Nadie en el Perú entiende que las relaciones
Perú-Chile, después del pronunciamiento de la Corte de La Haya, sigan
empantanadas, pese a que en los últimos 25 años las inversiones chilenas en el
Perú han alcanzado los US$ 13,610 millones. Los peruanos compramos ropa enSaga Falabella, en Ripley, comida y
enseres en Wong, en Tottus, artículos para el hogar en Sodimac, pasajes aéreos
en LAN y, pese a ello, continuamente las autoridades chilenas siguen emitiendo
mensajes poco amistosos.
Existía la esperanza de que luego de resolverse
los problemas de la frontera marítima en el sur, los diferendos quedarían
atrás. Sin embargo, el mismo día de la lectura del Fallo, el entonces
presidente chileno, Sebastián Piñera, señaló que no todo estaba zanjado,
porque existía un triángulo terrestre que es chileno, aludiendo a 3.7
hectáreas de terreno baldío en el litoral entre Tacna y Arica, ignorando que
la frontera terrestre empieza en el “Punto 266” (llamado Hito de la
Concordia) según el Tratado de LímitesPerú- Chile de 1929, y que el límite terrestre no era objeto del Fallo
del Tribunal.
Estas continuas declaraciones del expresidente
Piñera motivan que muchos peruanos y chilenos se pregunten ¿Por qué en 135
años –luego de la Guerra del Pacífico- no se han esfumado las diferencias,
como si se han limado en períodos más cortos las asperezas entre Francia y
Alemania, China y Japón, Turquía y Grecia, EEUU y México, etc.?
LA LEY
RESERVADA DEL COBRE N° 13196 DE CHILE
El combustible que atiza la hoguera de las
fricciones entre Perú y Chile tiene mucho que ver con la Ley Reservada del
Cobre, que ha marcado un impresionante gasto en armamento en los últimos 15
años en Chile.
Sucede que en 1986, a tres años de dejar el poder,
el general Augusto Pinochet, reformuló esta ley -vigente desde 1958, cuando
gobernaba Carlos Ibáñez del Campo-, elevando el aporte desde un 15% a las
utilidades de la empresa estatal Codelco (en ese entonces, el precio del cobre
era de US$ 0.24 por libra) a nada menos que el 10% de los ingresos por
exportaciones de cobre. En la última década, el precio del cobre se ha
multiplicado por diez (US$ 3.32 por libra), llegando en el 2011 a US$ 4 por
libra, lo que representa alrededor de US$ 1,200 millones anuales para las
Fuerzas Armadas chilenas, que no es poca cosa. Por ejemplo, los ingresos de
Minera Yanacocha en el 2013 alcanzaron los US$ 1,472 millones, según la
SUNAT.
El analista de defensa chileno Eduardo Santos
sostiene que, en los últimos 10 años, Codelco ha transferido nada menos que
US$ 11,726 millones para este fondo, de los que ya se ha gastado el 55% (US$
6,472 millones). Es decir, todavía quedan en este fondo para comprar armas, a
la fecha,otros US$ 5,254
millones más intereses; a lo que hay que agregar un promedio anual de
US$1,200 millones en el 2014, y así sucesivamente todos los años. El analista
de defensa Armen Kouyoumdjian de Armenia, dice que “no entiende por qué Chile
gasta miles de millones de dólares anuales en armas que jamás va a desplegar
en una guerra” (DPA 28/09/11). En este ciclo del precio del cobre al alza en
el siglo XXI, Chile se ha armado hasta los dientes. Entre otros pertrechos ha
adquirido: 3 escuadrones de F16 (46 aviones caza), 3 submarinos Scorpene, 8
fragatas, 300 tanques Leopard (100 Modelo 2 A4, 100 modelo 1B y 100 modelo 2
A5M) etc, etc, etc.
El Perú, en el segundo gobierno de Alan García
(2006-2011), apenas gastó un promedio de US$ 70 millones anuales, con el que se
llegó a los S/. 1,000 millones del programa Núcleo Básico de Defensa (NBD);
mientras que el presidente Ollanta Humala lleva comprados: un satélite a
Francia por US$ 213 millones, 20 aviones coreanos KT-1P por US$ 150 millones
-de los que se han entregado hasta el momento dos aviones- y 24 helicópteros
rusos MI-171Sh por US$ 407 millones. Es decir, en todo el quinquenio de su
mandato apenas gastará lo que Chile puede gastar en un
año.
El fondo chileno sólo se destina a armamento. El
propio Sebastián Piñera, luego del terremoto del 2010, a duras penas consiguió
que las FFAA chilenas le asignen una partida de US$ 614 millones para tareas de
reconstrucción civil y otros US$ 439 millones para la reconstrucción de la
base naval de Talcahuano.
Según ha trascendido, en el año 2006 la presidenta
de Chile, Michelle Bachelet, entonces en su primer mandato, le prometió a Alan
García promover la derogación de la Ley Reservada del Cobre, pero terminó su
primer mandato sin cumplir su promesa. En este segundo mandato tampoco hay
mucha esperanza porque hasta los congresistas de la Concertación, que deberían
ser ajenos al militarismo pinochetista, han cambiado de opinión respecto a
esta ley. El senador Jorge Pizarro, del partido aliado del gobierno,
Democracia Cristiana, es uno de los férreos defensores de este gasto absurdo y
continuamente agita las pasiones en contra del Perú.
Mientras la Presidente Bachelet pontifica sobre la
integración latinoamericana -tratando de forzar la unión de dos movimientos
ideológicamente incompatibles, como son el Mercosur y la Alianza del Pacífico-
la todavía determinante voz de las FFAA chilenas, la influencia del complejo
militar-industrialinternacional
y el populismo seudo-nacionalista llevan la política regional de Chile por una
senda cargada de veladas amenazas, en la que siempre está presente el fantasma
de la guerra.