La decisión de Humala - Por JUAN CARLOS VALDIVIA - CORREO SEMANAL
Sobre
cómo espera ser recordado
La
decisión de Humala
Las perspectivas económicas
muestran que el Gobierno está perdiendo el principal patrimonio de cualquier
gobernante: la confianza. El país carece de guía, con un Presidente que se
desentiende de los temas económicos –aunque le gusta gastar como si generara
ingresos-, un ministro de Economía silente, que es incapaz de poner una agenda y
por lo tanto otros actores se la imponen –como la Universidad del Pacifico con
los sistemas previsionales-, y una primer ministro muy preocupada en las
relaciones publicas, pero no en la gestión pública.
Cuando las cifras mostraban
una desaceleración, el Presidente tuvo que cambiar de Presidente de Consejo de
Ministros, ante la salida de René Cornejo. Optó por poner una leal y
disciplinada militante de su partido antes que buscar a alguien que ayude a
renovar la confianza de los inversionistas. Pareciera que es un tema que no le
preocupaba, porque era algo que tenía a su cargo el entonces Ministro de
Economía, Luis Miguel Castilla. Pero cuando este decide apartarse, buscan
alguien que ya conozca al sistema de gobierno -ese donde el poder es compartido
por familiares del Presidente- optando por Alonso Segura, que puede ser un buen
profesional, pero tiene severas limitaciones a la hora de comunicar.
Como lo han venido
anunciado los principales analistas económicos, las expectativas de crecimiento
siguen yendo a la baja. Ya algunos pronostican un crecimiento menor a los tres
puntos para este año, y hay quienes revisan sus pronósticos para el próximo año.
Las medidas que buscaban la reactivación no han tenido el éxito, y el segundo
paquete reactivador viene demorado. Pareciera que las cartas del Gobierno se
limitan a que un par de proyectos mineros entren en ejecución, y que de alguna
manera los proyectos que el Estado ha licitado, como el Gaseoducto y la línea 2
del Metro de Lima, adelanten su cronograma.
¿Cómo resolver este
problema de confianza?
Ante las expectativas que
decrecen, lo importante será, quizás a fin de año (de acuerdo a los tiempos que
se manejan en este Gobierno) un shock de confianza. Un nuevo gabinete,
encabezado con alguien con mayor experiencia en el manejo de la cosa pública y
con excelentes relaciones con los inversionistas privados. Alguien que debe ser
empoderado por el Presidente para recuperar el empuje de nuestra economía.
Alguien que se aleje de ese ambiente de mediocridad que hoy impera en el
Ejecutivo.
Es claro que no se trata de
nuevas normas, ni de cambios tributarios o en materia de legislación laboral.
Esto puede ayudar, pero si en el Gobierno no hay voluntad, no hay decisión
política y claridad en las ideas, difícilmente saldremos de este atolladero que
nos impide tomar velocidad.
El Presidente Humala tiene
que decidir si va a utilizar el año y medio que le queda de gobierno en tratar
de fortalecer la opción electoral de su partido, o si tratara de recuperar la
velocidad de crecimiento de nuestra economía. Debe escoger en cuál será su
legado: una bancada que lo defienda o una economía que crezca, permitiéndole
reducir la pobreza.
La sensación de falta de
liderazgo, de falta de objetivos, de estar empeñados en la política menuda,
aquella que los confronta con las otras fuerzas políticas y los vuelve aliados
de gente como Alejandro Toledo, la percepción de un sentimiento de culpa que no
les permite apoyar decididamente la inversión privada, es algo que está
afectando al país. El gobernar implica tomar decisiones, y no estar únicamente
pensando en los niveles de aprobación, en no hacer olas, en alejarse de los
problemas y no resolverlos.
El
Presidente Humala tiene que tomar decisiones. La primera es saber cómo espera
ser recordado. Cómo el que detuvo el camino hacia el desarrollo, o como él que,
tarde, produjo los cambios necesarios que reencaminaron el desarrollo del país.
Puede pasar a la historia como un intrascendente. O como quien tuvo el valor de
tomar las decisiones necesarias. Solo él puede elegir.