Referente de las corporaciones multinacionales de asociación de
capitales privados y estatales, en el período 2005-2011, fue la brasileña
Petrobras, apologistas del modelo fuimos muchos. Las cifras de la gestión de
negocios con resultados netos y programas billonarios de inversiones a nivel
global, eran argumentos contundentes; además de la credibilidad que generaba en
bolsas de valores como la de Sao Paulo y Nueva York, efectivizada en buenas
cotizaciones de sus acciones, que devenía en una alta capitalización bursátil.
Sin embargo las acusaciones recientes que se ciernen sobre los altos directivos
y ejecutivos de la empresa, de sus principales contratistas y los capitostes de
la clase política brasileña, nos lleva a la conclusión que todo fue un gran
castillo de arena propagandizado intensamente. ¡Qué gran decepción!
Veo dos conclusiones a destacar de lo ocurrido: lo vulnerable
al engaño que son las plazas bursátiles importantes y la inevitable influencia
de los partidocracia en la gestión de las empresas estatales.
Podríamos conjeturar hasta el infinito sobre el comportamiento
de la Bolsa de Sao Paulo en este tema; pero que una plaza como la Bolsa de Nueva
York haya sido nuevamente vulnerada, pues luego de los engaños monumentales como
los casos de la energética Enron o la teleco WorldCom; se suponía que la
SEC, supervisora del mercado de valores estadounidense estaba preparada
para que no ocurriese otro caso similar. ¿Cómo pude ser posible que hoy se hable
de sobrevaluaciones de activos de decenas de billones de dólares, sin que los
analistas bursátiles lo hayan advertido? Esto genera una enorme suspicacia sobre
la veracidad de la información que reciben los accionistas.
El componente político en la gestión de Petrobras ya era desde
mediados del 2008 una noticia que rondaba el mercado. La falta de una mayoría
parlamentaria en el segundo gobierno de Lula llevaba a la necesidad de negociar
con los partidos algunas direcciones de la empresa, la de internacionales era
muy preciada. De allí al desvío de fondos para fines proselitistas y de usos
personales había poco trecho, pero los que creíamos, confiamos en la SEC. Ahora
sabemos que todo era una ilusión que no deberíamos repetir jamás en ningún lugar
del mundo.