Y no
solo porque eran apristas; también la izquierda y AP tuvieron víctimas.
Marielena Moyano fue tan simbólica, como lo fue Felipe Santiago Salaverry,
expresidente de EsSalud; Luis Paredes, líder social aprista de Piura; o Gilbert
Urbiola, prefecto de Apurímac. Son tantos.
Por ello, destaco el artículo de José Alejandro
Godoy el domingo pasado en Exitosa Diario (consejos a los apristas). Él
dice que el Apra no ha afrontado el tema de los DDHH y reclama una autocrítica.
Nosotros lamentamos toda violación a la vida e integridad y tal vez se
pudo evitar muchos excesos de las fuerzas armadas; pero el terrorismo solo buscó
la muerte reproduciendo la muerte. Ese era el medio: aniquilamiento y
miedos extendidos tras el poder. La autocrítica existe en cada testimonio
aprista ante la CVR y no renunciamos a cualquier investigación
objetiva, sin odio.
La propia CVR señala a Sendero Luminoso
como el principal responsable de tantas muertes. Y cuando el Apra recuerda a sus
caídos tal vez no solo lo hace porque duele ver morir a los que uno más
quiere, sino porque también hay muchos que por su antiaprismo ignoran que
en la historia de la pacificación miles viajaron al infinito envueltos en
bandera aprista. Eso no se olvida.