Sin embargo hay varias dudas que flotan. Para empezar, ¿qué tanto éxito puede tener Urresti como candidato y en qué medida su nada despreciable popularidad pueda convertirse en intención de voto? La certeza acá es que sí tiene las cualidades que varios millones de electores peruanos reclaman: mano dura, cachacón, lenguaraz, populista, criollón, etc.; todo ello, independientemente que sea poco un muy poco lo que desde el Ministerio del Interior pueda exhibir como resultados en materia de lucha contra la inseguridad. Es claro por cierto que esas “fortalezas” pueden erosionar el voto fujimorista y eventualmente al APRA.
Otra duda. ¿Será Urresti candidato del Partido Nacionalista o de una alianza a la que se integre el actual grupo en el poder? La pregunta es válida. Y depende mucho de la decisión personal que, por ejemplo, adopte finalmente Alejandro Toledo, lo que a su vez, está condicionado a su personal y especial situación ante la justicia. Si el jefe de Perú Posible advierte que sus contingencias particulares o legales no le auguran un buen futuro electoral (en realidad todo así lo indica), apostar por una buena locomotora de generación de votos que le garantice algunas pocas curules congresales, no le vendría nada mal.
Otra inquietud -clave- es si finalmente la alternativa de Urresti es la mejor para el oficialismo y aliados, frente a, digamos, Ana Jara. Ello dependerá, por ejemplo, de si el remozado gabinete de la titular de la PCM logra en los siguientes meses revertir -aunque sea progresivamente- la desaceleración económica e iniciar con algo de éxito alguna reforma en pos de la seguridad ciudadana, pero claro, en términos de realidades y no de percepciones.
O si las serias acusaciones contra Nadine Heredia y familiares, el caso Belaunde Lossio u otros no terminan por convertir a la corrupción como uno de los distintivos de este Gobierno.
Dependiendo de cómo se terminen despejando las dudas antes citadas, don
Daniel Urresti será candidato con futuro o seguirá en la categoría de troll,
donde hasta la fecha no le ha ido nada mal.