Tarde, para variar, el Gobierno termina abordando la desaceleración económica de la forma más sensata: quitando algo de presión tributaria a los contribuyentes (especialmente a los trabajadores formales de menores recursos) y promueve la reinversión de utilidades a las empresas de todos los tamaños con una progresiva reducción del Impuesto a la Renta de tercera categoría, más un alivio a los transportistas y conductores con la baja del impuesto selectivo al consumo.
De hecho se puede discutir el impacto real de estas medidas así como el momento del mismo (lo del selectivo a los combustibles es inmediato, mientras que de aprobarse lo del Impuesto a la Renta en el Congreso, la liberalización de recursos será progresiva a lo largo del 2015 y el ahorro de fondo se verá recién con la regularización del pago del IR en marzo del 2016). Lo real y objetivo es que las medidas van en el sentido correcto, y por esa misma razón, hay que reconocer y aplaudir la iniciativa del ministro Segura.
Sin embargo, tal como se lo comenté al titular del MEF en la entrevista que le hice para ATV+, si bien los inversionistas van a saludar estas buenas señales y recuperar parte del optimismo perdido, hay dos asuntos claves que el Gobierno no debe perder de vista para que el esfuerzo no quede corto.
El primero es que la misma decisión mostrada en el tema fiscal debe trasladarse con la mayor intensidad posible al destrabe de inversiones y eliminación de permisos y autorizaciones. El ministro me insistió que sí se está trabajando en ello aunque era consciente que hay limitantes institucionales y/o políticas que impiden darle mayor velocidad a dicho esfuerzo. Estoy pensando en los grandes proyectos del sector minero energético relegados y/o entrampados así como en las megaobras de infraestructura.
Lo segundo, y en lo que Segura poco o nada puede hacer, son las barbaridades que su(s) jefe(s) pueda (n) cometer, como insultar al fujimorismo, partido que, según lo escuchado, no hubiera tenido el mínimo reparo en aprobar de inmediato el paquete económico enviado por el MEF, pero que ahora, tras los escupitajos recibidos, se lo piensa dos veces.
Es que la sensatez política se tiene o no se tiene. El Gobierno carece de lo
segundo y actúa con torpeza. Es increíble que el propio Palacio termine poniendo
piedras a la ruta escogida por el MEF.